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El Libro Cuando nació la idea de escribir fue como la tormenta que de pronto aparece en el horizonte anunciando con relámpagos y truenos...

sábado, 21 de agosto de 2021

Los grandes secretos


Los grandes secretos 



El viejo chaman me dijo algo que me causo gran sorpresa, el conocía el secreto  de los antiguos señores de estas tierras donde los conquistadores nunca llegaron, donde los dioses habían otorgado grandes privilegios a quienes siguieron sus preceptos , respetando la naturaleza, viviendo en armonía , amando la vida, alejados de los vicios y las discordias, hermanados por el deseo de ser mejores cada día, esos señores fueron los que construyeron las grandes obras que hoy están enterradas en lo alto de la montaña, las que se hicieron en las grutas y en los lugares remotos que han sido cubiertos por la selva. Esos señores tenían el conocimiento para cambiar de forma las  materias, las convertían en moldeables elementos con los que hicieron sus moradas, incluso las piedras se ajustaban a sus deseos, por eso no necesitaron ningún otro material para ajustarlas perfectamente para que permanecieran unidas durante siglos. También conocían como hacer para que la tierra permitiera que las cosas se elevaran sin esfuerzo, volaran cual plumas con el viento y los hombres las pudieran acomodar según su deseo, el conocía esos secretos guardados en la memoria de los grandes chamanes, en los que se interesaron por conocer el mágico ingrediente de cada planta, de las flores, de los arboles, semillas, frutos, vegetales,  de los animales y otros elementos de la tierra, haciendo con ellos los preparados que alejan las enfermedades, alivian el dolor, recomponen lo torcido, permiten recuperar lo que se pierde con la edad o por otras causas, porque para ello debe servir el conocimiento y no para causar mal alguno, aunque también se dan los casos en que en defensa de sus personas los han tenido que infringir a los enemigos, mientras esto decía terminaba de curar la herida que me había causado en la pierna con mi propio machete al tropezar por el camino del monte.


Al notar mi incredulidad el chaman tomo mi mano derecha y me ordeno que cerrara los ojos, lo hice, en pocos segundos empece a notar que estaba flotando, como si una fuerza extraña me hubiese alzado sin tocarme, no pude resistir y abrí los ojos, de inmediato caí nuevamente a tierra, le dije que eso era increíble y me dijo que solo había sido una ilusión, que nada había sucedido, pero yo sabía que no era imaginario, aun sentia en mi cuerpo el efecto de la caída, aun cuando no fue de gran altura me había causado dolor, pero el repitió que era imaginario viéndome fijamente a los ojos, no pude contradecirle.

Dias mas tarde el chaman desapareció como era costumbre por los meses en que llegaban las lluvias, pensé que iría a esas construcciones dentro de las grutas de las que hablaba sin decir jamas donde se encontraban, se me ocurrió intentar encontrarlas, debía haber alguna forma de seguir sus huellas, yo era de los que mejor sabían seguir las de los animales, podía intentar encontrar las del viejo, no podía ir demasiado lejos porque cada verano aparecía puntualmente. 

Fui a su choza, vi alrededor sus pisadas claras , fue entonces que caí en cuenta que solo tenia cuatro dedos en cada pie, ademas sus pisadas parecían de un hombre mucho mas ligero, como si apenas tocara la tierra, eso me hizo pensar que podía levitar y que no era ilusión lo que yo había sentido. 

Revise sus pertenencias, pocas cosas tenia en aquel jacal de piedra techo de palma tejida, algunos recipientes de barro conteniendo líquidos de diferente color y aroma, ni pensar en probarlos, seguramente eran algún preparado con medicamento, solo el sabia como combinarlos y en que proporción beberlos.

Seguí hasta un rio angosto de poca profundidad, me hundí hasta la cintura para cruzarlo pero al llegar a la otra orilla vi que no había ninguna huella o cosa que mostrara que ahí había pasado alguna persona, siguiendo mi intuición me metí al centro de la corriente, deje que me llevara acostándome para flotar, minutos mas tarde el impulso disminuyo y la profundidad también porque se hacia mas ancho, de modo que me empece a atorar en el lecho de piedras redondeadas del tamaño de uno de mis puños, tome dos de esas piedras y la puse en mi morral. Salí a la orilla opuesta de donde había entrado descubrí nuevamente algunas huellas del chaman, me alegré de no haber fallado, ese hombre era muy listo sin duda, ademas conocía bien esa parte de la sierra donde acostumbraba recoger plantas.  

Durante horas continue subiendo por esa vereda angosta hasta que dejo de existir y solo el terreno agreste se presento con sus enormes peñascos, sus pocos arboles y espesos matorrales pequeños que parecían islas de color en el terreno rojizo donde el aire soplaba con fuerza y silbaba al pasar por entre las rocas como si advirtiera que estaba llegando a un sitio peligroso. 


La tormenta llego súbitamente, me resguarde entre unas grandes rocas donde encontré un hueco lo bastante profundo para no mojarme, el cansancio me venció, me quede dormido arrullado por el caer de las gotas sobre tierra. Desperté hasta el día siguiente, el sol brillaba me sentí con buen animo para seguir mi búsqueda.

Las huellas se perdieron del todo en ese terreno, seguí subiendo porque estaba seguro que ya estaba cerca de alguna gruta, las formas de la montaña eran diferentes, sus peñascos estaban alineados como si los hubieran acomodado a propósito para marcar un lugar y desde ahí podía observarse gran parte del valle que a lo lejos presentaba algunos caseríos, seguí por la ladera que se fue torciendo hacia el lado contrario del valle y de de pronto vi nuevamente huellas, eran del chaman sin duda, mi corazón dió un salto y emocionado seguí adelante hasta encontrar un gran arbusto que me cerraba el paso, al otro lado estaba la entrada a la gruta y podía sentir su aliento cálido saliendo continuamente como si fuera la boca de un gigante que estuviera a punto de gritar anunciando el próximo evento natural, no lo pensé mucho, traspase aquel arbusto y entre en un túnel, avance por el dejando atrás la luz que cada vez se hacia mas pequeña, como si fuera una pequeña, el túnel torció hacia la derecha y la oscuridad fue total, seguí avanzando a tientas tocando las paredes, el túnel se hacia mas y mas angosto, ya caminaba agachado, después a gatas y de pronto resbale por una especie de tobogán pequeño y fui a dar a una cueva bien iluminada por el reflejo de un rayo de luz que se reflejaba en las rocas brillantes, húmedas por el caer de agua, un enorme muro llorón natural, diría mas tarde mi prima cuando intente describirlo. 

Al fondo de aquella cueva había cuatro túneles, no me decidía por cual seguir , busque las huellas que me indicaran el camino, una vez que las descubrí seguí confiado adelante pero a cada paso me sentia mas y mas pesado, como si una fuerza inmensa estuviera intentando aplastarme, mis piernas apenas las podía levantar, sobre mi espalda sentia un peso que aumentaba, estaba a punto de doblarme cuando vi la salida a otra cueva con mas luz que la anterior , tome un poco de agua de la que resbalaba por las paredes, de inmediato me sentí bien, recupere mis fuerzas mientras observaba aquel recinto con formas extrañas que se habían formado por el continuo resbalar del agua en el paso de los siglos, había algunas que parecían verdaderas esculturas de animales o plantas, de seres gigantescos, de formas que guardaban algún parecido con la corriente de los ríos cuando crecen, con sus olas chocando, quedando en espacios con fragmentos a punto de caer, en el fondo, elevados había cuatro asientos bien labrados den la roca, tres hombres ya entrados en años las ocupaban y me miraron con sorpresa, uno de ellos me señalo una de las rocas grandes que estaban a mi lado y me dijo que la pusiera frente a ellos, eso me pareció absurdo, era demasiado grande para que yo pudiera moverla, pero al notar mi incredulidad, me dijo que lo intentara y así lo hice, la roca se movió con facilidad como si la deslizara sobre hielo, la coloque frente a ellos, cada uno puso en una pequeña vasija de piedra un poco del contenido que traían en sus guajes, me indicaron con un gesto que lo vertiera sobre la roca y esta se hizo blanda como la masa para las tortillas, la pude hacer a mi gusto para acomodarme y entonces uno de ellos arrojo un poco de agua que al caer sobre la piedra se endureció nuevamente.


El Chaman apareció de pronto con su atuendo blanco y su vara que le servia para cazar y para apoyarse, se acomodo en su asiento  me miro sonriente. Qué haces aquí ? pregunto, le conteste que deseaba aprender todo lo que pudiera enseñarme, que cuando el muriera no habría en nuestros pueblos alguien que curara las enfermedades, que aliviara el dolor, que por eso había seguido sus huellas.  El me miro fijamente y dijo, yo no dejo huellas, procuro caminar sobre el viento, seguramente te has equivocado, ha sido una casualidad que llegaras a este sitio.

Seguí sus huellas, no me pude equivocar, usted solo tiene cuatro dedos en cada pie, el sonrió y me mostró sus pies, cinco dedos en cada uno al igual que cualquier hombre, no puede ser le dije sorprendido, entonces a quien he seguido, alguien tiene que haber venido en esta dirección y tiene cuatro dedos en cada uno de sus pies. 

Nunca creas todo lo que ves, me dijo tranquilamente el chaman, los sentido nos pueden engañar, la mente se puede confundir, puede crear distintas versiones de un mismo objeto, de una percepción de los sentidos, tu no me has seguido, ni siquiera has salido hoy de tu cabaña, estuviste delirando por la fiebre, con la herida en la pierna difícilmente hubieras caminado tantas horas, cuando abras los ojos sabrás que no has estado en este lugar, me has visto únicamente en mi choza, pronto estarás bien y podrás ir a trabajar tu terreno como siempre.

Sentí como si fuera flotando en un espacio oscuro y frio, caí en un profundo sueño en el cual soñé que un chapulín de muchos colores se transformaba en una mariposa y luego en un hada de los bosques.


Abrí los ojos ,estaba en mi petate tendido, no me había movido de choza según me dijeron, pero no se explicaban porque tenia tan manchado de lodo mi calzón y camisa de manta, la tierra donde me había ensuciado era rojiza como la de la montaña, pero yo no podía haber subido en eso días que estuve delirando, pedía que me dieran mi morral, dos piedras están en el, idénticas a las que había visto en mi delirio. 

Cuando me recuperé visite de inmediato al chaman, me dio a beber uno de sus brebajes, me pregunto si de verdad deseaba aprender a curar  y le dije que si


has de venir cada día después de tu faena, pondrás atención a cada uno de mis movimientos, de las plantas que recogeremos en el bosque, de la forma como las acomodo, las preparo, ya veras que cada elemento de la naturaleza tiene propiedades para la vida, saber utilizarlos es lo que puede aliviar el dolor, desvanecer una enfermedad, devolver aquello que se pierde con el tiempo o por accidentes como el que tu sufriste, esto te ha de llevar toda la vida, tal vez llegues a comprender los grandes misterios, los que transforman la materia, los que alteran el natural devenir del tiempo y el espacio. 


Veinte años después de aquellos sucesos sigo como alumno del chaman y he aprendido lo sencillo que es encontrar el alivio a los males cuando se tiene la mente abierta, el espíritu limpio, la voluntad de hacer el bien, no son las plantas u otros ingredientes que proporcionamos como medicina lo que le curan de sus males, sino la convicción, la fe en que se van a curar, que tenemos el don para hacerlo, porque somos poseedores de los grandes secretos de los ancestros, esto en parte es cierto, ellos comprendieron que en la naturaleza se encontraban todos los elementos para dar a los hombres la paz, le salud, la felicidad, reconociendo y descifrando cada mensaje que contiene aquello que ha sido puesto en la tierra, sus formas y su composición, sus poderes infinitos enlazados en el viento, el agua, el fuego, la luz, la oscuridad, los aromas, sonidos, el torrente del rio , el infinito tiempo- espacio. 

JuanAntonio Saucedo Pimentel


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