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viernes, 23 de junio de 2017

La piel de mar

El campesino tiene la piel de tierra y el pescador la tiene de agua, pero en ambos existen sueños de primavera, recuerdos, noches estrelladas, relación con ríos, lluvia y sol que en sus mentes elaboran historias románticas, formulas mágicas que se hacen canción y poesía, anécdotas graciosas que se narran en reunión de familia, de amigos que comparten la vida que muchas veces es amarga, pero da margen al dulce amor que solo tienen los que se unen por sentimiento mas que por otra cosa.

   Pata Salada le dicen a los que han nacido en la costa, los que reciben la brisa del mar que llega cargada de poesía, de misterio, de romance venida de lugares remotos, trasmitida por las olas que nunca se detienen, del agua donde se origino la vida, la madre mar respira, se agita, para ofrecer su contenido sin reservas demostrando que la existencia se regala, se adorna con destellos de luz sobre la cresta ondulante de las olas, en el chispeante romper del agua en los riscos, en los colores cambiantes del inmenso tapete liquido extendido ante los hombres marinos, los aventureros que han conocido lugares remotos, que han llegado a las islas encantadas, a la península de ilusiones, al legado de ancestros que guardaron tesoros de piratas o historias magnificas , emocionantes escapes, extraños acontecimientos donde las sirenas se enamoran de los hombres y estos se pierden en el fondo del océano.
 
Los de piel de mar saben que el mar puede desatar su furia, que es peligroso no hacer caso a sus advertencias cuando la tormenta se acerca, hay que recoger la redes, poner a resguardo las embarcaciones, asegurar las puertas y ventanas, buscar un refugio adecuado antes de que sea tarde, el tiempo de la limpieza llega con lluvias torrenciales y olas que estruendosamente invaden las zonas lo mismo que los ríos escapando a sus caudales y arrastrando a su paso todo aquello que se interpone a su paso.  Es tiempo de angustia que pasa rápido , dejando reflexiones sobre la pequeñez del hombre o de su gran fuerza para resistir fenómenos naturales y seguir adelante, vencedores siempre, dignos hijos de la mar y del viento, piel de agua que nunca se congela, que se mantiene fresca y limpia dispuesta a luchar y a vivir intensamente.

    La gente de la costa es alegre y tranquila, se ríe de las cosas con facilidad, hace sus tareas con pausado dinamismo , soportando la humedad, el calor algunas veces agobiante , para los extranjeros les resulta difícil de soportar, pero las tareas se hacen "la cosa es calmada pero no para tanto" dicen mientras preparan las redes , alistan las velas, se bota la panga, se fija el sombreo y van rumbo mar adentro con las ilusiones de siempre con la energía que les otorga el amor de sus hijos, de la amante esposa que les mira desde lejos, con la bendición de su madre que aun después de muerta siguen recibiendo.

     El campesino y pescador tienen mucho en común, son hombre de trabajo y de amor que en su corazón guardan un gran respeto a la vida, que tienen por seguro que hay que hacer lo correcto para que el mundo siga girando, manteniendo el equilibrio de los seres del océano y la tierra mientras ellos siguen forjando sueños y haciendo realidad sus sencillos proyectos que dan alegría y regalan momentos de paz, de armonía con los seres que comparten cada instante de sus tiempos y sus espacios .

La mujer de la costa tiene fama de amante apasionada, de mujer alegre que sabe sonreír a la vida, que no se fía de los extraños, que mantiene su postura ante los huracanes y sabe lo que es sufrir y gozar profundamente, sin tapujos, con la cabellera al viento, con la falda corta, la piel tostada , reluciente, la mirada limpia y brillante retando al mar que no ha de robarle el amor del hombre que admira y cuida, que le hace gozar y le regala su vida, la mujer de la costa es sincera, tiene la fe y la fuerza de sus ancestros grabada en cada parte de su ser, se hace mujer temprano pero vive como niña siempre disfrutando plenamente su familia, su vida, los paseos por la playa con los pies desnudos metidos en el agua y en la arena, exfoliando su piel naturalmente, sintiendo las caricias de las olas y la brisa, observando puestas de sol y noches de estrellas que le conducen al amor sin prisa, al sueño que se vive, al poema que se siente en sus adentros, en la canción que del hombre que la cuida y le ama con locura.  Mujer e olas que danzan, que se agitan en un lecho marino siempre nuevo, anhelante de encuentros con marinos, amigos donde encuentra a su futuro marido con quien ha de compartir la vida entera y apoyara sin condiciones, la mujer de la costa esta acostumbrada a resistir tormentas, el calor, el huracán que puede destrozar zonas completas pero no sus ilusiones, no su coraje para seguir luchando por sus sueños.

  JUANANTONIO SAUCEDO PIMENTEL

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