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El Libro Cuando nació la idea de escribir fue como la tormenta que de pronto aparece en el horizonte anunciando con relámpagos y truenos...

lunes, 4 de diciembre de 2017

EL CAMINANTE

Mientras recorría el rojizo sendero que serpenteaba en el bosque de pinos escuchaba a lo lejos el rumor de agua en el río, el trinar de pájaros, aspiraba el aroma de esos arboles y admiraba el paisaje, los cuadros que se presentaban diferentes a cada instante conforme avanzaba dejando que la fantasía volara en pos de seres mágicos, de pequeños seres que habitaban entre las peñas, en cuevas iluminadas por brillantes piedras que reflejaban la luz entrante por orificios realizados para tal efecto, lo convertirían en un ave y el podría volar por sobre esas colinas, ver desde lo alto el  lago , las cascadas, el río con aguas de color turquesa, los enormes prados que del valle del los fantasmas, donde las piedras calizas con sus colores blanquizcos , amarillos, rosados, que salpicaban y adornaban las pendientes como firmes defensores de ese lugar sagrado donde los indios practicaban en la antigüedad los ritos de la fertilidad y del amor . 
 Bueno, eso es lo que imagino, no puede ser de otra manera, el lugar es mágico, posee el embrujo natural que brota de la belleza extrema, donde los sentidos se abruman, la mente se confunde al no tener que lidiar con los constantes ruidos de las ciudades, con las imágenes artificiales, los aromas contaminados, la sirenas que anuncian tragedia, el rechinar de llantas, los gritos de vendedores, los tonos de celulares y muchas otras cosas que aturden y no dejan lugar al relajamiento, a este sentido de la vida que percivo en este lugar sin desear otra cosa que seguir caminando, encontrando un nuevo sendero que me lleve mas lejos de esa ciudad de corruptos manejos, de sucias calles, de atmósfera turbia y competencia sin sentido. 

Al llegar a lo alto se presento el pequeño valle con sus campos de flores amarillas y el pequeño lago, en la rivera una cabaña rústica, pequeña, a ella me fui acercando y dos vacas me miraron con desdén mientras el burro rebuscaba dándome la bien venida, una mujer estaba hincada frente a un gran comal donde las tortillas se inflaban y la olla de frijoles se hervía alegremente, la salude y respondió el saludo con un "buenos días señor" y me ofreció un taco que por supuesto no desprecie, le agregue un poco de salsa  y les aseguro que fue como un manjar de dioses, como si jamas hubiera comido algo tan sabroso, tome asiento en una de las piedras rogando que me regalara otro taco, ella sin decir palabra me sirvió, le dije que venia a pasar unos días en esos lugares, tenia pensado acampar cerca del río, esperaba no ser una molestia.

No lo ha de ser, ni nadien lo ha de molestar, aquí solo vivimos mi esposo, mi hija y yo, ahora ellos andan pescando en el otro lado, ella por la presa, pero no han de tardar por eso ya tengo preparada la comida. 

En eso escuchamos un silbido, a lo lejos venía el hombre y la muchacha, yo pensaba que era una niña pero en realidad era una joven de unos veinte años que llego corriendo hasta donde estaba su madre y tiro unos filetes de pescado que ya traía preparados sobre el comal, les agrego sal mientras le decía a su madre como y cuantos pescados traían. Luego me miro y me dio el saludo, le respondí sonriendo y estirando mi mano para estrechar la suya mientras le decía mi nombre.

No le doy la mano porque le quedaría con olor a pescado, mi nombre es Maria de la Luz y mis padres me dicen Mary, que le trae por esta tierra señor?

Mejor dígame Carlos, eso de señor me hace sentirme viejo, vengo huyendo de la ciudad, quiero por lo menos pasar aquí unos tres días para descansar del ruido y la atmósfera contaminada, llenar mis pulmones de aire puro y  todo mi ser de tranquilidad.

A pos de eso si hay mucho por estos rumbos, dijo Don José, que era el nombre del jefe de familia, se sentó en otra piedra alrededor  del comal y me dijo que comiera pescado, que habían traído suficiente para dos días, tendrían que salar y poner a secar algunos para que no se perdieran. 

Comimos mientras yo les platicaba de mis estudios, de mi trabajo, de los planes que tenia para construir algún día una cabaña en un lugar como ese para poder descansar los fines de semana, pero creo que tendré que ahorrar durante varios años para lograrlo, trabajar duro como esclavo si quiero vivir algún día bien. 

Yo no imagino que alguien tenga que trabajar muchos años y juntar dinero para venir a vivir como nosotros, mis padres solos construyeron esta casa, no es grande pero es suficiente para lo que es menester, nos protege de la lluvia y del frío, no hace falta gran cosa para vivir aquí, el campo da lo que se necesita, sembramos maíz y frijol en el lado de la presa, ahí nunca falta el agua para el riego y nadie nos molesta. El llano da hongos, las charcas acociles, el terreno muchas plantas que se comen y saben bien, como los quelites, los nopales, la orejas de ratón, muchas otras.

Bueno, pero ustedes son campesinos, tienen tierras, yo no soy mas que un empleado que no se nada de sembrar o cosechar y no tengo ni un pedazo de terreno.

No tiene ciencia,  tierra hay mucha abandonada, ya casi todos se han ido para la ciudad, sembrar, cuidar de los campos, cosechar se aprende fácil, eso si, es duro el trabajo, pero es bueno cuando ve uno los resultados, mi hija y mi esposa también ayudan en esas labores, todo aquí se hace en familia, pero imagino que  ha de ser pesado para quien nunca ha tomado un azadón o una hoz , meterse en el surco y pizcar durante todo el día... cosa de acostumbrarse. 

Mañana vamos a pizcar, deje le muestro como se maneja el pizcador, si quiere mañana se cala a ver como se siente trabajando en el campo. 

Mary me acompaño hasta donde levante la casa de campaña, se admiro que llevara un colchón inflable.

Ya veo que le ha de costar mucho vivir en el campo, aquí no se usan esas cosas, acaso un catre con olotes, espero descanse bien, mañana paso por usted cuando cante el gallo. 

Yo hubiera querido descansar y pasear tranquilamente pero tenia que ganarme los tacos riquísimos de frijoles,  me levante en cuanto escuche a los gallos cantar y no tardo en aparecer Mary con su padre y su madre, nos fuimos caminando en silencio con los ayates colgando.
Después de mas de media hora llegamos al terreno cultivado, el maíz estaba en su punto, me mostraron como tenia que encajar el pizcador, cortar las hojas, jalar la mazorca, colocarla en el ayate, parecía fácil la maniobra pero no tanto para un novato como yo, antes de una hora ya sentia que me salía sangre de la mano, me enrede mi pañuelo a manera de guante y le seguí dando hasta que dijeron que era hora de descansar, por supuesto no hice ni la mitad de lo que cada uno de ellos hizo, pero no me sentí frustrado, era mi primer intento.

Muy bien muchacho, es usted de fibra! pensé que se iva a rajar, pero ya demostró que sabe darle duro al trabajo, vamos a la casa, mi mujer ya debe tener la comida lista. 

Fue hasta entonces que me percate que doña Emilia se había ido antes.
 Habíamos estado vaciando las mazorcas en unos grandes cajones y solamente nos llevamos la ultima carga en nuestros ayates, lo demás se quedo ahí  me dije a mi mismo que si alguien dejara algo en mi colonia de esa manera en menos que se los cuento lo desaparecían, pero estas gentes no tenían la menor preocupación que algo sucediera con el producto de su trabajo de toda la temporada, lo dejaban sabedores que nadie lo tocaría . 

Comí y disfrute la comida de ensalada de verduras, pescado, tacos de frijoles y un buen tarro de agua fresca como si hubiera sido en el mejor restaurante y escuche sus comentarios chuscos sobre mi actuación en la milpa, me hicieron reír de verdad porque ciertamente varias veces me desoriente entre el maizal y andaba buscando por donde llegar al lugar donde estaba el cajón donde depositábamos las mazorcas y ademas tuve que tomar como tres litros de agua en el transcurso de la jornada, creo que me termine la reserva que llevaron, el caso es que después de comer yo estaba mas que cansado, me fui a la casa de campaña y dormí como tronco, hasta que los gallos me despertaron y resuelto me levante a seguir aprendiendo de esa gente sencilla y buena.  Ese día aguante un poco mas, después de comer desgrane con ellos un rato, hincados en un petate, tallando las mazorcas en un manojo de olotes bien apretado, los nudillos casi me sangraron, pero me divertí mucho escuchando sus relatos y sus formas de interpretar la vida. 

Pase siete días increíbles con esas personas, aprendí muchas cosas en ese tiempo, sobre todo a reconocer el valor de los campesinos, admirar su empeño, su capacidad para trabajar, los muchos conocimientos que tienen sobre las plantas y sus propiedades, la unión familiar que les hace fuertes, mantener un riguroso sentido de la decencia, del buen comportamiento, del amor a la naturaleza, su agradecimiento a Dios por lo mucho que les ha regalado y vi la diferencia entre saber vivir y desear vivir, amar y desear amar, ellos tienen la riqueza que no es reconocida y poseen los valores que hemos perdido en las grande metrópolis. 


Bañarme en el río, comer acociles, quelites, nopales, tomar agua de poso, sentir la brisa fresca en las mañanas, escuchar a los grillos y ranas por las noches, el trinar de pájaros en el día, caminar por esos cerros aspirando aire limpio con aroma a pino, sentarme alrededor del comal y saborear una tortilla recién hecha no lo puedo ni siquiera describir, es algo increíble que me hizo sentir lo bien que se puede vivir sin lujos, sin tecnología o comodidades.  Baje como dos kilos y regrese sintiéndome mejor que nunca, pero no fue fácil dejar esas tierras y a esa gente que me brindaron su hospitalidad y su amistad sin condiciones.

Muchas veces desee volver a ese lugar, visitarlos, saber que era de su vida, pero me deje absorber por el trabajo, arrastrar por la corriente de la ciudad con sus torrentes de festejo, sus artificiales manifestaciones de mil cosas que no son mas que vanidad,  pretensiones de escapar de una realidad que resulta difícil de soportar.
 Para cuando reaccione ya habían pasado años y mucho me ha dolido no haber tenido el valor para quedarme con esos campesinos, mi vida hubiera sido menos complicada y mas plena, estoy seguro. 
        JuanAntonio Saucedo Pimentel



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