Nos resulta tan común el hablar, que jamás nos detenemos a pensar lo maravilloso que resulta el lenguaje, el poder expresar nuestros sentimientos ,emociones, pensamientos con palabras que son sonidos representativos de palabras formadas con unas cuantas letras que se va ordenando según nuestro deseo.
Nos resulta igualmente común el creer que vemos cuando llegan a nosotros las ondas de luz que se transforman en imágenes en nuestro cerebro de una forma que aún no se comprende como o se realiza este proceso , no solo por su contenido y forma, sino por la interpretación que cada individuo otorga a la información que recibe, uno de los más complejos misterios que existen.
Esa información se traduce en millones de formas distintas, la mayoría apegándose a patrones preestablecidos, pero también en nuevos conceptos, en ideas que cuál cascada van precipitándose para formar corrientes de pensamiento diversos, algunos verdaderamente sorprendentes, capturando aquello que anteriormente había estado velado, oculto tras la costumbre, el prototipo, la ignorancia.
Muy contadas ocasiones intentamos ver al interior de nuestro propio pensamiento, mejor dicho a ese universo interno de donde proceden los pensamientos, un universo tan inmenso como el externo, pero menos conocido, más misterioso, probablemente más complejo porque pueden generarse en su espacio muchos universos, con sus respectivas galaxias, millones de astros donde puede existir la vida según el autor y otorgar escenarios y eventos en los cuales se puede representar obras de cualquier tipo, dependiendo únicamente de la inspiración de quien lo genera, siendo cada uno de nosotros un autor original, irrepetible, algo maravilloso que pocas veces tomamos en cuenta.
En los miles de millones de seres humanos que poblamos el mundo, de pronto surgen verdaderos genios que nos dignifican, nos hacen sentir que somos increíbles, fantásticos, sorprendentes, pero hay distancias, de cualquier forma somos parte del grupo y decimos estar interconectados, colaborando de una u otra forma en las obras que se realizan, sobre todo si son muy buenas, las malas son errores de algunos perdidos que no entienden la O por lo redo , rápidamente esquivamos esa relación y responsabilidad compartida.
Es bueno detenernos a meditar sobre estas cosas, saber que estamos participando, compartiendo los aciertos y los errores de un grupo de seres que ocupa un espacio y un tiempo determinado que enmarcan una escena en el gran teatro cósmico del cual apenas conocemos algunas de sus partes y de poco han servido los esfuerzos para entender cómo se ha formado, quien es su creador.
Los dejo meditando sobre el particular, deseando que sus obras sean magníficas, dignas de ser expuestas en el foro cósmico.
JuanAntonio Saucedo Pimentel
