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viernes, 5 de julio de 2024

Las contradicciones

 Don Teofilito fue a la ciudad acompañado del maestro del pueblo para solicitar mobiliario para la escuela y la parte del presupuesto que se había prometido para los canales de riego. En su calidad de representante de Tlantengo del Monte Alto, se tomaba muy en serio su responsabilidad y bien ganada tenía la fama de ser un hombre honesto, formal, trabajador al punto que sus amigos le decían El Apuradito.

Esa visita a la ciudad resultó en una experiencia que le daría tema para pensar toda la semana y comentar con su esposa e hijos lo mucho que le había sorprendido el constatar que las ideas producían dinero, entre más rebuscadas y poco entendidas mejor, porque los que pagaban por escuchar los discursos de los supuestos expertos, al quedar confundidos preferían alabar los enredados pensamientos y a quienes los exponían de forma tan elocuente.

Esto sucedió porque aceptó la invitación del maestro para asistir a una conferencia sobre filosofía en la universidad de la capital, no pudo negarse, primero por curiosidad y luego porque el joven profesor era muy atento y le dijo que era importante aprender siempre algo nuevo que pudiera servir para entender mejor el mundo y nuestra propia vida.

Escucho con atención sin entender casi nada de las tesis, antítesis, concreto, abstracto, el pro y el contra, la fenomenología, las distintas corrientes de pensamiento que explicaban de distinta forma la relación entre las cosas, lo abstracto y lo concreto, lo finito y el infinito, donde se inicia lo terminado y la continuación del los procesos mentales en dimensiones de lo desconocido, etc., lo cual le produjo un ligero dolor de cabeza y una inquietud al notar que su ignorancia le impedía comprender lo que esos catedráticos exponían con facilidad.  Afortunadamente el maestro le dijo que no se preocupara, la mayoría de los asistentes estaban en la misma situación, pero no lo aceptarían y en cuanto a los doctores que expusieron el tema, eran tan arrogantes por estar en un sitio privilegiado, no siempre ganado por su sabiduría, sino por las influencia que tenían, amigos o familiares en altos puestos públicos o la recomendación de otros intelectuales de renombre que formaban una especie de clan para mantenerse en la cumbre de la pirámide cultural.

Entonces para que venimos? Pregunto don Teófilo asombrado.

Porque quería que usted viera a donde se llega cuando las ideas se convierten en poder, prestigio y riqueza, contestó el maestro.

Eso fue suficiente para que la mente de campesino sencillo y de buen corazón se convirtiera en un torbellino de pensamientos que durante ocho días le mantuvo en constantes conversaciones con sus conocidos y familiares adultos, porque afirmaba que el mundo de los que pensaban demasiado era como un campo de locos, donde las ideas extrañas e incomprensibles se escribían en libros que muchos repetían, analizando su contenido, añadiendo otras revolturas que no terminaban de explicar ni la O por lo redondo, ni tenían pies ni cabeza, pero que se vendían a mejor precio que el maíz, el frijol o cualquier producto del campo, sin ser algo que sirviera para el cuerpo, por el contrario, enfermaba las mentes, las trastornaba hasta llegar a creer que se puede explicar la naturaleza de Dios y todo lo que existe, de donde he caído en la cuenta de que nuestros hijos deben de ser cautelosos, no dejarse engañar por esos vendedores de pensamientos sin sustento, que para nada han de servir sus argumentos sin un plato bien servido en la mesa y una provisión de alimentos para mitigar el hambre, o las mantas para cubrir el cuerpo, las herramientas de trabajo, en fin, lo que se necesita para el buen vivir.

Los pensamientos sin acciones para el bien común tienen sustento en los resultados, un pensar sin hacer nada es perderse en las fantasías, mejor vivir sin mucho análisis pero con buenos resultados, que bien sabemos lo que se necesita para vivir felices.

El maestro se arrepintió de haber llevado a esa conferencia a su amigo, porque desde entonces no se promovió la educación escolar más allá de la primaria y se pidió presupuesto para talleres con maestros que enseñarán oficios además de ingenieros en agronomía para elevar el rendimiento de la tierra, mejorar la calidad de los productos, por lo cual se conformó con ser parte de una comunidad donde se toma como principal objetivo la productividad, el buen desempeño en cada tarea, la honestidad y el bien común.

Según sus propias palabras, fue lo mejor que le pudo pasar.

JuanAntonio Saucedo Pimentel 

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