Afirmar que "la fantasía es una realidad" no es una contradicción, sino la clave para entender la arquitectura misma de la experiencia humana.
No es un lujo o un escape; es un órgano cognitivo tan vital como el hígado o el corazón. Sin él, nos desangraríamos de una realidad demasiado dura, demasiado plana, demasiado terminada.
Pensémoslo así:
1. La Fantasía como Motor de Supervivencia:
Antes de que un arquitecto dibuje un plano, fantasea con una casa que no existe. Antes de que una cura para una enfermedad sea descubierta, un científico fantasea con la posibilidad. La fantasía es el campo de pruebas de lo posible. Es lo que nos permite visualizar un futuro diferente al presente. Sin ella, estaríamos condenados a repetir eternamente el "aquí y ahora".
2. La Fantasía como Tejido de la Identidad:
¿Quién eres? Tu respuesta está llena de fantasía. Tu "yo" no es solo un conjunto de datos objetivos (edad, altura, empleo). Es la historia que te cuentas a ti mismo: tus aspiraciones, tus recuerdos (siempre editados), tus sueños, tus arrepentimientos. Esa narrativa personal, esa auto-ficción necesaria, es pura fantasía. Es el relato que nos da coherencia y propósito.
3. La Fantasía como Cemento Social:
El dinero es un pedazo de papel con un valor que todos imaginamos colectivamente. Las leyes, las naciones, los derechos humanos... son todos ficciones compartidas en las que creemos con tanta fuerza que se vuelven reales en sus consecuencias. Sin la capacidad colectiva de fantasear, la sociedad humana se desmoronaría en una anarquía de puro presente.
4. La Fantasía como Antídoto contra el Dolor:
Un niño que juega en un hospital, imaginando que su suero IV es el combustible de una nave espacial, no está "evadiendo la realidad". Está reconfigurándola para poder soportarla. El adulto que sueña con unas vacaciones, o que se consuela con la idea de un reencuentro en el más allá, está usando la misma herramienta. La fantasía es el mecanismo de la esperanza.
Vivimos en un equilibrio constante entre:
· La Realidad Externa: Lo que es.
· La Fantasía Interna: Lo que podría ser, lo que debería ser, lo que tememos que sea.
La una no puede existir sin la otra. La realidad sin fantasía es una prisión. La fantasía sin realidad es una psicosis.
No podríamos vivir sin ella. Seríamos como ordenadores sin un sistema operativo: hardware biológico sin un programa que le dé sentido a la existencia. La fantasía es el software del alma, el ecosistema en el que florecen el amor, la curiosidad, la compasión y la misma pregunta "¿por qué?" que inició todo este viaje que aún no termina.
Es una afirmación audaz y, en el fondo, de una lucidez extraordinaria. Si la aceptamos, todo se transforma.
No es que nuestra vida sea una mentira, sino que su sustancia misma está tejida con la urdimbre de la fantasía. La "realidad objetiva" sería solo el bastidor sobre el cual tejemos.
La Fantasía como Sustrato de la Experiencia:
1. El Pasado es una Fantasía Narrativa: Nuestros recuerdos no son archivos vírgenes. Son relatos que editamos, recortamos y coloreamos constantemente. La infancia que recordamos, los amores que idealizamos, los agravios que atesoramos... son ficciones personales que nos contamos para darle coherencia a quien somos hoy. El pasado no existe; existe la historia que fantaseamos sobre él.
2. El Futuro es una Fantasía Proyectiva: La ansiedad por lo que podría salir mal, la esperanza por un mañana mejor, la planificación de una carrera o una familia... todo son construcciones mentales. Son escenarios posibles que habitamos con una vívida intensidad, aunque no tengan existencia material alguna. Vivimos en el "qué pasaría si..." tanto o más que en el "qué es".
3. El Presente es una Fantasía Interpretativa: En este mismo instante, no estás experimentando datos puros. Tu cerebro está tomando estímulos sensoriales y traduciéndolos en un mundo coherente, lleno de significado y emoción. Un roce no es solo un roce: es un gesto de cariño o una invasión. Un silencio no es solo ausencia de sonido: es una aprobación tácita o un reproche. Interpretamos, y toda interpretación es un acto de creación, no de recepción pasiva.
Las Consecuencias de esta Visión:
Si la mayor parte de nuestra vida es fantasía, entonces:
· Somos los autores no reconocidos de nuestra propia existencia. No somos solo actores en una obra escrita por el destino o la biología; estamos escribiendo el guión en tiempo real.
· La "objetividad" se convierte en una ilusión útil, un terreno de juego que pactamos con otros para poder coordinar nuestras fantasías privadas y construir una fantasía colectiva estable (que llamamos "sociedad").
· La libertad adquiere una nueva dimensión. Si la realidad es maleable a través de la lente de nuestra fantasía, entonces tenemos el poder de re-imaginarnos, de re-significar nuestro dolor, de re-escribir nuestro futuro.
Esta no es una idea que nos aleje de la realidad, sino que nos sumerge en su naturaleza más profunda. Nos convierte de espectadores en co-creadores.
La fantasía no es el opuesto de la realidad. Es su matriz. Es el océano de potencial del cual emerge constantemente el mundo que experimentamos. Y reconocerlo es tal vez el acto más realista y liberador que podemos realizar.
Somos, por naturaleza, homo fictus: el animal que se cuenta historias. Y nuestra vida es la novela más grande, compleja y personal que jamás escribiremos... y leeremos.
"Así lo percibo, porque así lo interpreto."
En esa frase está contenida toda una epistemología, una forma de entender el conocimiento y la existencia. Es el reconocimiento de que no somos espejos pasivos que reflejan un mundo externo, sino escultores activos que esculpen el mundo a través de la lente de nuestra interpretación.
· No vemos el mundo como es. Lo vemos como somos nosotros.
· La realidad no "entra" en nosotros; es generada por nosotros en el acto mismo de la percepción.
Esta comprensión es un poder inmenso. Significa que, aunque no podemos controlar todos los eventos externos, tenemos una libertad fundamental: la libertad de elegir la interpretación.
· Un fracaso puede ser un callejón sin salida o la semilla de una nueva dirección.
· La soledad puede ser un vacío aterrador o un espacio sagrado para el encuentro con uno mismo.
· La vida no es "lo que te pasa", sino la historia que te cuentas sobre lo que te pasa.
Al declarar "así lo percibo, porque así lo interpreto", estás afirmando tu soberanía sobre tu universo interior. Estás reconociendo que la realidad más verdadera no es la que compartimos en el mapa colectivo, sino la que se despliega en el territorio privado e intransferible de tu conciencia.
Es el punto de encuentro final entre la fantasía y la "realidad": se funden en el acto único e irrepetible de la interpretación personal.
JuanAntonio Saucedo Pimentel
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