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viernes, 30 de noviembre de 2018

LA RUTA DEL TEMOR

Es cierto que al igual que otros hombres intente escribir un libro sobre la nada, un poema a la no existencia y antes de iniciarlos los había terminado porque no se requiere de palabras para escribirlos, no de lenguaje o de alguna  forma para describirlo, pero hay cosas que si puedo decir sobre lo que percibo, lo que se consume mientras transito entre las ideas, los pensamientos que se originan en la percepción e interpretación de aquello que llega de distintos lugares, de muchos tiempos. 

En el recorrido por diferentes espacios y tiempos durante mi vida he llegado a la conclusión de que nuestro temores nos tienen al borde la locura, dando a nuestra existencia un matiz lúgubre, un sin sentido que se traduce en comportamientos erráticos , en actuaciones que dejan la duda sobre nuestra proclamada inteligencia, que mantienen muy en alto la posibilidad de una auto destrucción masiva, de un cataclismo que supere nuestra capacidad de reacción, porque nos hemos perdido entre nuestros deseos y nuestra estupidez de tal forma que caminamos sobre una senda de temor que nos mantiene esclavizados a un intento de escapar de la vida. De otra manera no se entiende como hemos mantenido la violencia durante tantos siglos, seguimos actuando de la misma forma como lo hicieron los hombres de las cavernas, únicamente hicimos mas eficientes las armas, mejoramos las formas para destruir, utilizando medios que interfieren de formas muy sutiles en la continuación de la vida.

     Quien crea que exagero puede ver cualquier noticiero y estadísticas en cualquier lugar del planeta, las exigencias económicas, las propuestas políticas, los argumentos de los lideres y las consecuencias que tiene para el planeta nuestra actuación en general les han de proporcionar la perspectiva de lo que esta sucediendo y lo que ha de suceder sin duda alguna, esto es, la continuación de un desesperado y vertiginoso movimiento destructivo que se traduce en toda clase de corrupción, violencia, adicciones, enfermedades, padecimientos mentales y sobre todo, temor, angustia que se eleva sobre las torres de los emporios financieros, sobre los búnkers donde pretenden estar seguros los que provocan las grandes catástrofes humanas. 

    Poca o ninguna posibilidad tiene el hombre de encontrar la paz y la libertad para gozar de su vida, siempre sometida a un mundo donde se ha extendido la cultura de la competencia, donde los deseos se alimentan por medio de mecanismos amplios en su alcance, estrechos en su contenido, creando seres ávidos de consumo enfermizo , de seres que se esfuerzan por tener mas sin ser mas, sin entender  siquiera cual es la razón de su existir y de su actuar. 
     Como autómatas seguimos las directrices que nos marcan, consumiendo los recursos de manera irracional, exterminado aquello que impide nuestro paso, luchando constantemente para alcanzar el mejor lugar, por ser mejor calificados, el prestigio, la riqueza, el poder, que justifica cualquier cosa, incluso el corromper y asesinar. 

     El optimismo se estrella contra las violentas manifestaciones de odio y rechazo a las instituciones que han liquidado lo poco de humano que aun tenia el hombre, el hedonismo se levanta como una inmensa ola que arrasa con las sociedades y las condena a la perdida de valores, mientras los señores de la muerte se enriquecen pensando que están haciendo lo mejor, lo mas conveniente, mientras millones de seres buscan escapar de la violencia y en campos de refugiados padecen condiciones que aniquilan la dignidad y terminan por darle la puntilla a los ideales.
     
      Mal camino elegimos, nuestros lideres no eran ciegos, eran locos o ignorantes que nos condujeron sin entender cual era el verdadero destino de los hombres, sin comprender que los valores humanos no estaban tasados en oro y poder, que la felicidad no se compraba, que era una forma de vivir en concordancia con la naturaleza, un compartir con animo de disfrutar con amor todo aquello que nos brindaba el mundo, de respetarnos y respetar la tierra, de vivir con sencillez y con un amplio sentido de responsabilidad por cuanto nos rodea, porque es el único sitio donde podemos vivir, porque es el lugar donde habitan los seres que amamos. 

 Decir que luchemos por la libertad o por nuestra nación, por la democracia o por la justicia son argumentos para incitar a la violencia, cualquiera de esas cosas se consigue trabajando, haciendo lo correcto, mi libertad, la justicia o nacionalidad están en relación con lo que hago y donde habito, cualquiera me recibe bien si coopero y comparto, si me esfuerzo por mejorar el entorno, ayudo en mi comunidad para hacer obras que benefician a todos, seguramente ahí encontrare respeto y me aceptaran en la forma como yo les respete y les acepte en sus diferencias. 

Hemos estado peleando por algo que tenemos y obtenemos por derecho desde el momento en que nacemos, pero lo apostamos en acciones que nada tienen que ver con la libertad y la justicia o la nacionalidad, porque un hombre es del mundo y en el encuentra todo lo necesario para ser y hacer, siempre y cuando no entre en disputas innecesarias con quienes creen tener derecho a todo y no comparten, pretendiendo explotar a otros hombres, enriquecerse sin mucho trabajar a base de especulaciones que dejan en la miseria a muchos.  Mal rollo, eso es una verdura estupidez, ya esta mas que comprobado por las consecuencias que se tienen y que nos tienen al borde de la extinción.

Honor, lealtad, patriotismo, son ideas que se inculcan en los que han de luchar mañana, porque el negocio de la guerra impone constantes batallas, consumo de municiones, de armas que producen millones mientras la destrucción y la muerte se mantiene como un colateral daño que mantiene una economía que tritura los pocos vestigios de humanidad que pudieran existir.
 Por ello es mejor proponer la diversión como uno de los medios para evadir esa enfermedad que aqueja a quienes creen que tienen propios pensamientos y se dejan conducir como ganado en los senderos de la destrucción. 

Esta es una propuesta para dejar de lado por un momento el afán de ser mejores y tomar consciencia de nuestra verdadera naturaleza, desnudos, sin riqueza o poder que interfiera en el pensar y actuar, dejando que compartamos como niños el encuentro con otros seres que tienen la misma intención de vivir , simplemente vivir, aprovechando los espacios, las propias habilidades para dar y recibir, para sentir sin el compromiso, sin la provocación o el deseo de competir, logrando lo que nunca hemos logrado, se hombres y mujeres libres de prejuicios. 

Cualquier cosa puede pasar, es un experimento que puede resultar peligroso para quienes no pueden dejar de lado el egoísmo, la ambición, la costumbre de ser primeros y ser los mejores, pero sin duda ha de proporcionar la oportunidad de conocernos un poco mas, de saber de que somos capaces como hombres y mujeres deseosos de vivir y gozar simplemente, dejando que las cosas fluyan tranquilamente mientras cooperamos para que las se mejoren aquellos elementos que son indispensables en nuestra sociedad. 

Ya se ha intentado y fracasaron los distintos modelos, terminaron tarde o temprano corrompiéndose con la influencia de los elementos que conforman el mercado, pero también por la naturaleza o mejor dicho, por la herencia que tenemos en nuestros genes marcados con la violencia y la muerte de siglos.

Entonces no queda mas que esperar a ver hasta donde nos lleva la aventura de la evolución, la obstinada intención de ser mejores, aun cuando estemos demostrando lo contrario. 

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