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miércoles, 8 de enero de 2020

Crisol de sueños México

El crisol de los sueños

Aquí estoy inmerso en este enorme espacio que antaño fue región transparente, cuenca donde los Aztecas construyeron una ciudad sobre el lago  y que hoy es una de las mas grandes del mundo, con treinta millones de seres que conviven diariamente mezclando sentimientos, ilusiones, pensamientos, emociones, sueños, acciones, moviéndose en una competencia continua en dimensiones que admiten toda clase de manifestaciones, de eventos, de cualidades y defectos formando cuadros que algunas veces son magníficos y en otras verdaderas demostraciones de aquello que nunca debió existir dentro de lo humano.

Me siento como un extraño en donde nací, hace tanto tiempo que deje estas tierras para intentar algo nuevo, para caminar por otros senderos, descubrir lo que ya otros habían formado y lo que aun no había sido explorado desde mi perspectiva, una forma origina e irrepetible de percibir e interpretar lo que el mundo ofrece para quienes se deciden a recorrerlo pero siempre con el anhelo de retornar a casa y comparar lo que se ha vivido en otras tierras, aportar las ideas que surgieron a partir de lo que se aprendió y lo que se produjo en la mente impulsada por los cambios y los diferentes modelos de cultura que se han encontrado en el camino.

Veo desde la ventana de mi habitación de hotel un panorama de luces distorsionadas por los gases que se han acumulado en esta atmósfera que fue alguna vez calificada de limpia y transparente, veo las construcciones que se extienden cual alfombra en oscuros tonos, en formas y relieves cual obra surrealista creada por un ser que no entendió o no quizo comprender el alma de los antiguos mexicas, de la raza de bronce, de los que adoraban a Quetzalcoatl y a Tonantzin guardando y fundiendo sus antiguos cultos con los que trajeron los conquistadores.
La ciudad se revela a sus propios fundamentos, esta incompleta, busca la identidad perdida, la revelación a sus sueños en una constante creación de obras que nunca se dan por terminadas por ser producto de varias generaciones que se adaptan a lo moderno y no olvidan lo antiguo dejando rastros de sus raíces indigenas, de sus anhelos futuristas, de las culturas que se mezclan en este crisol, dando muestras extraordinarias de como se puede convivir con tantos millones de seres que aportan sus ideas y se afanan por gozar mientras sufren y en su agonía cantan a la vida en un festejo a los muertos y en un canto a la existencia de un Dios en el que creen aun cuando lo nieguen. 
Estoy de nuevo en mi tierra, en el suelo donde nací y crecí conviviendo con familiares y amigos que se fueron perdiendo en el tiempo y los espacios de un mundo siempre activo, en la desintegración indeseada en la fragmentación lograda al impulsar las modernas ideas de la industria y el comercio, de la división del trabajo que te puede llevar lejos, que te puede triturar  y moldear para que no te reconozcas al paso del tiempo, para que pierdas la identidad y seas una copia de muchas que ya existen y son necesarias para mantener la maquinaria de la economía siempre exigente, latente en cada espacio y tiempo, en cada individuo que se adquiere en el libre mercado, que es vendido y comprado, transferido y desechado cuando lo exigen la circunstancias que marca algún hechicero de las finanzas que nadie conoce y que todos respetan porque al final es el que marca el rumbo de los acontecimientos. 

Las interpretaciones son tantas como los millones que estamos en el DF como lo conocemos los llamados chilangos por despectivas lenguas que no han tenido la oportunidad de gozar y convivir en las fiestas y en los eventos que desde niños nos muestran cuan grande y hermoso es ser mexicano, para los que no saben lo que es competir a diario en cada espacio y todo los tiempos para ocupar un lugar que deseamos al mismo tiempo para el hermano y que no entienden como se puede ser feliz, amar mientras se lucha o pelear mientras la felicidad vuela sobre nuestra cabeza, es un océano de verdades y de mentiras, la resplandeciente luz que brilla para iluminar nuestro pasado, el presente, el futuro de millones de seres esforzados, siempre atentos a ser mejores, siempre dispuestos a compartir, ayudar, luchar o competir según se presenten las condiciones y que no se han dejado amedrentar por las constantes amenaza naturales o por el acontecer violento de sus pandillas y revueltas sociales que al final siempre terminan absorbidas por la gran ola de las mayorías y del impulso hacia adelante, adelante. 

intentare de nuevo entrar en el juego de lo diverso y de lo sorpresivo que esta ciudad ofrece, ser otro individuo que se adapta a sus entornos y contornos, a su energía , su movimiento frenético para sentirme parte nuevamente de esta Mexicaneidad latente, punzante, creadora, aparentemente dispersa y caótica pero que guarda sus valores y se adhiere firmemente a sus creencias, a sus culturas mezcladas, al sabor de su comidas, al sueño de sus jóvenes y al recuerdo de sus viejos.  

Mis raíces, mis anhelos y mis mejores momentos siempre han estado ligados a esta tierra magnifica a estos millones de seres que se transformaron con el tiempo y hoy tienen otros rostros, diferentes ideas, que parecen extraños y sin embargo son idénticos a los que ayer deje para ir a distintos lugares, bendita tierra, te amo con todos tus matices y tus folklores, con la gran diversidad de ideas plasmadas en la arquitectura, literatura  y artes, en tus monumentos, en las calles, en las gentes que hacen de la vida un espectacular e interesante mosaico multicolor , cambiante.

JuanAntonio Saucedo Pimentel

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