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domingo, 30 de septiembre de 2018

PASEO CON LA MUERTE

El avión inicio el descenso y en pocos minutos reconocí el paisaje de mi tierra con sus calles y avenidas, parques, edificios, templos que guardaba en los recuerdos de muchas experiencias, algunas buenas, románticas, trágicas, tristes o cómicas  que se compartieron con familia y amigos en diferentes etapas de mi vida y en esos pensamientos estaba mientras observaba  ya la pista de aterrizaje a pocos metros,   mi cuerpo se preparo para recibir la sacudida al tocar tierra, pero en ese instante los motores nuevamente se impulsaron a máxima potencia, las aletas de freno cambiaron de posición y nos elevamos rápidamente.
   Cuando el aparato se estabilizo y escuchaba el murmullo de comentarios que hacían los otros pasajeros mi cerebro estaba elaborando toda clase de conjeturas para entender lo que había sucedido, entonces escuche la voz del capitán diciendo que un avión estaba obstruyendo la pista y fue la causa de una maniobra tan brusca pero que en pocos minutos ya estaríamos aterrizando en forma normal.   Por supuesto que lo que no dijo fue que estuvimos a solo unos instantes de sufrir un accidente de fatales consecuencias pero era fácil deducirlo y sin embargo nadie hizo comentarios al respecto mientras se hacían las maniobras para  regresar al aeropuerto y aterrizar, como si hubiéramos decidido eludir la realidad. 
Durante el trayecto a casa fui repasando lo sucedido y recordé que no era la única ocasión en que había estado en una situación de eminente peligro de muerte, ya desde muy joven había sufrido accidentes que me pusieron frente a un final repentino.  había caído de cabeza desde una altura aproximada de cinco metros en un acantilado y solo sufrí lesiones en los tendones de mis manos, en dos ocasiones cuando andaba en motocicleta también estuve a punto de morir, una al atravesárseme en la carretera un señor que cargaba sillas de madera y otra cuando un camión cargado de graba se metió a la autopista dejando caer piedras que empezaron a pegarme con gran fuerza debido a la velocidad con que me fui acercando a esa lluvia de pequeños meteoros que dejaron huella en el casco cual si me hubieran disparado con armas de fuego, me imagino que muchas personas, tal vez la mayoría han tenido esos acercamientos a la muerte, algunas veces sin darse cuenta siquiera de que tan peligrosa fue su situación. 
Durante las manifestaciones del 68 nunca imaginamos que eso podía terminar en el asesinato de cientos de jóvenes que no tuvieron idea ni explicación de como llego su fin de una forma tan vil, simplemente porque a los que debieron cuidar de su seguridad se convirtieron en verdugos y expresaron sus mas ruines sentimientos en quienes no tuvieron ninguna oportunidad de defenderse. Los que sobrevivimos a esos eventos no supimos tampoco valorar la oportunidad de seguir viviendo, porque los paseos con la muerte no tienen el mismo valor que los paseos con la vida, la vida donde se goza de tantas maravillas, donde se experimenta toda clase de sensaciones, emociones, sentimientos, donde los pensamientos se convierten en proyectos, en obras, en placer de ser y de tener, de compartir, continuar explorando e intentando lo que consideramos importante, sin que eso implique el estar en lo correcto, sin que tampoco sea calificado como error una equivocación por intentar algo nuevo. 

En cierta ocasión fui atrapado por una ola, me había alejado mucho de la playa y de pronto estaba dando vueltas sin control en un torbellino de burbujas, agua, arena que me llevo al máximo de esfuerzo para aguantar la presión y a punto de ahogarme llegue a la playa sintiendo que había vuelto a nacer, buen susto que no me quito la pasión de meterme al mar y sentir el maravilloso deleite  mecido  en sus olas, ver las estrellas tendido boca arriba en las noches y extasiarme en esa soledad en el inmenso océano que para cualquiera es suficiente para la aventura, el misterio, la inspiración y el placer. 
    Seguramente he estado paseando con la muerte otras veces sin darme cuenta, he sobrevivido a terremotos, huracanes y otros fenómenos naturales, he cruzado lugares peligrosos, cruzado entre balaceras, vivo en un país con alto indicie de violencia, los crímenes se multiplican a mi alrededor y me pregunto donde he de encontrar el ineludible abrazo de la muerte, pero no es algo que me preocupa a mi edad ha sido un largo camino y un emocionante recorrido y se que tengo que llegar a ese momento en que he de dar el ultimo paso, lanzar el ultimo suspiro y dejar de existir como tantos otros que hemos participado de la vida. 

   Desde nuestro nacimiento la muerte esta a nuestro lado, inicia nuestra agonía en el momento mismo de nuestro primer aliento y hemos de vivir codeándonos con esa compañera que nos incomoda, nos hace sentir vulnerables, nos marca de cruda manera que hay un final para todo y he visto a hombres luchar contra ella con ahínco y coraje, he presenciado su anhelo de continuar con vida aun cuando esta sea miserable, con dolor o con incapacidades, porque el temor a morir es instintivo, o porque siempre hay algún motivo que anteponen a la posibilidad de terminar hundidos en la nada, en la oscuridad absoluta y eterna que dan por cierta sin atender a promesas de ninguna clase, sin atender a las leyes naturales de la evolución.  Quieran o no, sean fuertes o débiles, astutos, bobos, hipócritas, sinceros, amantes amados u odiados por muchos, lo único que es ineludible es un fin que ha de terminar con la pretendida proyección de un ser que se va diluyendo en el tiempo y el espacio hasta desaparecer por completo sin que haya un explicación.
   Cualquiera que sea la causa de vivir o morir, lo importante es lo experimentado, lo que se ha dejado en el corazón de los que nos rodearon, no porque sea un premio, un trofeo que se tenga que presumir, sino porque en ello ha quedado lo que hicimos de nuestra vida, de las cualidades y defectos que han formado parte de lo que soy, de lo que ha de dejar de existir como herramienta, pero que hizo posible obras, proyectos, el surgir de sentimientos, la emociones, de recuerdos que se ha de quedar durante algún tiempo vibrando en estos espacios y tiempos que tampoco han de perdurar eternamente. 
Entonces he de aceptar que la muerte es una compañera fiel, una inseparable e ineludible condición humana que me ha de conducir a lo desconocido y eso la convierte en algo de lo mas importante, algo que debo tener siempre presente y pensar que en cualquier momento me ha de abrazar.
                     JuanAntonio Saucedo Pimentel

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