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lunes, 17 de marzo de 2025

Los buenos y los malos

Un joven se acercó al viejo sabio de su comunidad para pedirle un consejo por sentirse confundido al escuchar siempre los consejos para el buen comportamiento y al mismo tiempo observar cómo frecuentemente se rompían las normas ,sobre todo por aquellos que más las predicaban. El viejo sonrió y le dijo que eso no era nada nuevo, y le contó la siguiente historia:


Anónimo: India 


Era un renombrado maestro; uno de esos maestros que corren tras la fama y gustan de acumular más y más discípulos. En una descomunal carpa, reunió a varios cientos de discípulos y seguidores. Se irguió sobre sí mismo, impostó la voz y dijo:

-Amados míos, escuchen la voz del que sabe.

Se hizo un gran silencio. Hubiera podido escucharse el vuelo precipitado de un mosquito.

-Nunca deben relacionarse con la mujer de otro; nunca. Tampoco deben jamás beber alcohol, ni alimentarse con carne.

Uno de los asistentes se atrevió a preguntar:

-El otro día, ¿no eras tú el que estabas abrazado a la esposa de Jai?

-Sí, yo era -repuso el maestro.

Entonces, otro oyente preguntó:

-¿No te vi a ti el otro anochecer bebiendo en la taberna?

-Ése era yo -contestó el maestro.

Un tercer hombre interrogó al maestro:

-¿No eras tú el que el otro día comías carne en el mercado?

-Efectivamente -afirmó el maestro. En ese momento todos los asistentes se sintieron indignados y comenzaron a protestar.

-Entonces, ¿por qué nos pides a nosotros que no hagamos lo que tú haces?

Y el falso maestro repuso:

-Porque yo enseño, pero no practico.

Este cuento me nos lleva a reflexionar sobre cómo es fácil dictar normas ,predicarlas, pero en la práctica las pasamos por alto según nos conviene, las aplicamos a los demás, nos dan pauta para criticar, juzgar y castigar si eso nos puede redituar algún beneficio dando lugar a situaciones que debieran avergonzar por su incongruencia, por la doble moral que demuestra en nuestros juicios de donde se ha tenido como buena frase aquella que dice que “siempre es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio” 

No vamos a cambiar hasta admitir que somos seres que intentamos ser correctos por convenir a la buena convivencia, que hemos creado normas que limitan nuestras tendencias naturales, nos angustia romper esas reglas pero continuamente lo hacemos y creemos que con el arrepentimiento o señalando los errores de otros estamos cumpliendo con los preceptos de mejor manera, siempre encontramos a quien señalar como peor transgresor merecedor de las críticas e intentamos escondernos tras su sombra, hipócritas, eso no es ser honesto , porque no mostramos lo que en realidad somos? Si nos viéramos desnudos ante el espejo con todas nuestras fallas y las aceptáramos sabiendo que somos iguales a nuestros hermanos podríamos mejorar en nuestros juicios y aceptar que sin ser perfectos hacemos un esfuerzo por mantener las buenas relaciones y así hemos llegado a donde estamos.

JuanAntonio Saucedo Pimentel 

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