Lo falso y verdadero en nuestra vida

Lo falso y verdadero en nuestra vida. 

Después de reflexionar unos minutos sobre la pregunta que Antoniño  le hiciera, el abuelo dijo : La verdad no siempre te ha de proporcionar lo que deseas, la mayoría piensa que sabiendo con certeza lo que sucede y lo que son las cosas a su alrededor puede vivir mejor, pero hay que tener mucho cuidado y no caer en la trampa, porque la linea entre lo verdadero y lo falso es muy delgada, algunas veces incluso se pueden confundir.

 te voy a contar que hubo un gran rey que era bueno y justo, su pueblo lo amaba, era respetado y sus amigos los contaba por cientos, una bonita y fiel esposa lo acompañaba , tres hijos le dio para llenar de alegría su palacio , pero el siempre pensaba que requería saber la verdad para tomar decisiones justas, por lo que cada noche oraba para pedir que se le concediera el don de saber siempre la verdad en todo , sus ruegos fueron escuchados y se le concedió ese deseo.

 a partir de ese día el carácter del rey se hizo amargo, actuaba con dureza, se comportaba como un monarca prepotente que no tenia compasión ni parecía interesarle mucho sus relaciones familiares o sociales, incluso se retiro a sus habitaciones y pocas veces salía de ellas, le llevaban ahí los alimentos y las cosas importantes que tenia que resolver, de tal forma que se convirtió en una sombra que gobernaba aquel reino.

 Cuál fue la causa de tal cambio se preguntaban, el rey se ha vuelto loco tal vez, no eso no puede ser, toma buenas decisiones, el reino sigue floreciendo bajo su mandato, pero tal parece que eso no le importa, decían su súbditos. Su esposa he hijos también estaban sorprendidos por el cambio, ya no convivía con ellos y pocas ocasiones tenían para hablar con el brevemente.

El rey tenia mucho temor de enfrentarse con las verdades que se le estaban develando.

La razón fue que el rey descubrió que su esposa no le amaba, que sus hijos esperaba su muerte para repartirse el reino, que sus súbditos solo buscaban su beneficio y casi nunca se preocupaba por los mas débiles y pobres, que muchos de ellos le tenían envidia, lo criticaba por cualquier cosa simplemente para divertirse y pocos eran los que realmente le apreciaban como un gran monarca, pero como he dicho, la linea entre lo verdadero y lo falso es muy tenue, porque si era verdad que su esposa ya no le amaba como cuando eran jóvenes, pero le rendía fidelidad y no creía haber tenido mejor esposo, sus hijos le respetaban, cierto que deseaban que el muriera, pero no pronto, tal vez ni siquiera repartirían su reino, porque sabían, por las enseñanza de su padre, que la union los hacia fuertes, sus súbditos hacían bromas a su costa, la envidia era cosa normal, el siempre había gozado de la riqueza y comodidad de ser de la familia real, nada que ver con los campesinos o con los trabajadores de miles de oficios, los miembros de su ejercito o los maestros y cultivadores de la ciencia, pero todos, en el fondo, sabían y reconocían que el estaba haciendo un buen trabajo como monarca, como el rey se alejo de las reuniones y se aisló en sus aposentos no se enteraba de esas diferencias entre la verdad y las apariencias, entre lo verdadero y lo falso, hasta que un día decidió enfrentar su propios temores y salió a reconocer en cada persona lo falso y verdadero, de tal forma que en pocas horas se encontró confundido, había mucha contradicción entre los pensamientos y los hechos, entre lo que parecía mentira y lo que se hacia en la realidad, entonces comprendió que todo dependía de la manera como se interpretaban los hechos, de la forma como se reconocía aquello que se presenta en cada instante de la vida. 

   Por ello Antoniño, no debes de creer todo lo que ves ni pensar mal de todo aquello que parece negativo, nosotros alteramos lo verdadero y lo falso con nuestra intervención, con la interpretación y las acciones cambiando, transformando el contenido, la forma, el sentido con la voluntad, pero sobre todo, buscando y encontrando las evidencias, las confirmaciones que den lugar a una mejor percepción, sin olvidar que no hay una verdad absoluta. 

JuanAntonio Saucedo Pimentel