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viernes, 23 de julio de 2021

El final de todo

Don Nicanor extendió el petate y sobre el vacío el baúl donde guardaba sus monedas de oro, centenarios que había ido acumulando a lo largo de sus vida, los sacaba a airear, se sentaba sobre su poltrona y miraba aquel montón de monedas, una verdadera riqueza, pero que nunca le proporciono felicidad, eso no se compra, se repetía para si mismo mientras recordaba a sus amigos Cenobio , Sabino y Eusebio, con  los que solía desde niño jugar e ir al monte de aventura. De jóvenes fueron a los pueblos cercanos a buscar novia y se casaron el mismo día con mujeres que les dieron hijos y les administraron bien lo que ganaban redituando en una vida sin grandes penas.

Cenobio, Sabino y Eusebio eran de buena estatura, de piel morena, cabello negro, buenos jinetes, trabajadores, alegres y muy arriesgados, que se las daban de ser respetados por no dar un paso atrás cuando se les retaba, aunque pierdas no hay que sacarle al encuentro se repetían unos a otros cuando las cosas se ponían difíciles, no eran gente de pelea, pero sabían defender sus derechos, sus personas, su familia, sus tierras, que muchas vidas costaron en la revolución, al final se repartieron de acuerdo a los convenios y ellos habían sido afortunados de vivir para disfrutarlo, había que ser muy ingrato si no defendieran lo que con sangre y muerte se había obtenido, porque los compañeros caídos seguro no hubieran aceptado que se hiciera de otro modo.

Nicanor, Sabino Cenobio y Eusebio se hicieron de buena fama, ya mayores formaron parte del Consejo que decidía sobre los asuntos importantes de la comunidad, estaban siempre del mismo lado y sus opiniones eran tomadas con buen animo, ellos eran dignos de confianza, hacia lo que convenía para la mayoría, pero tomaban en consideración las opiniones de quienes estaban en contra para realizar acciones que no les perjudicaran.


Don Nicanor tuvo cinco hijos y tres hijas, ya todos habían partido a vivir sus propias vidas, algunos en el extranjero, otros en ciudades que no conocía y que según le contaban, eran lejanas tierras con costumbres diferentes, con grandes edificaciones, transportes donde metían cientos de personas, disque viajaban por puentes y subterráneos a grandes velocidades, siempre siguiendo la misma ruta, los mismos horarios, como las ruedas del molino que se ajustan para moler el maíz siempre siguiendo el ritmo, pero lo mas increíble era pensar que esos hijos que por esas tierras andaban nunca se habían preocupado de volverse a comunicar, ni siquiera ahora que ya existían los teléfonos en la comunidad.


Don Nicanor parecia estar viendo el montón de monedas apiladas sobre petate, pero sus pensamientos lo transportaba a otra época, a distantes lugares donde compartió con sus amigos toda clase de experiencias, juntos tuvieron su primera parranda donde terminaron borrachos en el panteón cantándole a todos los difuntos las mañanitas y juntos se metieron en una casa de citas donde les enseñaron a tratar con buenos modos a las mujeres y hacerlas felices en las relaciones intimas, mejore maestras no pudieron tener, se sonrío el viejo, mientras a su memoria venia la dulce Artemia, la de los ojos grandes y la boca chiquita, de buena figura, muy joven pero muy diestra en eso de los amores, que le mostró como llevar a una mujer al paraíso, bueno eso decía ella, pero mas parecía que era como ponerlas en un carro de feria, por las emisiones que se les venían a torrente y valga que la primera vez que experimento tal entrega y descontrol pensó que la ingrata estaba enferma y le estaba dando el ataque, que cosas tiene la vida, se dijo a si mismo, eso y el tener a un hijo por primera vez entre los brazos son cosas que le dejan a uno marcado para siempre, le hacen a uno sentir que la vida es un misterio, un milagro, algo que solo se puede comprender en esos momentos en que se siente y se mira la manifestación de lo divino en la tierra, por eso sigue uno luchando, intentando repetir la experiencia, viendo como se pasan los años y las cosas cambian y cambian y cambian hasta que ya no se parecen a lo que fueron, se pierde el significado, se termina su influencia, aquello que parecía divino se hace amargo o se consume hasta morir , la muerte se ha llevado a muchos de los que estimo  y aun recuerdo con cariño, mi esposa a la que tanto he amado, uno de mis hijos cuando apenas tenia cinco años, entonces no había asistencia medica en el pueblo y se nos fue de pura tontería por no saber como curarle una herida, luego partieron en fila Cenobio, Eusebio, Sabino, puro velorio, tristes despedidas , para rematar  se  fueron casando las hijas, los hijos partieron a buscar sus destinos,  me fui quedando solo de a poco en poco hasta que vi partir a la ultima de las niñas, se fue con un fue con un ingeniero de la capital que vino a construir la presa que ahora nos garantiza el riego, buen hombre al parecer, espero que todos estén viviendo tranquilos y felices, nada se puede garantiza , mucho menos arreglar al modo que uno quisiera, solo mira uno al cielo y pide que las cosas marchen bien, pero en el fondo se sabe que la vida no es fácil y muchos tropiezos se tienen, a lo mas se puede ayudar cuando lo permiten, pero no tengo ese consuelo, están lejos y no se casi nada de ellos, dicen que las malas noticias vuelan, eso me consuela porque no he tenido ninguna y si algunos destellos de esperanza cuando alguien me cuenta que han sabido algo bueno de alguno de ellos, de eso hijos que ayude a ser hombre y mujeres de bien, aunque la carga en su mayor parte fue para doña Matilde, mi mujer y la abuela Elvia, mi madre. 


   Voy a mandar que se les haga una misa, de paso le dijo al sacerdote que voy a pagar la remodelación de la iglesia,  al consejo voy proponer la construcción de una nueva escuela,  tengo suficiente dinero y a nadie a quien dejarle ese problema, porque vaya que lo es el tenerle, aunque el no tenerle también lo es.  Otra de las cosas que voy a dejar es las tierras a quien ahora las trabaja a medias, se lo merecen, han sido buenos campesinos, trabajadores, honrados y agradecidos, se las dejo con gusto porque ellos saben cuidarlas, sacarles buenos frutos, ademas son de los que no piensan dejar jamas este pueblo, estas tierras donde han vivido sus ancestros, donde están sus difuntos, donde han vivido sus mejores experiencias, que bien que así piensen, sigan con las tradiciones, hubiese querido que mis hijos, por lo menos uno, se hubiese quedado, no por la herencia, sino porque esta ha sido nuestra querencia.


Ya pronto se terminara mi camino, espero ver de nuevo a mis seres queridos, con los que compartí momentos felices, momentos de peligro, de emociones, de sentimientos, de música, canciones, los que me tenían en sus corazones como yo les tenia en el mío, espero verlos y recordar los tiempos en que la vida era alegre, joven, llena de sueños, porque aun en difíciles situaciones siempre nos dimos tiempo para imaginar cosas que, algunas de ellas se hicieron realidad, como tener la propia parcela, un buen caballo, una casa donde una mujer bonita esperara para dar motivo de felicidad, a luego los hijos corriendo por la pradera, las noches de luna mirar el cielo estrellado en calma, sin las penurias de la revolución que tanto daño causara, cultivar, tener buenas cosechas, ganar suficiente para que no faltara nada para la familia, se hizo posible con mucho trabajo y sacrificio, pero ya estoy en el ultimo tramo del sendero, no me quejo, fue una vida con muchas experiencias, buenas cosas me pasaron y otras me sirvieron para entender que no todo es a medida y regla de nuestros deseos, que se tiene que ser cauto, astuto, paciente, como decía Eusebio, prudente, muy prudente, porque al camarón que se duerme se lo lleva la corriente y al perro flaco se le cargan las pulgas, o mas vale pájaro en mano que ver cientos volando. 


Muchas cosas se han quedado en el olvido, estoy tan viejo, tan cansado que algunas veces ya no quisiera despertar, quedarme dormido e ir con los que me acompañaron gran parte del camino, pero este ha sido mi destino, soy el ultimo de mi generación, el anciano que alguna vez fue joven, hombre recio y cabal, de nombre bien conocido en estas tierras, en el umbral de la muerte me siento tranquilo y solo deseo descansar. Desconozco si mi vida ha tenido significado, si ofendía a gente sin desearlo, no se tampoco que tan bueno o malo ha sido el resultado de mis acciones, si de verdad sembré algo bueno en esta tierra o si he sido uno de tantos que se empeño en sembrar en campo ajeno.


Don Nicanor tomo un puño de monedas y las puso en morral, salió de su casa y se encamino a la iglesia con la intención de empezar a realizar lo que había estado pensando, había que remodelar la iglesia, después pasaría por la casa donde se reunía el consejo para poner fecha para reunión con el fin de proponer la nueva escuela, ya tenia una ultima tarea y deseaba hacerla antes que la puntual e infalible amiga viniera a visitarle. 

JuanAntonio Saucedo Pimentel 

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