EL COMPETIDOR

El Competidor

En el pueblo conocí a un joven que se distinguía de los otros por su ingenio y su energía, siempre buscando algo que hiciera mas agradable la vida de los lugareños, no recuerdo su nombre porque todos lo conocíamos por el Competidor , “El Compe” como le llamaban sus amigos.

Desde niño fue muy inquieto, retando a sus compañeros, familiares, amigos, a diferentes competencias, en las cuales casi siempre salía vencedor porque tenia grandes cualidades físico atléticas y por su ingenio. 

En cierta ocasión reto a los habitantes del pueblo a que lo vencieran escalando el palo alto enclavado en la plaza principal, se utilizaba principalmente en los días de fiesta para poner una bandera, pero la mayor parte del tiempo los niños se entretenían intentando subir a lo alto.

La competencia la hicieron en un domingo con la asistencia de la mayor parte de los habitantes, nadie logro llegar a la punta porque era casi imposible debido al aceite que se le untaba para protegerlo de la humedad y de larvas, pero el Compe lo hizo rápidamente debido a que se puso huaraches con puntas de maguey en la suela mientras que en manos y brazos se enredo mecate, cuando le quisieron acusar de hacer trampa es dijo que nadie había puesto como regla el no utilizar algo para subir. 

Hacia concursos para ver quien soportaba mas tiempo sin respirar con la cabeza metida en un cubo de agua, o para nadar contra la corriente en el rio, brincar desde lo alto del acantilado a una fosa con lodo, carreras de larga distancia, una de ellas duro día y medio, por supuesto el era el favorito y ganaba, lo teníamos como un héroe capaz de cualquier cosa.

Cuando se fue para el norte estábamos seguros que seguiría triunfando el lo que se propusiera pero no contábamos con las trabas que pone el no conocer el idioma, otras costumbres, la falta de preparación académica y el no ser reconocido como ciudadano, sino como un trabajador indocumentado, algo que el nunca había ni siquiera escuchado en nuestro pueblo.

La discriminación, el racismo, la ruda transición a esa cultura en la que las competencias se hacían de acuerdo a reglas que favorecían a los que tenían mejores condiciones para entrenar, promotores que financiaban viajes, equipo e incluso la compra de jueces o árbitros no estaba dentro de las posibilidades ni en los pensamientos de nuestro héroe, su criterio estaba formado a partir de cosas sencillas, naturales, limpias, ahora se enfrentaba con la hostilidad en un ambiente extraño donde se ganar era un objetivo para ganar miles o millones de dólares, donde se valía la trampa siempre y cuando no fuera descubierta, abriendo la posibilidad a la utilización de substancias que se catalogaban prohibidas y de alto riesgo. 

El Compe nunca pudo entrar en esas competencias, estaba limitado por su calidad de indocumentado, por carecer de los medios para dedicar tiempo ilimitado al entrenamiento, por no tener patrocinadores ni los elementos que tienen los competidores de las grandes potencias, pero no se dio por vencido, no estaba en su naturaleza el ser derrotado, entró a estudiar, soporto las burlas, la discriminación, las agresiones a su persona o cosas, hasta que logro ser reconocido como un competidor en el colegio como parte del equipo de atletismo, incluido también en un equipo de futbol donde empezó a destacar por su espíritu de lucha, su coraje, la capacidad para competir en distancias largas. Los triunfos empezaron a llegar, pero en su interior algo no le dejaba satisfecho, sobre todo cuando se le ofreció la nacionalidad para que pudiera competir a nivel internacional. era como negar sus propias raíces, dejar de lado a sus parientes, amigos, paisanos por un puñado de dolores, por varios puñados de oportunidades, por una vida completamente distinta a la que hasta entonces tenia, siendo reconocido como ciudadano, con buenos patrocinadores, grandes posibilidades de convertirse en millonario en poco tiempo.

En le pueblo no llegan esas noticias, se había perdido el rastro del Compe desde hacia varios años, ya no enviaba dinero a sus padres, ni siquiera una carta para contarles lo que estaba viviendo, por eso nos sorprendió verlo un día llegar por el camino en un auto todo terreno, cargado de maletas con regalos para la familia, con su gran sonrisa y gritando que retaba a todos a la gran carrera en zancos que se haría el domingo.

Fue como una gran fiesta, todo el pueblo asistido, incluso de otros pueblos cercanos vinieron al enterarse de que había regresado con nuevos retos.

Creo que nunca voy a comprender cómo pudo dejar todas las oportunidades que le brindo la vida tan solo por vivir nuevamente la alegría de estar con su gente, en su tierra, de la que según decía, le llegaba toda la energía para seguir siempre luchando.  

Se caso con la joven que había amado desde niño, tuvo cuatro hijos y dos hijas, se hizo ganadero, disque porque eso le sonaba a seguir ganando, por supuesto le fue bien, incluso fue el primero en construir una de las casas grandes de la región y ahí poner una escuela para que los niños y jóvenes se instruyeran en aquello que puede ser de importancia en su vida, en su relación con la familia, la comunidad, el medio ambiente, su respeto a los mayores que siempre tienen algo que enseñar, su apego a la tierra de donde se sacan todos los frutos que nos alimentan, el amor a la Patria donde nuestros ancestros han luchado por darnos la posibilidad de vivir libres, sentirnos orgullosos de ser lo que somos. 

                                            JuanAntonio Saucedo Pimentel