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lunes, 31 de marzo de 2025

La calle de los olvidos

 En el pueblo se hizo una calle que llevaba al Barranco, le pusieron la calle de los olvidos y cualquier a que se sintiera lastimado por una ofensa decía ir a esa calle y leer los carteles que decían, si cargas con la ofensa será pesado tu andar, los rencores nublan la visión y entorpecen el pensamiento, una ofensa puede crecer como un árbol torcido si tu lo riegas con rencor , una ofensa puede abrir nuestra mente y espíritu a una profunda reflexión, las ofensas son interpretaciones de algo que puede contener una lección, tira al Barranco aquello que no es útil para tu desarrollo personal y devuelve el brillo a tu alma. Cuando los visitantes fueron a esa calle hubo quien con lágrimas reconoció que había cargado durante mucho tiempo cosas que le enfermaban, también los hubo que reconocieron que podían estar equivocados en su interpretación de lo que consideraron una ofensa y algunos supieron que debían librarse de ese peso, de esa ceguera, de seguir regando el árbol torcido que no les permitía vivir plenamente y el Viejo Artemio se complacía ofreciéndoles agua del manantial para que lavaran su rostro y sus manos mientras les decía que desde ese momento quedarían librados de ese mal que causan las heridas en el alma, se notaba la alegría en los rostros de quienes convencidos quedaban de tirar sus rencores al barranco y felices regresaban a la plaza principal a participar en el baile y los cantos que por las tardes se organizaban antes de ir a descansar plácidamente al arroyo de los grillos

JuanAntonio Saucedo Pimentel 

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