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El Libro Cuando nació la idea de escribir fue como la tormenta que de pronto aparece en el horizonte anunciando con relámpagos y truenos...

miércoles, 28 de agosto de 2013

La ultima aventura

 
 El chofer del autobús grito ¡ ese que va para La Concepción, ya llegamos!  me incorpore rápidamente de mi asiento y recorrí el pasillo emocionado, el autobús se detuvo y se abrió la puerta, baje los peldaños sintiendo que el corazón me latía con fuerza, realmente estaba emocionado, era la puerta a un mundo nuevo, una posibilidad de cambiar de vida. Saque mi maleta de compartimento de equipaje , me dirigí al chofer y le dí las gracias, el solo dijo ¡suerte amigo! mientras cerraba la puerta y arrancaba.
   en medio de maizales vi una pequeña vereda al otro lado de la carretera con un letrero mal escrito y una flecha que marcaba el rumbo al pueblo, me encamine por esa senda disfrutando del aire fresco del campo, del aroma a yerbas que inundando mis pulmones, el viento silbaba entre las matas de maíz listo para la cosecha y se escuchaba el sonido de las hojas como un concierto a punto de iniciar, me dije para mis adentros, esto me empieza a gustar, caminar sobre la tierra es algo distinto a caminar sobre las banquetas de concreto, sobre las calles de asfalto, sobre los pisos de mármol o de mosaicos, desde este momento ya estoy en un mundo distinto, mi vida tiene que cambiar ciento ochenta grados, voy a ser un hombre nuevo en mi comportamiento, quiero aprender las labores del campo, comer, dormir, vivir como un campesino, libre de las tensiones de la ciudad, sin el bombardeo de la publicidad, las malas noticias, el competir constante, la tensión, la violencia y el temor de una mala experiencia.

   el pueblo apareció tras una marcha de media hora, sus casas de adobe con portones de madera y adornos de flores se fijaron en mi mente como una promesa de amor, el de una madre que me estaba esperando o de unos hermanos que me habían extrañado, aún cuando ahí no conocía a nadie, sabia que estaría seguro y bien recibido.
   Tres niños jugaban con palos recortados, me miraron extrañados y me acerque para preguntar por una casa donde pudiera encontrar alojamiento, se ofrecieron a llevarme con don Matías y atravesamos el pueblo que no media mas de cinco cuadras entre miradas curiosas y saludos hasta un pequeño tendajon donde un viejo con gruesas gafas me dio la bienvenida y me ofreció un pequeño cuarto donde había costales de olotes y maíz ya desgranado  "no tiene que pagarme por el alojamiento, pero si gusta ayudarme a desgranar también le proporcionaremos alimento, hacen falta manos en esta temporada" le agradecí aceptando el trato con mucho gusto, mejor no lo podía desear, casa, comida y trabajo y sin presentar curriculum , sin referencias o pruebas de aptitud, ese era otro planeta. Me dije a mi mismo "hace mucho deberías haber tomado esta decisión"


El canto de los gallos y el ruido en los corrales me despertó, ya el ganado salía rumbo al llano y los hombres a las milpas pasando antes a tomar una copa de mosquito para mitigar el frío, que no es mas que frutas distintas fermentada con alcohol.
El agua helada me hizo despertar si es que algo aun quedaba dormido, me tome un jarro de cafe con un chorro de alcohol y dos tacos de frijoles, las tortilla a mano recién salidas del comal saben deliciosas y mucho me sorprendí que para esas horas tan tempranas las mujeres hay hubieran llevado el nixtamal a moles y tuvieran el comal listo para hacer las tortillas. A poco me enteraría de que las mujeres eran las que iniciaban la jornada y la terminaban también, incansables haciendo las labores de la casa, tejiendo, bordando, cuidando de los niños, limpiando corrales y llenando los abrevaderos sacando agua de los posos o acarreando desde el manantial  eran unas incansables guerreras que mantenían a la comunidad funcionando de acuerdo a la costumbre.
 
los hombres al campo, a la cosecha, me atreví a ofrecer mi ayuda y me enseñaron como se utilizaba el pizcador, un especie de alcayata que se mantenía en la mano derecha con un cordón alrededor de la muñeca y con el cual se desgarra la envoltura de la mazorca mientras con la mano izquierda se arranca de la mata .  Es una labor agotadora, sobre todo si no se tiene la practica para hacerlo, en la actualidad se utilizan maquinas en los grandes sembradíos, pero en las pequeñas comunidades se sigue haciendo en la forma tradicional y realmente es algo que deja muy satisfecho , porque es grandioso ver como se van llenando los costales con las mazorcas, transportarlas en carreta y terminar la tarea en el tiempo señalado con un equipo de campesinos que disfrutan de ese trabajo. Por la noche empece a desgranar hasta que el sueño me venció, ya había cenado un buen caldo de pollo con arroz y un buen tarro de agua de frutas. Dormí como niño.
   En los días siguientes me fui familiarizando con el entorno, conociendo a otras personas, haciendo amigos, sin intentar intervenir en sus costumbres, adaptandome  al medio sintiendo que mi cuerpo y mi mente estaban sanando, sintiendo la dicha de compartir con la naturaleza la vida en una extensión que no conocía, gozando los baños en el río, las caminatas por las veredas, el paisaje del llano y las montañas a lo lejos, mi vista parecía recuperarse al no chocar constantemente con edificaciones y anuncios de publicidad y el hablar de cosas cotidianas me tranquilizaba, aquí no existían noticias de las guerras, corruptos políticos, crímenes, injusticias o malvadas acciones, cosas y palabras que se iban diluyendo con solo el comentario y anécdotas del día, las narraciones de historias interesantes que involucraban a conocidos o ancestros que lograron algo sobresaliente, como la cosecha mas abundante, la construcción de las compuertas para canalizar el riego, la adquisición del semental que mejoro el ganado, la boda de quienes vivieron en la hacienda abandonada o la tormenta que les hizo perder la cosecha en alguna temporada y como lograron recuperarse sembrando frijol y habas .

    después de tres meses me ofrecieron vivir en un pequeño jacal cercano al nacimiento del agua,  rodeado de nopaleras , en una pequeña loma, la vista era perfecta, alcanzaba a ver casi todo el poblado y tenia tres habitaciones de adobe y piedra, mas que suficiente para mis necesidades, cosa inaudita, tampoco me costaría un centavo, me dijeron que ese sitio fue abandonado por quienes se fueron al norte a buscar fortuna, que solo en caso de que ellos retornaran atendiera a su reclamación, pero que mucho dudaban que eso sucediera porque ya habían transcurrido mas de nueve años desde su partida.
   Fue por ese entonces que admirando los atardeceres me dio por aprender a pintar, dibujaba en la tierra con una vara y encargue unos gises al comerciante que surtía las tiendas del pueblo.
A los niños y jóvenes les causaba curiosidad que me entretuviera intentando grabar en papeles lo que veía, era como perder el tiempo porque para ellos cada hora era diferente y era imposible detener las cosas para guardarlas como algo inerte, el dinamismo era lo que hacia que la vida fluyera constantemente logrando que fuera tan interesante, ver siempre lo mismo seria aburrido y no les parecía natural, pero yo aun no entendía sus conceptos, aunque me fije que en verdad ellos no tenían fotos o cuadros en sus casas, en las paredes colgaban sombreros, herramientas, algunas veces una imagen de la Virgen de Guadalupe o de Cristo, pero eso porque consideraban que ellos eran inmutables y eternos.
Observando unos de mis dibujos dijeron que eso no existía en el pueblo, y mi respuesta les sorprendió mucho "ahora ya existe, yo lo hice" les explique que el arte consistía no solo en grabar lo que ya existía, sino aquello que imaginábamos, porque nuestra alma no solo se nutria de lo que era real, sino de los sueños y de la imaginación, por ejemplo,en el primer dibujo estoy pintando un hombre que esta saliendo del fuego que le mismo creo con sus malos deseos, en el segundo represento a mujeres transformadas en un árbol de dulces frutos.  Eso pareció gustarles porque algunos de ellos empezaron a ir a dibujar conmigo. 
Aprendiendo a volar titule a uno de eso dibujos, porque me pareció que en ese momento estaban ellos iniciandose en un vuelo que les permitiría expresarse de manera diferente mediante el arte, cualquiera que ve los trabajos que realizan los indígenas en pintura, bordados, artesanía en general, encontraran el gran talento que ellos tienen, las formas de imprimir en sus obras un sello especial que los hace únicos, joyas que muchas veces no se aprecian en su verdadero valor por no tener el apoyo de la mercadotecnia y las  importantes galerías que comercian con el arte, pero eso no demerita de manera alguna sus obras que guardan un alto contenido del espíritu libre y natural que tienen estas personas. 


El tiempo se fue rápidamente, como sucede cuando estamos gozando de la vida, aprendiendo algo nuevo, compartiendo con quienes nos hacen sentir felicidad, que nos trasmiten confianza y nos dan apoyo, porque vaya que recibí mucho para aprender tantas cosas y adaptarme a su medio que no es sencillo cuando se carece de los conocimientos básicos para subsistir en el ambiente campirano, pero lo logré con su ayuda sintiendo como si ese siempre hubiera sido mi sitio y donde deseaba terminar mi recorrido por la vida, en aquella tranquilidad, rodeado de gente amable, sencilla, trabajadora que no tenia mayor conflicto que velar por su familia y su comunidad, lo cual no era difícil porque la unión y el conocimiento que se tenían en común le daba una fortaleza envidiable. 
Tal vez en otra ocasión narrare como encontré nuevamente el amor y como transcurrieron otros eventos interesantes en esta maravilloso pueblo que me ofreció su abrigo. 


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