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domingo, 9 de junio de 2024

Egoísmo, ambición, envidia, celos y otros elementos

 Nos complicamos la existencia al comportarnos de manera que ganamos calificativos nada favorables por parte de las personas con las que nos relacionamos, depende de esas calificaciones mucho de lo que logremos realizar en la comunidad , son esas calificaciones tal vez más importantes que cualquier otra capacidad personal, podemos ser brillantes en alguna actividad o materia específica, pero si no contamos con la aprobación de quienes nos rodean, tener éxito puede ser difícil.

Sin embargo se ha comprobado que en  ocasiones esas dificultades llevan a un mayor esfuerzo y a la consecución de logros impensables , porque es en la lucha constante donde se pulen los atributos personales, la capacidad se fortalece y se encuentran nuevas formas de vencer los obstáculos; pero no siempre es así, podemos notar que en la mayoría surte un efecto negativo y son aislados y condenados al fracaso quienes no son aceptados por su comunidad, por la familia o compañeros de estudio y trabajo.

Se otorga importancia al comportamiento que demuestra integrarse, ajustarse a las normas establecidas, la contribución al mejoramiento colectivo, a la capacidad para el trabajo honesto y productivo, respeto a las autoridades, buena actitud con vecinos y compañeros o colaboradores, honradez, educados modales, participación en eventos con la respectiva contribución en efectivo o con aquello que sea de utilidad.

Hay quienes se acercan a la perfección en esos renglones, ciudadanos ejemplares , en puestos ganados u otorgados por sus méritos y aunque parezca increíble al servicio de esos ejemplares corruptos que se convirtieron en magnates, en líderes políticos, militares alto rengo, intelectuales sin escrúpulos, banqueros, líderes sindicales, etc.

Como podemos notar, dentro de los millones de posibilidades que ofrecen las relaciones humanas se dan casos en los que el egoísmo, la ambición, el lucro perverso con sus matices de avaricia, narcisista conducta, se combinan con las condiciones adecuadas para que logren sus objetivos , con ello colocar sus interés por encima de cualquier otro sin importarles en lo absoluto el daño, el dolor, las muertes que eso provoca.

Hoy somos testigos eventos que demuestran cuán absurda y demente puede ser la conducta de quiene dirigen a los pueblos enfrascados en guerras, en problemas sociales de nefastas consecuencias, impidiendo la vida tranquila, la armonía, la salud mental y física, que forman parte de lucrativos negocios para quienes especulan con la enfermedad, las armas, drogas, conflictos y reconstrucción de lo destruido.

La desesperación, la angustia, el temor profundo se convierten en elementos adecuados para la manipulación, entran en juego los grandes poderes de la difusión, de la mercadotecnia, de la estudiada estrategia para ganar fama, poder, riqueza mientras se convierten en cenizas ciudades enteras sin notar siquiera la cantidad de seres muertos, heridos, lisiados de por vida.

Pareciera que la demencia colectiva se apodera de los pueblos, convierte a las personas en sujetos infectados por aquello que siempre despreciaron, su voluntad se rinde a la violencia, al deseo de venganza, entre las ruinas de la propia estima, en los escombros de los valores humanos, se levantan los puños, el coro de la muerte es trasmitido, impregnando el ambiente del ímpetu de matar al enemigo no distinguiendo quién es o la razón del antagonismo recíproco.

Los señores en el poder se frotan las manos, sus damas, sirvientes, fieles colaboradores ven la oportunidad de subir otro escaño, el mundo les pertenece, están dispuestos a defender su posición hasta las últimas consecuencias incluso aniquilar por completo la vida en el planeta antes que su posición.

Necesitamos una sacudida en el cerebro para comprender que esas personas no deben estar al frente y tomar decisiones que afectarán al planeta en su conjunto, no se trata de obedecer ciegamente lo que ellos marcan como rumbo cuando es evidente que eso significa un cataclismo. Detengamos un momento el proceso,  analicemos lo que hacemos, las consecuencias, preguntémonos si estamos actuando racionalmente o nos dejamos conducir sin objeciones a la destrucción de lo que tantos años y esfuerzo ha costado, pensemos en nuestros seres amados, en aquellos que calificamos de enemigos viendo en eso los mismos interese, las mismas preocupaciones, pensamientos o emociones que nos han estado sembrando por medio de propagandistas campañas con motivos ágüenos. No es nuestra lucha, los ideales humanos están basados en La Paz, la justicia, el amor, la vida digna.

No asistan con apática complacencia a la invitación a matar o ser muerto,  esos no son tus verdaderos pensamientos, sino el resultado de la propaganda, del bombardeo continuo de mensajes que logra que actúes con seudo impulsos .

Estamos en el momento que nuestra decisión marca el futuro del mundo, debemos conservar la cordura, la calma, meditar antes de actuar pensando que vale la pena intentar a toda costa encontrar el camino correcto .

JuanAntonio Saucedo Pimentel 

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