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viernes, 14 de junio de 2024

El camino

 El día que su esposa murió se fue de la ciudad sin rumbo fijo sin importarle dejar atrás su negocio, casa, familiares y amigos que se quedaron pensando que el tal vez terminaría suicidándose, o perdido en el alcoholismo. Ellos tampoco entendieron como la vida puede deparar tanto dolor en un instante, un accidente es como abrir una puerta al infierno, sobre todo cuando un amor tan grande es aniquilado de forma tan repentina, o mejor dicho, separa a los amantes y deja un reflejo que ilumina el dolor profundo de un alma que pierde su fe.

Misael recorrió muchos lugares en los siguientes años, paso por momentos terribles intentando aliviar su dolor, varias veces pensó en matarse, otras se refugió en la soledad y terminaba siempre llorando, reclamando a Dios por haberle dejado vivir sin ella, pero siempre su espíritu religioso le devolvía a la cordura, le detenía en sus amargos reclamos, en sus locos intentos de terminar su vida y le hacía continuar el camino.

La gente le miraba con lastima y le socorría adivinando que estaba cargando un inmenso dolor, le ofrecían alimento , agua, un rincón para descansar , hubo quienes le ofrecieron trabajo, él hacía cualquier tarea , se notaba su conocimiento en la mecánica y en la electricidad, ninguna oferta le detenía, nadie le convencía de detenerse y rehacer su vida con otra mujer, que muchas le tenían por atractivo , buen partido para formar una familia porque se notaba su buen comportamiento, alejado de adicciones, trabajador bien capacitado y harían cualquier cosa por ganar su cariño, pero era un reto imposible aún cuando muchas de ellas eran jóvenes hermosas que cualquier hombre hubiera aceptado sin reservas.

Cuando alcanzó los cincuenta años de edad parecía un hombre de setenta, caminaba lento, su pelo plateado algo crecido volaba despeinado con el viento, su piel quemada por la exposición al sol en sus largas caminata por senderos en lugares desérticos, pero de salud estaba bien, tal vez el comer poco y el mucho ejercicio que realizaba en su andar constante le mantuvieron sano, le permitió con los años encontrar una interpretación a su destino, pensando que de esa forma estaba acercándose a la hora en que se reuniría de nuevamente con su amada esposa, la que de inspiración le llenara en los cinco años y cuatro meses con seis días que convivieron juntos, soñando, convirtiendo el tiempo en su esclavo, haciendo del amor un reflejo de sus actos que a todos iluminaba, fueron los espacios perfectos para compartir lo dulce y lo amargo sí que hubiese en ello reclamó alguno, siempre encontrando en su amor profundo el fuego para forjar lo malo en algo distinto que les daba fuerza y les unía como lo está la playa con el océano , la noche con las estrellas, convertían en almas que convertían placer, pasión y amor en fuego y hacían un juego divertido de cada noche y cada día. Al perderla se convirtió en lo que era, un hombre alejado de ataduras, sin responsabilidad alguna, recorriendo senderos en lentos pasos que se convertían en grandes distancias , en nuevos lugares por conocer, sorpresivos encuentros con gentes de tipos distintos, de pensamientos que le trasmitían sentimientos, emociones, ideas que siempre estaban unidas a la familia, los amigos, los hijos, la mujer o el hombre amado , el trabajo, los sueños, la esperanza en que el mañana será mejor, dejando siempre lugar para el amor en su corazón y el apego a la vida a la que se aferraba aún los más viejos sin embargo sabían que la muerte estaba en cualquier esquina esperando y no hay forma de eludirla.

Aprendió en ese recorrido que las historias de los hombres son muy parecidas, las variaciones se dan en un conjunto de acciones y de circunstancias en las unos avanzan más que otros, se determina de esa forma la constante renovación donde se imprimen los actualizados formatos que no son más que modificaciones simples a la eterna historia que el hombre libra para continuar existiendo, pero en el fondo contiene las pasiones, los instintos, las emociones, sentimientos, los idénticos motivos para seguir luchando, creando conflictos que se multiplican, se agrandan, se manifiestan en versiones modificadas por tecnología y ciencia, sin que ello marque una diferencia en la pretensión primaria, acabar con el enemigo, vencer, obtener lo ambicionado o morir en el intento.

Cuando Misael retorno a su pueblo ya era una ciudad de millones de habitante, no había lugar que pudiera reconocer , familiares y amigos estaban esparcidos por el mundo, otros fallecieron o estaban gravemente enfermos y nadie le recordaba, era parte de una historia perdida entre los muchos cambios, entre las memorias diluidas en demencia senil.

Recorrió las calles intentando ubicar donde había estado su casa, su taller, o los otros negocios de los vecinos, pero fue en vano, parques, edificios de orinas o departamentos con avenidas congestionadas por el tráfico, miles de gentes con rostros desconocidos, desplazándose en todos sentidos con prisa, como si la vida estuviese a punto de terminar y solo quedará ese día para realizar sus tareas, alcanzar sus sueños.

Se detuvo en un bar, tomó una cerveza elida y comió papá con tocino salchichas en vinagre acompañando con pan negro, camino al templo a las cinco de la tarde y entró a orar y dar gracia por lo recibido en la vida, después fue al parque que ahora era un gigantesco conjunto de recreación y cultura, se recargó en un árbol y se quedó dormido para nunca despertar, seguramente soñando con su amada esposa a la que conoció en ese lugar.

JuanAntonio Saucedo Pimentel 

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