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sábado, 29 de mayo de 2021

LAS PIEDRAS MAS VALIOSAS






Cuando don Evaristo Tacumba fue nombrado alcalde del pueblo la situación era desesperada, las recientes tormentas habían dejado incomunicado al pueblo completamente, meses pasarían antes de arreglar las veredas que conducían a la cabecera de municipio y cada quien se las arreglaba como podía y de acuerdo a su criterio, eso daba pie a muchas discusiones, el trueque era la forma en que se hacían los intercambios entre diferentes bienes y no siempre resultaba muy justo, por lo que Tacumba decidió hacer su propia moneda de cambio con unas piedras de rio de diferente tamaño que fueron marcadas con una pintura que solo podía elaborarse  con cierta formula que el chaman de la comunidad conocía. El precio se imponía de acuerdo a la abundancia o escasez de los productos, a su importancia por uso y a su estimación o trabajo para ganarlas entre la comunidad, de modo que cada vez fue mas precisa la forma como se realizaban las transacciones y con menos dificultad, se estableció un banco de piedras pintadas que garantizaba la circulación de esas piedras de cambio, por supuesto que Tacumba estaba muy al pendiente de que no se hiciera un mal uso de ellas o que alguien intentara aprovechar su posición para sacar mayor provecho haciéndose de piedras que no había ganado o no había adquirido de manera legal.

Fue tal el buen resultado de esa forma de controlar los negocios y las actividades del pueblo que, cuando por fin se abrió el camino a las otra comunidades, nadie se preocupo de obtener dinero porque ya se habían acostumbrado a realizar las operaciones de compra, venta o pago con las dichosas piedras pintadas y eso no le gusto para nada a los que se esmeran en que el dinero sea la manera de realizar dichas operaciones, entonces decidieron hacer un juicio en contra de Evaristo Tacumba bajo la acusación de interferir en los asuntos del financiamiento y transacción monetaria evadiendo las leyes fiscales para el efecto. Cuando la demanda se levanto en el pueblo nadie comprendió que querían decir tantas palabras y con que objeto pretendían quitarles su forma tan eficiente como se manejaban con las piedras pintadas, pero el caso es que se encendió una acalorada discusión entre las autoridades, los bancos, la cámara de diputados, los cenadores , los chismosos, los que ni sabían de que se trataba el asunto y pronto se hizo viral a nivel mundial el caso de las piedras pintadas de Tacumba que ya habían ganado incluso la posibilidad de que se hicieran objetos de colección alcanzando grandes precios en le mercado, lo cual dejo perplejos a los habitantes de aquel poblado que vieron como sus piedras desaparecían misteriosamente a la llegada de visitantes de otras regiones, de otros países, que venían con el único objetivo de adquirir a cualquier precio algunas de esas piedras. 


Tacumba y el chaman eran objeto de asedio, su vida corría peligro y tuvieron que esconderse en lo profundo de las grutas de la sierra que solo ellos conocían, los querían aprender las autoridades y también los deseaban aquellos que vieron la posibilidad de que les hicieran mas piedras pintadas para revenderlas en el mercado o en subastas en las que se apreciaban como joyas preciosas. 


Para cuando se resolvió el caso en la suprema corte de justicia, ya no existían piedras pintadas de Tacumba en la región y tanto el chaman como el amado alcalde habían fallecido llevando a la tumba su secreto de la elaboración de la pintura con las que fueron marcadas las famosas piedras que ahora son buscadas por los ambiciosos coleccionistas, museos o inversionistas por lo que han alcanzado precios exorbitantes. Tacumba nunca imagino todo lo que acarreo su idea de pintar aquellas piedras y utilizarlas como dinero, pero por lo pronto ya no se permite, de acuerdo a las nuevas disposiciones dictadas por la corte, que nadie utilice otra cosa que la moneda que utiliza el estado para las transacciones comerciales y para cualquier actividad relacionada con financiamiento, pago, compra, o lo que sea  donde tenga que entrar el dinero a chaleco . 

JuanAntonioSaucedo Pimentel 

martes, 18 de mayo de 2021

Trolebuses en el pueblo

Don Rufino se empeño en que el pueblo tuviese trolebuses como medio de transporte, lo cual era sumamente complicado tomando en consideración que estábamos en un lugar de la sierra al cual difícilmente se llegaba por una estrecha vereda , pero el, como alcalde rector de todo lo que concernía a la administración publica, no escucho razones y partió a la ciudad para entrevistarse con las autoridades correspondientes para presentar formalmente la solicitud, argumentando que los pueblos originarios eran los mas marginados y sobre todo lo que estaban en lugares tan apartados como nuestro querido pueblo de Xilostacquenco , el caso es que , increíblemente, las autoridades cedieron ante sus enérgicas protestas y su constancia al solicitar en diferentes instancias que se atendiera su petición con justicia y celeridad. 

Para calmar sus ímpetus y lograr tranquilizar las cosas con los medios de comunicación que ya habían hecho del asunto un verdadero icono propagandístico sobre la marginación y la falta de atención a los pueblos originarios, las autoridades decidieron otorgar los materiales y la ayuda técnica para iniciar los trabajos que conducirían al cumplimiento de la solicitud presentada por don Rufino Xicotomoztoc, que ese era el nombre con el que de dió a conocer, ya que no existía registro de su nacimiento en el municipio y fue hasta esta fecha que se hizo el debido apunte legar para tenerlo como ciudadano de nuestro pueblo, por supuesto que tuvieron que poner testigos falsos que le conocían y dar una edad aproximada por no tener acta de nacimiento, pero todo fue allanado con tal de quitarse de encima a los medios de difusión y hacer que regresara nuestro alcalde al lugar donde pertenecía.


Don Rufino llego triunfante con una caravana de camiones que transportaban rollos de linea y postes para iniciar los trabajos que conducirían a la tan anhelada propuesta de tener trolebuses en un pueblo de la cierra, aunque los ingenieros que llegaron también en esa caravana se quedaron anonadados al notar que ni siquiera contábamos con una buena traza de calles y que era un pueblo de apenas siete mil habitantes que carecía de servicios básicos como el agua potable y electricidad; pero como las ordenes eran hacer lo posible para mantener calmado al señor Alcalde se dieron a la tarea de mostrar a los pobladores como levantar los postes, realizar las conexiones del tendido de cables, etc., con la advertencia de que no tendrían electricidad hasta que se trajeran los generadores adecuados, lo cual era complicado porque eran de importación, se tenia que hacer la solicitud y esperar que se diera respuesta en el congreso para autorizar el presupuesto necesario.

Sin importar esas advertencias los pobladores pusieron manos a la obra con entusiasmo y en poco mas de dos meses ya tenían tendida la linea desde el pueblo al llano donde empezaban el mayor numero de de las parcelas de cultivo y también donde se llevaba al ganado a pastar. Felices se despidieron los ingenieros por lograr semejante obra de dos y medio kilometro de largo en un terreno tan poco propicio, aunque un poco tristes porque dejaban a toda esa gente buena y que tan bien los había tratado, ilusionada pero con pocas posibilidades de llegar a tener el transporte prometido.


Al paso de los meses se vio que la cosa no avanzaba, las autoridades respondían con evasivas y con discursos que pocos entendían sobre las dificultades técnicas, los pormenores del la solicitud al congreso, los pocos recursos que se contaban para tal empresa y otras cosas que fueron desanimando a don Rufino y a la población en general. 

Fue entonces cuando apareció Rigoberto Montaño con su gran idea, montar unas canastillas como las que utilizan los esquiadores en las montañas nevadas y que las jalaran los burros , ni tardos ni perezosos se pusieron a fabricar las canastillas con petates y carrizos, quedaron bien, tanto que después sirvieron de modelo para hacer otras que utilizaron en otras ciudades para distintos usos.

En la primera canastilla tirada por un burro blanco subió don Rufino , orgulloso y feliz fue seguido por la multitud de niños y jóvenes que corrieron viendo como la canastilla se deslizaba por los cables sin mayor problema dando por inaugurado el servicio para la población, por supuesto que eso fue mas un acto festivo que una solución practica, pero por años esas canastillas y esas lineas han sido el disfrute de los lugareños de ese y otros pueblos cercanos que llegan para pasear en “las canastas volantes” como les dicen y les conocen en los alrededores.

Los trolebuses probablemente nunca lleguen, pero el ver a don Rufino subido en una de esas canastillas tirada por un burro ha sido uno de las anécdotas preferidas para contar en las noches en torno al fogón, los chistes y risas en torno al suceso no han cesado desde entonces y creo que van a seguir mucho tiempo, tal vez mucho después de que de verdad lleguen los trolebuses a esa zona.

JuanAntonio Saucedo Pimentel