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domingo, 14 de enero de 2018

Del infierno a la gloria

Seguramente todos hemos visto o escuchado historias en las que el amor surge entre alguien pobre y alguien rico y poderoso, la Cenicienta que encuentra al príncipe y este cae rendido ante sus encantos. También hay la del hombre pobre que se convierte en un poderoso magnate y logra conquistar a la mujer mas bella, la joven hermosa, alegre, divertida y buena que le robo el corazón desde que eran niños.  Nos gustan esas historias y nos encanta pensar que eso sucede con frecuencia, pero en la realidad muchas frustraciones nacen precisamente de ese tipo de expectativas que se forman a partir de historias infantiles, románticas, con elementos que impulsan nuestra imaginación creando mundos fantásticos donde todo es posible. 
Ciertamente hay relaciones que superan a la imaginación, realidades que parecen sueños y sueños que se convierten en realidad porque el hombre en su constante búsqueda, en su afán de inventar, descubrir, modificar, se encuentra ante situaciones que se desbordan y producen magníficos resultados que influyen determinantemente en la vida. 

Nos encanta imaginar que las historias tienen siempre un final feliz, nos afanamos en predicar aquello que contribuya a que esas cosas maravillosas sucedan, pero muchas veces en ese afán inventamos y ponemos en las mentes de quienes las escuchan o las leen, algo que puede germinar y dar frutos inesperados, pensamientos, ideas que se convierten en fuente de fanatismo y se enfrentan a la realidad con una fuerza increíble.

Actualmente vivimos un enfrentamiento entre la religión y la ciencia, durante siglos se han esmerado, cada una con sus argumentos, en demostrar que existe o no existe Dios dejando un rastro de violencia, dolor, muerte por todo el mundo.

Entrar en esa polémica discusión  resulta peligroso, no parece haber una disposición verdadera a comprender las equivocaciones de ambas partes, simplemente sostienen que tienen la razón sin hacer un análisis profundo de la incapacidad del hombre para comprender el universo, lo cual nos lleva a concluir que no somos capaces de entender como y porque existe y mucho menos que lo origino, que en el ultimo de los casos sería un creador que rebasaría toda posibilidad de la humana compresión. 

Las atribuciones que imponemos a nuestros dioses obedecen principalmente por una parte a la conveniencia y por otra a la incapacidad de comprender ese universo que en su complejidad y magnitud superan nuestro entendimiento. 
Nos ha sido fácil culpar o agradecer a esos dioses nuestros fracasos o triunfos, nuestros padecimientos o felicidad, las locuras o genialidades, la vida y la muerte, pero siempre bajo el manto que encubre lo esencial, la ignorancia a la que le imponemos  un sello de fe o de incredulidad, desconfianza, escepticismo. 

Nuestra ignorancia es inmensa frente a lo que conocemos del universo y sus misterios, sin embargo proclamamos como verdaderos nuestros juicios proporcionándonos una plataforma, aunque sea falsa, para construir y difundir ideologías que convienen a los intereses de quienes alcanzan el poder y gobiernan los destinos de grandes grupos humanos, por supuesto que no están dispuestos ninguno de ellos a ceder, aceptar sus equivocaciones, defendiendo su posición a toda costa, el resultado ya lo hemos constatado muchas veces a lo largo de la Historia de la humanidad.

   Si de verdad somos inteligentes, es tiempo de recapacitar, de utilizar los conocimientos, la experiencia, el sentido común para enfrentar la realidad , ver que no es un cuento de hadas lo que nos hace tener sueños y grandes objetivos, que aun con nuestra incapacidad para comprender los grandes misterios del universo, somos parte de ese conjunto y que tenemos la maravillosa posibilidad de gozar de un planeta con elementos extraordinarios que permiten una gran variedad de especies, de un conjunto de elementos que por su belleza y diversidad superan a cualquier fantasía. 

  La mayor parte del sufrimiento humano ha sido producto de la necedad del hombre por imponer falsos criterios, ideas erróneas, utilizando la violencia, su capacidad destructiva como el principal argumento.
Los grandes hombres que se han levantado contra la injusticia, la maldad, la violencia, han sido sacrificados y sus ideas se anuncian como utopias, sueños inalcanzables, locuras que provocaron revoluciones o falsas ideas sobre el significado de la vida.

Espero que estemos llegando al punto donde la humanidad comprenda que no tiene porque seguir dominada por la mentira, que se desprenda del fanatismo de cualquier tipo y disfrute de la oportunidad de vivir en un mundo maravilloso, hay miles de posibilidades de vivir feliz, solo se tiene que observar, captar lo grande y espectacular que es el universo y comprender que no podemos entender todo lo que existe, pero lo podemos gozar porque somos parte de ese conjunto y tenemos la increíble capacidad de saborear, escuchar, aspirar, tocar, sentir.
                           JuanAntonio Saucedo Pimentel


para reflexionar 

El mayor mal de nuestro tiempo es que la Ciencia y la Religión aparecen como fuerzas enemigas e irreductibles. Mal intelectual, tanto más pernicioso cuanto que viene de lo alto y se infiltra cautelosamente en todos los espíritus, como sutil ponzoña que se respira en el aire. Y todo mal de la inteligencia viene a ser a la larga un mal del alma y, por consecuencia, un mal social. 

Edouard Schure – Los Grandes Iniciados 

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