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El Gran Libro

El Libro Cuando nació la idea de escribir fue como la tormenta que de pronto aparece en el horizonte anunciando con relámpagos y truenos...

viernes, 30 de agosto de 2013

Final de una era

Final de una era
    Encontré al curandero sentado a la orilla del camino rumbo a los llanos, me dirigía a mis labores en la milpa, era la temporada de la media tabla y había mucho que hacer, me detuve para saludarle y desearle un buen día, me sorprendí cuando me respondió, “ que así sea porque ya no quedan muchos buenos por delante” . intrigado le pregunte la razón de su pesimismo y me dijo: Las nubes ya anuncian tormenta y los tiempos han cambiado, a girado la rueda de tiempo tenemos que enfrentar otras cosas que no hemos vivido en el pasado y no muchos podemos adaptarnos a las cosas nuevas, sobre todos los que ya somos viejos tendremos que retirarnos antes de que nos vean como estorbos en la vereda. Andemos juntos el trayecto al llano, voy por algunas hierbas que me hacen falta para los remedios que voy a prepararle a don Rogelio, últimamente ha estado sufriendo de la respiración, se sofoca y tiene miedo de ahogarse por las noches porque no puede respirar bien.
Me ha dejado intrigado, por que dice que vienen tormentas, el tiempo nos has favorecido en esta siembra y veo el cielo claro.
Me refiero a las cosas que han de acontecer, ya se esta acercando la modernidad a estas tierras, en los pueblos cercanos se ven los tractores de nuevos dueños de las tierras, el ruido en la carretera ha aumentado, me llega a la casa como un chirrido de chicharras que se hace interminable y cada vez mas fuerte, lo cual indica que hay mucho transito, no se requiere se adivino para saber que eso nos traerá nuevas gentes, ideas y negocios por los rumbos y cambiaran nuestra forma de vivir.
Es cierto, yo también he notado el aumento del ruido por la carretera, pero creí que estaba imaginando o que nunca había puesto atención y ahora lo notaba, pero ya que usted lo menciona tiene razón, hace ya varios meses que se incrementa el trafico de camiones pesados sobre todo.
Es el caso que cada ocasión que eso sucede nos han traído malas consecuencias, recuerdo cuando vinieron los del gobierno a intentar poner una presa por el rumbo de Tenango y cuando vino el ejercito a traer caballos a pastar en los llanos, trajeron problemas a las comunidades, hubo agresiones y encarcelamientos por defender los derechos y no aceptar injusticias, pero fueron tiempos difíciles. Los mas viejos aun recordamos el temor que vivimos y los corajes que tragamos cuando la impotencia no invadía porque ellos tenían las armas y se respaldaban en el poder, nosotros solo teníamos nuestros juicios y alegatos que no tuvieron efecto, gracias a Dios que eso se termino porque sus proyectos no estaban acordes con la situación y la geografía, de lo contrario nos hubieran desalojado sin miramientos. El ingeniero Ramiro esposo de Soledad, su suegra, murió de esos corajes lo puedo asegurar, el era uno de los mas aguerridos y fue a la capital a presentar los reclamos, pero lo encarcelaron durante varios meses y cuando regreso ya venia enfermo y desanimado. Ya nunca fue el mismo, se pasaba las tardes recorriendo a caballo las tierras como si buscara una forma de hacer valer los derechos, el falleció antes de que se suspendieran los proyectos de la presa y la base para el ejercito en estos contornos.
Nos separamos al llegar al llano, ya el ganado nos venia siguiendo a corta distancia porque nuestro paso había sido lento, pero yo había encontrado en sus palabras una advertencia, era tiempo de buscar alternativas, las cosas cambiarían sin duda y el viejo curandero me había puesto en alerta justo a tiempo, lo mejor era empezar a advertir a otros y platicarlo, tal vez alguien tuviera una buena idea para enfrentar esos cambios, a mi solo se me ocurría por lo pronto investigar  comprobar que es lo que sucedía en los pueblos cercanos y seguir la ruta de esos camiones que aumentaban en numero por la carretera.
Esa misma tarde lo platique con Luisa y me dijo que se comunicaría con Francisco para que el averiguara en la ciudad que es lo que estaba sucediendo por el rumbo, tal vez ya tenían noticias o rumores de algún proyecto.   También platicamos con otros vecinos, todos de acuerdo en que se tenia que investigar porque cuando el curandero hablaba no era en vano, algo nos estaba advirtiendo.
Pronto tuvimos noticias de la capital, si habían proyectos para modernizar los sistemas de cultivo en la zona, pero lo mas alarmante es que se proyectaba un corredor industrial precisamente entre la capital del estado y Tenango, que estaba a unos veinte kilómetros delante de nuestro pueblo, eso afectaría mucho, seguramente se pondrían negocios, unidades habitacionales, bodegas, industrias que traerían mucha gente de otras partes además que ahí irían a laborar todos aquellos que no tuvieran parcelas, porque serian mejor remunerados y contarían con prestaciones que no se podían tener trabajando la tierra. La recomendación era que vendiéramos los terrenos cercanos a la carretera porque serian bien pagados y que nos uniéramos al grupo que estaba buscando los financiamientos para la modernización, tal vez eso nos daría alguna ventaja para mantener la comunidad compitiendo. El tan solo empleo de la palabra competir me hizo ver la triste realidad a la que nos enfrentaríamos, ya no tendríamos la tranquilidad a la que estaban habituados en el pueblo, pasaríamos a ser competidores en un medio donde la hostilidad y las malas maniobras son cosa normal, no lo dije pero fue algo que me empezó a preocupar seriamente.
Investigamos donde y como se estaba efectuando el programa de modernización, asistimos a las platicas con bancos y gente del gobierno, escuchamos sugerencias, lo comentamos en reuniones comunitarias, hicimos nuestras solicitudes y esperamos ver como resultaban los tramites, pero en ese acontecer se nos fueron meses y los cultivos no estaban bien atendidos, la cosecha no fue la esperada en el año y para colmo se nos empezaron a ir los viejos, entre ellos don Matías y don Refugio, Doña Clotilde la del molino y  el viejo curandero, lo cual nos dio mal presagio.
Los compradores de terrenos aparecieron como buitres, ofrecían buenos pesos por los terrenos que les convenían que eran los mas cercanos a la carretera, no pudimos detener la venta, el temor ya arraigado por las malas noticias y lo que estaba sucediendo en la comunidad era mas que suficiente, pero además se temía que de no hacerlo podrían ser despojados según rumores que habían dejado correr los interesados en adquirir las tierras.
Fue como una desbandada de aves escapando a tiros de escopeta, de la noche a la mañana se retiraban familias enteras con la esperanza de encontrar otros terrenos para comprar con el dinero recibido, otros lo mal gastaron en consumo de cosas inútiles que compensaron momentáneamente su perdida.
Me dirigí para la sierra, ahí seguramente tardaría en llegar esta ola de modernización, encontré buena tierra con agua abundante en un pequeño valle, estaban a la venta e hice el trato con el dueño, el y su esposa ya eran ancianos y deseaban ir a vivir mas cerca de la ciudad donde podrían contar con servicios y comodidades , ya estaban cansados de tanto trajinar en esos terrenos y los hijos ya nunca los visitaban, les dio gusto que yo les hiciera una buena oferta para trabajar los terrenos, además los dije que podrían regresar cuantas veces lo quisieran, les aguardaría un cuarto siempre preparado para recibirlos con gusto.  Agradecieron la invitación y cerramos el trato al mes siguiente ante el notario del municipio, todo en orden, ya teníamos un nuevo sitio para seguir con nuestras vidas. Pero ahí estaríamos mas solos, los amigos y amigas se fueron para diferentes rumbos, solo cinco familias encontraron terrenos cerca de los nuestros, era mas de lo que imaginábamos obtener porque sabíamos que había terminado una era y era necesario adaptarse a la nueva aun cuando eso representara mayores sacrificios.  En realidad lo enfrentamos con mucho optimismo, las posibilidades eran muy buenas, ahí se podía construir con facilidad porque había abundante piedra y el bosque era extenso, la temperatura no era mucho mas baja de la que estábamos acostumbrados y desde el primer año obtuvimos una buena cosecha, aquí no había molino, pero pronto nos hicimos de uno manual y también de un pequeño horno de leña que utilizamos para hacer pan, los primeros intentos no fueron buenos pero nos perfeccionamos con el tiempo, era algo nuevo que nos daba satisfacciones, siempre había algo que hacer en la construcción y poco a pocos se fue formando una ranchería que después se convirtió en punto de visita para turistas extranjeros y nacionales que venían por los rumbos a recorrer los cerros y a ver unas ruinas que se descubrieron como a dos horas de camino en un lugar difícil de acceder, pero eso le daba un mayor atractivo para los amantes de la aventura.
Las ruinas fueron descubiertas por los hijos de nuestros vecinos, Ramón y Armando andaban jugando y se alejaron de la casa durante todo el día, sus padres pensaban que estaban cerca del arrollo, lo cual era cierto, pero ellos habían seguido el cause arriba y llegaron a esos parajes donde estaban las piedras acomodadas en escalinata, se devolvieron desde ese punto y lo comunicaron a todos, fuimos como de excursión el siguiente domingo, nos llevamos comida y recorrimos el lugar con calma, eran varias edificaciones aun en buen estado, sin duda construidas en la época precolombina, los felicitamos por el descubrimiento y a la siguiente semana lo reportamos a las autoridades del estado y también se lo dijimos a Francisco para que lo difundiera en la capital por los medios que considerara pertinentes, fue un exitazo, tuvimos que ampliar los cuartos, construir otras cabañas, preparar comida para los viajeros y vender recuerdos que nos trajeron de una compañía que se dedicaba a elaborar llaveros, camisetas estampadas y otras cosas para los sitios turísticos. Total fue un negocio redondo que a pocos años nos obligaron a vender, el estado administraría ese entorno  y nos dieron un plazo para buscar nuevas tierras, porque las opciones que ellos nos propusieron no fueron de nuestro agrado.
Francisco nos informo que una revista famosa había sacado en su portada la foto de un extranjero en las ruinas descubiertas por Ramón y Armando, proclamando que ese señor era el descubridor, nos reímos y dijimos que sabiendo nosotros la verdad eso no tenia importancia, pero Francisco envió una aclaración a la revista, no hubo mayores resultados, no podían retractarse y decir que no habían verificado la información antes de editarla.

Mi energía ya no era la misma, tampoco el animo de Luisa que vio perderse tanto trabajo y nuestras obras de nueva cuenta de manera injusta desde nuestra forma de ver, pero ya saben que cuando se cierra una puerta se puede abrir una ventana, eso sucedió cuando cambiamos de rumbo y nos fuimos mas arriba en la sierra.
Recibimos invitación para ir al bautizo del segundo hijo de Francisco, de paso para la ciudad decidimos visitar el pueblo donde nos conocimos,
es un lugar fantasma, el manantial y los posos se han secado, los llanos ahora son terrenos de fraccionados esperando venderse, sobre la carretera existen bodegas y grandes industrias que captaron mucha de la gente de los pueblos aledaños, ya no hay ganado o milpas, no tiene el aroma a hierbas el aire ni se ven las grandes parvadas de pájaros surcando los cielos, es una tierra de producción tecnológica, de grandes negocios donde no tiene cabida la felicidad humana.


El amor rebosado

El amor rebosado
  A partir de nuestra unión como pareja las cosas empezaron a cambiar radicalmente en el pueblo, era como si hubiéramos contagiado de nuestra pasión a la comunidad entera, incluso los animales tuvieron mas crías y las aguas de posos y manantiales fluían con mayores caudales, las flores tuvieron mejores colores, eran mas grandes los frutos de las huertas, los maizales nos dieron mejores cosechas y se respiraba la alegría y el amor por todas partes. Los de otros pueblos cercanos decían que nos habíamos retrasado en las tareas y que sin embargo mejor producían nuestras tierra, miraron al nuestro como un pueblo encantado en el que era peligroso entrar porque se contagiaban de una especie de locura que les hacia amar sin restricciones, como si hubieran tomado mosquito en mas cantidad de lo debido o se hubieran golpeado la cabeza , anduvieran aturdidos. Lo cierto es que el curandero del pueblo tuvo que administrar mas remedios que nunca para  evitar que las mujeres tuvieran hijos tan seguido, eso rompería el equilibrio de la población y les daría demasiado trabajo a los padres. Les recomendaba no pasar muy seguido por la loma donde estaba nuestro jacal, porque según había detectado ahí se había originado aquella epidemia de amor rebosado que no era cosa normal ni que el hubiera presenciado en años anteriores.  A nadie le parecía mal lo que estaba sucediendo, por el contrario, la abundancia se estaba repartiendo de muchas maneras, las vacas daban mas leche, los puercos estaban mas grandes y los llanos tenían mas pasto para los animales lo cual se traducía en contento.
   Mi vida había cambiado por completo, ahora trabajaba las tierras que pertenecían a doña Soledad y a Luisa, que la gente veía ahora como mi familia, la cual se repartía perfectamente las tareas, mi esposa llevaba el nixtamal al molino todas las mañanas, retornaba y me ayudaba a ordeñar mientras la suegra echaba tortillas , desayunábamos, me retiraba a la milpa  ellas a los quehaceres normales de la casa entre los cuales estaba hacer los quesos y el requesón que consumíamos y alcanzaba para vender un poco.
A la hora del almuerzo , Luisa aparecía por el terreno con viandas calientes y nos sentábamos a platicar mientras comía, ella me contaba de lo que su hijo le decía en sus cartas y de lo contenta que se sentía de estar con su madre y competir su vida con la mía. No habíamos dejado el jacal que me habían prestado, seguía siendo nuestro refugio, aun cuando algunas veces nos quedábamos en casa de su madre, procurábamos las mas de las noches pasarla en aquel sitio donde nos conocimos y donde tantas veces dijimos cosas que nos fueron uniendo.

   Los días se fueron corriendo, un año tras otro acumulando si que apenas nos percatáramos de cambios en la vida, tal vez si no hubiera enfermado gravemente doña Soledad no hubiéramos despertado de nuestro sueño, pero dicen que no hay felicidad completa, la señora ya estaba cansada, como ella misma decía, era hora de ir a descansar con los otros que se le habían adelantado, se fue consumiendo rápidamente y el curandero recomendó dejarle que descansara, ya era su tiempo de dejar esta tierra para ir con Dios. Mucho me extraño que ellos tomaran con tanta tranquilidad un fallecimiento, pero era normal, estaban acostumbrados y habían sido educados con muestras de la naturaleza donde todo tiene un ciclo de vida , un tiempo para la muerte, que no es mas que una forma de renovación constante.
   Al sepelio asistió todo el pueblo, caminamos en procesión silenciosa hasta el cementerio que estaba a cinco kilómetros de distancia del pueblo, de regreso platicamos anécdotas graciosas y cosas relevantes de la vida de mi suegra, ahí me entere de cómo ella también había quedado viuda joven al igual que Luisa y de que su marido había sido un ingeniero agropecuario que mando el gobierno a realizar estudios por el entorno, se quedo a vivir en el pueblo porque se enamoro perdidamente de Soledad, decían las señoras y con una sonrisa maliciosa terminaron con “se transformo la Soledad en apasionada compañía y de ahí nació la Luisita”

   Francisco vino al entierro de su abuela lo cual provoco sentimientos encontrados en Luisa, que termino cediendo a la alegría de verlo tan gallardo y bien educado, recordándole a su propio padre, con su traje y corbata, zapatos lustrosos, bien cortado el pelo, el semblante sereno, los ojos brillando, sobre todo cuando miraba a su novia que le había acompañado para conocernos.  Eso fue bueno, porque contrarresto el dolor que sentíamos por el fallecimiento de la suegra y nos dio la certeza de que la vida tenia que seguir de otra forma, ahora pensando en nosotros y en el futuro que seguramente pronto nos regalaría con nietos.  Lejos estábamos entonces de imaginar la tragedia que se cernía sobre esas tierras y como se transformaría la vida de los habitantes de esos pueblos, de eso escribiré mas tarde.

jueves, 29 de agosto de 2013

El pueblo




    Instalado en le jacal que me prestaron por tiempo indefinido, trabajando a medias con Don Matías y haciendo mis dibujos y pinturas con gises mi vida era tranquila y equilibrada, tal vez porque sin mucho esfuerzo me adapte al no consumo desmedido y a la sencillez como se vivía en el pueblo.  Mi mobiliario consistía en una mesa rústica pequeña, dos sillas, una cama con petate , el dormir en tierra aun no me sentaba bien, los jarros y platos de barro, una cazuelas y ollas del mismo material, el contenedor de agua con su filtro de piedra porosa y el brasero que yo mismo hice para facilitarme cocinar ya que nunca fui lo suficientemente flexible para permanecer sentado en el piso o de rodillas frente al comal como se acostumbra por esos lados.

    Me entretenía en hacer un camino con piedra desde el borde del camino hasta mis habitaciones para evitar llegar con lodo en la época de lluvia hasta el interior del jacal, cuando apareció una mujer cargando un envoltorio de ropa .
Aquí traigo sus cosas don, mi madre hoy amaneció cansada y me manda a dejarlas, que son diez pesos y que si tiene mas para lavar que me le entregue y mañana por la tarde se la devolvemos.
Comprendí de inmediato que se trataba de la hija de doña Soledad, la que me vendía tortillas y frijoles refritos, lavaba mi ropa y me instruía en las costumbres y sobre que cargos o reconocimientos tenían algunos de los integrantes de la comunidad. Ella me platico de su hija Luisa, viuda desde muy joven cuando a su marido le mato un rayo cuando venia de los llanos y no tubo la precaución de dejar enterrada la hoz viendo que se avecinaba una tormenta.
Le agradezco mucho que me la trajera, lamento saber que doña Soledad esta cansada, ahí dentro sobre la cama están mi ropas para lavar, le doy ahora el dinero, pero le agradecería que me aceptara una tasa de te y platicara conmigo un momento, hoy es domingo, termine temprano mis labores en la milpa y su mamá siempre satisface mi curiosidad por algunas cosas que me gustaría entender de como se vive en este pueblo.
  Luisa sirvió los tarros con té de hierbabuena y nos sentamos a conversar tranquilamente, mientras los hacíamos no dejaba yo de observarla y admirar su belleza natural, no requería de ningún maquillaje, su pelo trenzado le daba hasta la cintura y aparecía bien peinado , y su figura era esbelta, de estatura mediana, bien conservada físicamente como la mayoría de las mujeres de la región por las actividades físicas constantes y variados que realizaban cada día.
   Usted dirá que quiere que le cuente de este lugar, no hay mucho que contar, es un lugar donde todos nos conocemos, asistimos los de la misma edad al único salón de clases con el que hemos contado desde que yo era niña, ahí se imparten los grados de primero a sexto a la misma hora y por el mismo maestro, pero cosa extraña, no nos hacemos bolas, cada quien a sus tareas y escucha la explicación que le ocupa según el año que cursa, es algo que muchos de los que nos visitan no comprenden, pero solo estando como alumno se puede entender.  termino su explicación con una sonrisa y una mirada un poco burlona, seguramente yo estaba poniendo una cara de incrédulo que le pareció graciosa.
También me he fijado que no hay policía, ¿como se las arreglan para mantener el orden?
Fácil, la autoridad sabemos que son los mayores, los padres se encargan de los hijos y cada uno pone atención en su casa y en las acciones de quienes la habitan, una conducta indebida es castigada, además de que no gusta estar en la boca de otros por hacer las cosas mal, preferimos que se hable bien y se recomiende nuestro proceder.  La única vez que vinieron al pueblo los soldados fue hace años, cuando los mandaron a cuidar el orden en las fiestas de la Virgen, fue una tragedia que nadie olvida, la mayoría habíamos ido al entierro de mi esposo, veníamos del cementerio cuando escuchamos balazos, de pronto creímos que eran por el festejo, pero a lo lejos vimos correr gente, mujeres niños y los gritos desesperados llegaban hasta nosotros, corrimos para llegar al pueblo y encontramos a los tres soldados corriendo para las afueras con rumbo a la carretera, no sabíamos que sucedía, hasta que alguien vino a decirnos que tres hombres yacían muertos, uno dentro de la tienda de don Refugio, el otro en la casa de Matilde y uno en la milpa de su solar. Nunca se supo cual fue la causa, imaginamos que fue una discusión que se origino en la tienda, pero ha la fecha nadie sabe la verdad ni que sucedió con esos asesinos.  Nunca mas nos han mandado policía o soldados, las fiestas transcurren normalmente cada año, sabemos que algunos se pasaran de copas y se pondrán necios, pero los mismos vecinos los controlamos, nos conocemos y sabemos sus alcances, además siempre hay respeto por los que son mayores, como don Matías, cuando ellos intervienen lo mejor es comportarse o se corre el riesgo de que la comunidad entera lo rechace mas tarde.
Me imagino lo que eso representa, es como si lo expulsaran para siempre del pueblo, ha de ser difícil de enfrentarlo, ¿alguno ha sufrido ese castigo?
Si, una señora Elvira le dio por robar cosas y esconderlas,  cargaba la culpa a otros, cuando la descubrieron ella sola se fue del pueblo y su familia  le repudio , nunca ha regresado ni saben de su paradero.
   Otra de las cosas que alguna vez notara es que no tenemos doctor o dispensario medico como en otros pueblos, seguimos consultando al curandero viejo que vive a las orillas rumbo al cerro del Chapulín, es muy acertado porque conoce bien las plantas y remedios, cuando es un caso difícil nos remite a la capital del estado para que nos vean especialistas y eso casi nunca ha sucedido, por lo que no gastamos mucho y confiamos en que el nos mantendrá saludables. 

Luisa me hablo mucho de su hijo de catorce años, nacido un año antes del fallecimiento de su esposo, trabajaba en la tienda de don Refugio y era bueno con los números, gallardo y bien comportado se notaba que su madre le adoraba por la forma como lo describía y el semblante de su rostro que denotaba el orgullo que le invadía la referirse a el como su hijo.   Yo le escuchaba con atención y algunas veces me distraía por el brillo de sus ojos o por la sonrisa que acentuaba su belleza, imaginando que con ella un buen pintor aprovecharía para hacerla modelo excelente. Me alegre de que no hubiera artistas de talento por el rumbo que inquietaran a esa mujer con proposiciones que seguramente no traerían buenas consecuencias, bien sabía lo que sucedía en el mundo de las vanidades.
  Yo platique algunas cosas relevantes de mi vida, procurando dar una buena impresión y ganarme su confianza, le dije lo difícil que era para mi montar en burro y usar los guaraches, el sombrero no era mayor problema, pero comer sin cubiertos era aun medio problemático.  Deseaba conservarla como una amiga y tener oportunidad de seguir platicando con ella de esas cosas que, desde su perceptiva, se convertían en algo muy interesante, porque como mujer veía las cosas diferentes a como lo hacían los varones con los que normalmente platicaba en el tendejón de don Matí cada tarde.  A ella le agrado la idea de compartir las tardes de los domingos conmigo, me mostraría distintos sitios cercanos al pueblo, como la cueva del diablo en el cerro del Chapulín, o el manantial de aguas termales. Sin imaginar siquiera que esa amistad se transformaría en una relación fuerte que nos condujo al amor de una manera que antes no había experimentado porque se formo de la admiración, respeto, apoyo, confianza, desinterés, alegría, tranquilidad y pasión sin presión alguna, pero eso no lo narrare en detalle porque es como un tesoro que guardo en el cofre de mis mejores recuerdos.
Lo que si he de contar es como nos hicimos grandes amigos su hijo y yo, partiendo de su gusto por los números le enseñe los principios del álgebra y eso me gano su amistad y respeto, pasaba por las noches una hora a mi casa o le visitaba en la de su abuela, para así tener el gusto de ver a Luisa.  Dibujábamos,  hacíamos ejercicios matemáticos, geométricos y planteábamos problemas prácticos que intentábamos resolver para establecer pronósticos para la comunidad, como era el numero de pobladores a los próximos años, el consumo de maíz por poblador, las toneladas de maíz cosechadas en conjunto, etc. , cosas que le fueron convenciendo que ir a estudiar la preparatoria y la universidad era un buen objetivo, porque con eso podría retornar y ayudar a la comunidad mucho mejor. Yo realmente temí que eso sucediera, el verlo partir rumbo a la ciudad no era algo que me satisficiera, le exprese mis temores a Luisa y ella simplemente me dijo " el lleva principios y costumbres que no le dejaran caer en el fango".

Quisiera describir cada detalle de ese pueblo, hasta los mas insignificantes, porque conforme me fui adentrando en su ambiente, relacionando con sus habitantes, entendiendo sus formas de pensar, adaptándome a las costumbres, fui admirando cada vez mas esa forma sencilla de vivir, ese entorno cargado de historias conocidas, de vivencias compartidas, de trabajo en comunidad, donde la evolución se demostraba en la felicidad que se respiraba en cada rincón. 
   Diariamente al despuntar el alba recorría la pendiente de cinco o seis metros de desnivel que me separaba del camino principal al llano, me encaminaba al tendejón de don Matías deseando buen día a todo el que encontraba, me tomaba un mosquito de limón y me encaminaba a mis labores en el campo respirando el aire fresco con aroma a hierbas y a nixtamal.
Eso de los aromas era algo muy característico, cada casa y cada persona tenia el propio, lo fui distinguiendo a medida que mi organismo se fue limpiando de la contaminación de la ciudad y fue percibiendo con mayor precisión cada olor. La casa de Luisa tenia un olor a malvas, el tendejón de don Matías a maderas, porque la estantería, el piso y el mostrador estaban hechos de este material, pero estaba mezclado con el aroma del anciano que tantas horas pasaba en ese lugar atendiendo a sus clientes, leyendo la Biblia o algún libro que seguramente ya había repasado otras veces. 

el tiempo de lluvias me resultaba especialmente agradable, no solo porque marcaba un buen comienzo para la siembras, sino porque cuando se acercaba la nube dejando caer su cortina de agua sobre el llano,  la admiraba siempre con verdadero asombro, no es algo que se pueda ver en la ciudad, como avanza y como se escucha en la tierra cual si fuera el trotar de una manada que se acerca rápidamente.  Enterraba las herramientas a buena distancia y me envolvía en un plástico que preventivamente se lleva en esos tiempos, meditaba mientras las gotas caían cada vez con mayor intensidad hasta formar un verdadero torrente  que hacia sentirme eufórico, algunas veces con ganas de salir a mojarme, pero sabedor del frío que después sentiría siempre me abstuve de hacerlo.  El aroma a tierra mojada inundaba el ambiente, era embriagante, como si el mundo naciera en ese momento y la vida encontrara una promesa nueva de abundancia y felicidad. 
En cierta ocasión me acompaño Luisa cuando llego la tormenta, ella había ido a recolectar zanahorias en un sembradío cercano a la milpa donde yo laboraba y los dos nos envolvimos en el plástico, fue una experiencia especial, note que su aroma se fundía con el de la tierra mojada y con el de las hierbas del campo, sintiendo que la naturaleza me estaba brindando verdaderos regalos que me proporcionaban un gozo fantástico, esa tarde le propuse que viviéramos juntos y ella acepto. 

De regreso caminábamos lentamente, abrazados, evadiendo los charcos, sintiendo el aire húmedo y observando en silencio como el sol se ocultaba en el horizonte, era como si flotáramos en un lugar mágico , como un sueño del que no se quiere despertar.

    la ceremonia en la iglesia fue breve y sencilla como todo lo que transcurría en el pueblo, el sacerdote bendijo la unión declarándonos marido y mujer  y con ello la autorización aceptada por toda la comunidad para que compartiéramos la vida, nos encaminaron muchos hasta la entrada a mi casa y se despidieron con buenos deseos y gritos de ¡Vivan los novios! no hubo fiesta ni regalos o arreglos florales, pero ahí se inició la mejor etapa de mi vida y el motivo por el cual siento que soy uno de los hombres mas afortunados de la tierra. 

miércoles, 28 de agosto de 2013

La ultima aventura

 
 El chofer del autobús grito ¡ ese que va para La Concepción, ya llegamos!  me incorpore rápidamente de mi asiento y recorrí el pasillo emocionado, el autobús se detuvo y se abrió la puerta, baje los peldaños sintiendo que el corazón me latía con fuerza, realmente estaba emocionado, era la puerta a un mundo nuevo, una posibilidad de cambiar de vida. Saque mi maleta de compartimento de equipaje , me dirigí al chofer y le dí las gracias, el solo dijo ¡suerte amigo! mientras cerraba la puerta y arrancaba.
   en medio de maizales vi una pequeña vereda al otro lado de la carretera con un letrero mal escrito y una flecha que marcaba el rumbo al pueblo, me encamine por esa senda disfrutando del aire fresco del campo, del aroma a yerbas que inundando mis pulmones, el viento silbaba entre las matas de maíz listo para la cosecha y se escuchaba el sonido de las hojas como un concierto a punto de iniciar, me dije para mis adentros, esto me empieza a gustar, caminar sobre la tierra es algo distinto a caminar sobre las banquetas de concreto, sobre las calles de asfalto, sobre los pisos de mármol o de mosaicos, desde este momento ya estoy en un mundo distinto, mi vida tiene que cambiar ciento ochenta grados, voy a ser un hombre nuevo en mi comportamiento, quiero aprender las labores del campo, comer, dormir, vivir como un campesino, libre de las tensiones de la ciudad, sin el bombardeo de la publicidad, las malas noticias, el competir constante, la tensión, la violencia y el temor de una mala experiencia.

   el pueblo apareció tras una marcha de media hora, sus casas de adobe con portones de madera y adornos de flores se fijaron en mi mente como una promesa de amor, el de una madre que me estaba esperando o de unos hermanos que me habían extrañado, aún cuando ahí no conocía a nadie, sabia que estaría seguro y bien recibido.
   Tres niños jugaban con palos recortados, me miraron extrañados y me acerque para preguntar por una casa donde pudiera encontrar alojamiento, se ofrecieron a llevarme con don Matías y atravesamos el pueblo que no media mas de cinco cuadras entre miradas curiosas y saludos hasta un pequeño tendajon donde un viejo con gruesas gafas me dio la bienvenida y me ofreció un pequeño cuarto donde había costales de olotes y maíz ya desgranado  "no tiene que pagarme por el alojamiento, pero si gusta ayudarme a desgranar también le proporcionaremos alimento, hacen falta manos en esta temporada" le agradecí aceptando el trato con mucho gusto, mejor no lo podía desear, casa, comida y trabajo y sin presentar curriculum , sin referencias o pruebas de aptitud, ese era otro planeta. Me dije a mi mismo "hace mucho deberías haber tomado esta decisión"


El canto de los gallos y el ruido en los corrales me despertó, ya el ganado salía rumbo al llano y los hombres a las milpas pasando antes a tomar una copa de mosquito para mitigar el frío, que no es mas que frutas distintas fermentada con alcohol.
El agua helada me hizo despertar si es que algo aun quedaba dormido, me tome un jarro de cafe con un chorro de alcohol y dos tacos de frijoles, las tortilla a mano recién salidas del comal saben deliciosas y mucho me sorprendí que para esas horas tan tempranas las mujeres hay hubieran llevado el nixtamal a moles y tuvieran el comal listo para hacer las tortillas. A poco me enteraría de que las mujeres eran las que iniciaban la jornada y la terminaban también, incansables haciendo las labores de la casa, tejiendo, bordando, cuidando de los niños, limpiando corrales y llenando los abrevaderos sacando agua de los posos o acarreando desde el manantial  eran unas incansables guerreras que mantenían a la comunidad funcionando de acuerdo a la costumbre.
 
los hombres al campo, a la cosecha, me atreví a ofrecer mi ayuda y me enseñaron como se utilizaba el pizcador, un especie de alcayata que se mantenía en la mano derecha con un cordón alrededor de la muñeca y con el cual se desgarra la envoltura de la mazorca mientras con la mano izquierda se arranca de la mata .  Es una labor agotadora, sobre todo si no se tiene la practica para hacerlo, en la actualidad se utilizan maquinas en los grandes sembradíos, pero en las pequeñas comunidades se sigue haciendo en la forma tradicional y realmente es algo que deja muy satisfecho , porque es grandioso ver como se van llenando los costales con las mazorcas, transportarlas en carreta y terminar la tarea en el tiempo señalado con un equipo de campesinos que disfrutan de ese trabajo. Por la noche empece a desgranar hasta que el sueño me venció, ya había cenado un buen caldo de pollo con arroz y un buen tarro de agua de frutas. Dormí como niño.
   En los días siguientes me fui familiarizando con el entorno, conociendo a otras personas, haciendo amigos, sin intentar intervenir en sus costumbres, adaptandome  al medio sintiendo que mi cuerpo y mi mente estaban sanando, sintiendo la dicha de compartir con la naturaleza la vida en una extensión que no conocía, gozando los baños en el río, las caminatas por las veredas, el paisaje del llano y las montañas a lo lejos, mi vista parecía recuperarse al no chocar constantemente con edificaciones y anuncios de publicidad y el hablar de cosas cotidianas me tranquilizaba, aquí no existían noticias de las guerras, corruptos políticos, crímenes, injusticias o malvadas acciones, cosas y palabras que se iban diluyendo con solo el comentario y anécdotas del día, las narraciones de historias interesantes que involucraban a conocidos o ancestros que lograron algo sobresaliente, como la cosecha mas abundante, la construcción de las compuertas para canalizar el riego, la adquisición del semental que mejoro el ganado, la boda de quienes vivieron en la hacienda abandonada o la tormenta que les hizo perder la cosecha en alguna temporada y como lograron recuperarse sembrando frijol y habas .

    después de tres meses me ofrecieron vivir en un pequeño jacal cercano al nacimiento del agua,  rodeado de nopaleras , en una pequeña loma, la vista era perfecta, alcanzaba a ver casi todo el poblado y tenia tres habitaciones de adobe y piedra, mas que suficiente para mis necesidades, cosa inaudita, tampoco me costaría un centavo, me dijeron que ese sitio fue abandonado por quienes se fueron al norte a buscar fortuna, que solo en caso de que ellos retornaran atendiera a su reclamación, pero que mucho dudaban que eso sucediera porque ya habían transcurrido mas de nueve años desde su partida.
   Fue por ese entonces que admirando los atardeceres me dio por aprender a pintar, dibujaba en la tierra con una vara y encargue unos gises al comerciante que surtía las tiendas del pueblo.
A los niños y jóvenes les causaba curiosidad que me entretuviera intentando grabar en papeles lo que veía, era como perder el tiempo porque para ellos cada hora era diferente y era imposible detener las cosas para guardarlas como algo inerte, el dinamismo era lo que hacia que la vida fluyera constantemente logrando que fuera tan interesante, ver siempre lo mismo seria aburrido y no les parecía natural, pero yo aun no entendía sus conceptos, aunque me fije que en verdad ellos no tenían fotos o cuadros en sus casas, en las paredes colgaban sombreros, herramientas, algunas veces una imagen de la Virgen de Guadalupe o de Cristo, pero eso porque consideraban que ellos eran inmutables y eternos.
Observando unos de mis dibujos dijeron que eso no existía en el pueblo, y mi respuesta les sorprendió mucho "ahora ya existe, yo lo hice" les explique que el arte consistía no solo en grabar lo que ya existía, sino aquello que imaginábamos, porque nuestra alma no solo se nutria de lo que era real, sino de los sueños y de la imaginación, por ejemplo,en el primer dibujo estoy pintando un hombre que esta saliendo del fuego que le mismo creo con sus malos deseos, en el segundo represento a mujeres transformadas en un árbol de dulces frutos.  Eso pareció gustarles porque algunos de ellos empezaron a ir a dibujar conmigo. 
Aprendiendo a volar titule a uno de eso dibujos, porque me pareció que en ese momento estaban ellos iniciandose en un vuelo que les permitiría expresarse de manera diferente mediante el arte, cualquiera que ve los trabajos que realizan los indígenas en pintura, bordados, artesanía en general, encontraran el gran talento que ellos tienen, las formas de imprimir en sus obras un sello especial que los hace únicos, joyas que muchas veces no se aprecian en su verdadero valor por no tener el apoyo de la mercadotecnia y las  importantes galerías que comercian con el arte, pero eso no demerita de manera alguna sus obras que guardan un alto contenido del espíritu libre y natural que tienen estas personas. 


El tiempo se fue rápidamente, como sucede cuando estamos gozando de la vida, aprendiendo algo nuevo, compartiendo con quienes nos hacen sentir felicidad, que nos trasmiten confianza y nos dan apoyo, porque vaya que recibí mucho para aprender tantas cosas y adaptarme a su medio que no es sencillo cuando se carece de los conocimientos básicos para subsistir en el ambiente campirano, pero lo logré con su ayuda sintiendo como si ese siempre hubiera sido mi sitio y donde deseaba terminar mi recorrido por la vida, en aquella tranquilidad, rodeado de gente amable, sencilla, trabajadora que no tenia mayor conflicto que velar por su familia y su comunidad, lo cual no era difícil porque la unión y el conocimiento que se tenían en común le daba una fortaleza envidiable. 
Tal vez en otra ocasión narrare como encontré nuevamente el amor y como transcurrieron otros eventos interesantes en esta maravilloso pueblo que me ofreció su abrigo.