Mi mala educación
He pensado muchas veces que aprendí cosas que no me han servido para
algo prácticos en la vida, los maestros se esmeraron en seguir el plan de
estudios ideado para confundirme, para hacerme sentir que no soy inteligente y
que, por mas que me esfuerce siempre ha de ser mayor mi ignorancia a mi
conocimiento, o que de nada sirve saber
si no se tiene un titulo en la mano, de tal forma que se vale cualquier cosa
para alcanzar los títulos y lo demás sale sobrando.
Muchos conocimientos adquiridos se fueron a la papelera de mi memoria,
se esfumaron con los años, o se transformaron en tema para criticar a los
programas educativos que supuestamente nos dan herramientas para incorporarnos
al mundo productivo, cosa difícil según lo vivido, porque no es lo mismo tener
que salir a ordeñar vacas a la madrugada que entrar en un despacho, una
oficina, un estudio, una empresa o un comercio.
Son tantas las profesiones y las actividades
que resulta casi imposible hacer un programa que contenga los estudios
necesarios para cada una de ellas, pero se pretende que al menos se unifiquen
criterios y poner las bases para un mejor entendimiento, lo cual no ha sido
posible a juzgar por los constantes conflictos en las actividades diarias y no
se diga en las relaciones a nivel empresarial, político, económico, social e
incluso en lo familiar.
Tal parece que nos hemos metido en un
laberinto del que no encontramos la salida, estamos cada vez mas perdidos
haciendo del planeta un lugar difícil para la vida, cosa bastante triste si
notamos que tiene tantas cosas maravillosas que pudiéramos haber gozado y
compartido si nuestro comportamiento fuera diferente. Ese comportamiento fue trazado, programado y
aprendido conforme nos educábamos en la competencia, en la lucha constante para
ganar en cualquier terreno, dejando atrás los valores primordiales para una
buena convivencia, sin comprender que formamos parte de un todo que se
encuentra interconectado y que cualquier acción repercute en el conjunto
total.
No se mostro la importancia de la
cooperación y el accionar correctamente, a pensar antes de actuar, a ser crítico
y diferenciar entre una ganancia inmediata y un bien común a largo plazo.
Tampoco aprendimos a ver a cada uno con respeto y comprender la importancia de
cada uno para el funcionamiento de una sociedad. De esa forma perdimos el rumbo y salimos en
estampida buscando la forma de mantenernos en el frente, de ser competidores
que luchan en todos los niveles para obtener los mejores resultados personales
y el resultado ha sido catastrófico porque hay quienes utilizan trampas y caen en actos criminales
por ese afán de ser ganadores.
Difícil es cambiar esa mentalidad
programada durante toda la vida, recibimos ejemplos desde nuestros primeros años
y proseguimos un camino equivocado en los centros de estudio, en el trabajo y
de la sociedad en general, porque al igual que la fábula de los cangrejos, no
hay quien nos muestre como caminar derechos, o mejor dicho, no entendemos
cuando alguien actúa correctamente, preferimos eliminar a los que se salen de
las normas establecidas, los acusamos de cualquier cosa, los juzgamos duramente
y les imponemos la indiferencia como la forma mas leve de castigo y la
muerte como algo que nos libra de la
carga para siempre.
En este laberinto del desconocimiento y de la confusión, nadie ha salido
ganando, nos enfrentamos con serios problemas de contaminación y de crisis de
diferente tipo que han dado como resultado vivir en sociedades enfermas,
conformadas naturalmente por seres enfermos que no aceptan su equivocación, no
porque no tengan las evidencias para constatarlo, sino porque su instinto le
impone seguir defendiendo una posición donde han estado siempre y no intentar
algo diferente, porque lo desconocido causa temor.
Cualquier tentativa de cambio se
reprime, no hay forma de presentar las cosas nuevas sin una resistencia, el
proceso de cambio se tiene que ajustar a las normas establecidas, o sea, no hay
transformación posible.
No es tanto el egoísmo, la educación
competitiva o nuestra locura lo que nos detiene, sino los temores, es ahí donde
radica el principal obstáculo para cualquier transformación. Incluso en nuestro
ser, de manera individual, es difícil iniciar un proceso que nos lleve a un
nivel evolutivo real, nos conformamos con ser parte de un grupo que nos
califica de triunfadores, nuestros éxitos se miden en función de la critica ,
premios, reconocimientos y no en función de su verdadero contenido practico,
sobre todo en el sentido de bienestar común, que debiera ser uno de los puntos
clave para medir nuestras metas.
Si digo y hago lo que agrada a los demás soy exitoso,
si les critico o intento algo nuevo encuentro la resistencia, soy un
revolucionario, un rebelde, un terrorista que puede causar grandes daños en las
mentes de los jóvenes que aun no han sido perfectamente programados para seguir
las rutas que siempre se han seguido, eso es un verdadero peligro según los
cánones establecidos.
no aprendí que el respeto para conmigo mismo y para todo cuanto existe es importante, que no hay nada mas valioso que la vida en su conjunto, que cuando algo se hace mal se daña al entorno o que cada uno tiene un lugar especifico igualmente relevante para el funcionamiento de la sociedad.
no aprendí que el respeto para conmigo mismo y para todo cuanto existe es importante, que no hay nada mas valioso que la vida en su conjunto, que cuando algo se hace mal se daña al entorno o que cada uno tiene un lugar especifico igualmente relevante para el funcionamiento de la sociedad.
Al final estoy observando que lo que
no me ha servido de mi educación, es el punto de referencia para llegar a la
conclusión de que camine en la senda que la mayoría ha caminado, esto es, en la
equivocada, la que nos conduce al precipicio sin importar cuanto me digan que
he ganado o cuanto califiquen con buen promedio mis acciones, el caso es que
coopere a la destrucción de algo maravilloso, mi propia vida y la de un planeta
que alguna vez contuvo la gama de flora y fauna mas increíble, paisajes
hermosos, recursos que se antojaban interminables, pero eso lo aprendí muy tarde.
JuanAntonio Saucedo Pimentel
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