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viernes, 31 de mayo de 2024

Lo que valgo

 El precio de un hombre se calcula en base a sus conocimientos, al influjo que tiene socialmente, a su trayectoria, por sus objetivos alcanzados, triunfos deportivos, proyectos, investigaciones o simplemente por su apariencia y la proyección personal que ha logrado siendo diferente en algo que se considera importante, el de una mujer está principalmente en la apariencia física, simpatía, valores humanos, condición social y todo lo demás que se aprecia en los hombres pero sin darle el adecuado conocimiento y divulgación para no caer en la tormenta de críticas e inconformidades que son propias de los arraigados en la creencia qué hay superioridad masculina en cualquier terreno. No vamos a entrar en detalles, está demostrado que eso es una falacia para facilitar injustos comportamientos y dar un menor valor a lo realizado por el género femenino. A pesar de ello han ganado terreno, demostrando con hechos que tienen la capacidad para realizar proyectos, acciones para las que se les consideraba incapacitadas o con pocas probabilidades de hacerlo correctamente, lo cual en su principio es una negación del principio educativo que se garantiza por ser ellas como madres las que inician el proyecto más importante y lo llevan, en la mayoría de los casos a su conclusión, de ellas venimos  a ser lo que somos en gran parte y es incomprensible el poco agradecimiento que demostramos al no otorgarles el lugar que merecen. 

Las mujeres son quienes han impulsado la evolución en su rebelde actitud que no acepta lo establecido como única oposición de vida, que su inconformidad le obliga a buscar mejores condiciones y diferentes caminos con la determinación que ha vencido los grandes retos que impone la vida, obligando con astucia a que los hombres hagamos lo que sea necesario para ganar su aprecio, amor o favores.

Somos fuertes porque ellas lo desearon, ingeniosos porque lo requerimos para realizar los proyectos o cumplir el capricho de la mujer que amamos, competimos por lograrlo, realizamos lo imposible para demostrar que somos dignos de su aprecio y si nos castigan con su desdén nos ponen en posición difícil en la que intentamos lo imposible o caemos en la depresión, una forma de garantizar que de la especie queden los más fuertes, los más ingeniosos, hábiles, crueles o que mejor se adaptan alas condiciones existentes dando entrada a una serie de cambios en los que renuevan cada cierto ciclo la población del planeta, no siguiendo un patrón determinado sino el influjo del medio circundante, de sus características en cada sitio, en cada pueblo, por lo que las variaciones son muchas, con toda la gama de posibles alteraciones positivas o negativas según quien lo clasifique.

Mi valor radica en que he podido sobrevivir en esa intensa y muchas veloces cruel competencia, al igual que los otros sobrevivientes sigo gozando de las maravillas del mundo, viajando en este inmenso universo donde en el tiempo las cosas cambian, las circunstancias, los eventos, fenómenos naturales tiene lugar afectando a miles o millones, la tierra se estremece con explosiones en guerras que no terminan mientras en los vientres de las madres se forman nuevas vidas que garantizan la renovación de la especie, el proceso donde el hombre y la mujer son el ingrediente que aporta lo más interesante, con sus errores y aciertos, con su obstinada creencia de que todo tiene un precio y se puede comprar o vender según las reglas jamás escritas pero siempre conocidas. Lo nuevo vale más que lo viejo, lo bello más que lo feo, la dulce más que lo amargo, lo fuerte más que lo débil, en fin , no hay remedio, tu y yo somos objetos de compra venta y debemos darnos un alto valor.

JuanAntonio Saucedo Pimentel 

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