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miércoles, 11 de agosto de 2021

LA PALABRA

La palabra



Mi madre leía mucho y en una ocasión le pregunte que por qué le gustaba tanto leer , me dijo que estaba buscando algo mágico, una palabra que le proporcionaría una gran dicha, pero no la debo buscar en el diccionario, porque su relación con el texto que lea ha de ser lo que la convierta en una especie de hechizo que abra mi corazón , mi alma a esa sensación de felicidad, tu deberías hacer lo mismo, en algún texto has de encontrar lo que llene tu espíritu de gozo, tenia ocho años pero se me quedo muy grabado su entusiasmo. 

Eso me animo a leer todo lo que encontraba, en el pueblo no había muchos libros, pero cuando llegue a la gran ciudad me convertí en asiduo visitante de la biblioteca publica que no estaba lejos de donde me dieron empleo en una fabrica de etiquetas bordadas, primero como ayudante y después de unos meses pase a formar parte de los encargados de las maquinas, ganaba suficiente como para vivir dignamente, sin lujos pero con lo necesario y sobre todo, tenia tiempo para leer y leer, no tanto por aprender o por llegar a titularme en alguna asignatura, sino por encontrar esa palabra mágica, que seguramente existía porque mi madre la había buscado y según me dijo también mi abuelo.

Con el tiempo fui incorporando a mi vocabulario vocablos que jamas se utilizaban en mi pueblo, no eran necesarias, las relacionadas con el campo, la cosecha, las semillas o los animales eran imprescindibles, palabras como  “intrínseco, piramidal, inclusivo, contradictorio, particular, dimensional”  y miles de mas no eran necesarias, tal vez con trescientos fonemas eran suficientes para la comunicación en la comarca y sin duda considerarían una presuntuosa actitud el utiliza aquellos que no eran de uso común. 


Las noventa y tres mil palabras del español y sus mas de ciento noventa y cinco mil acepciones no eran importantes cuando lo único que se se busca es un entendimiento entre lo que se gana o se pierde, entre lo que es esencial y lo que no lo es en un ambiente que no tiene mayores complicaciones, sin grandes entramados comerciales o financieros, sin las problemáticas que puede presentar una gran ciudad con sus millones de habitantes, cada uno con aportaciones en distintos campos con ideas diversas, envueltos en una continua relación social que se diversifica y alcanza cósmicas dimensiones.


El caso es que mi entendimiento en lugar de avanzar retrocedía, esto debido a que encontraba continuamente contradicciones entre los textos y las acciones, entre los pensamientos impresos, los discursos  escritos y los hechos, entre la teoría y la practica, tal pareciera que eran dos dimensiones distintas donde por un lado quedaban las ideas y por otro las acciones, que, por desgracia, estaban afectando al hombre, como si fuera un proceso auto destructivo en el que su consciencia fuera alterada por un desequilibrio que era incapaz de detectar o detener. 

Lo peor es que aun no encontraba esa palabra mágica, el hechizo o conjuro que me hiciera feliz, que me llenara de gozo y cada vez me sentia mas deprimido al conocer los enormes errores que nos estaban conduciendo al exterminio, pero como no hay remedio lo mejor es tener fe en que algo ha de acontecer para que se revierta el proceso destructivo, por lo menos que se detenga, mientras eso sucede me seguí abocando a mi tarea, buscar ese tesoro en letras, esa magnifico gráfico, esa unidad léxica que me trasmita la sensación de felicidad, que permita evadir el universo caótico en que me ido sumergiendo al descubrir la ambigüedad perversa esconden muchos textos, cuan lejos estamos de la sabiduría y que tan grande es nuestra ignorancia, desconocimiento que nos permite creer que somos inteligentes, que estamos facultados para alterar cualquier cosa sin medir la consecuencias, triste ha de ser el darnos cuenta a destiempo del error.

Pero dejemos por un lado los lamentos y las conjeturas depresivas, esencial resulta el encontrar no una palabra sino las soluciones a los problemas y creo que eso ha de venir con las nuevas generaciones, con los niños y jóvenes que han crecido y evolucionado dentro de un ambiente distinto, en un mundo donde ya se tiene una visión diferente, contando con elementos y herramientas que han de utilizar para que la vida continue. Tienen una gran tarea, pero tengamos fe en que lo van a lograr, ellos son quienes han de vivir el futuro, los que ya vamos de salida jamas podremos saber cuales fueron los métodos  para solucionar cada problema, ni imaginamos como ha de se su existencia, pero deseo que sea mucho mejor, que alcancen la paz, la verdadera armonía en sus relaciones a todos los niveles y sobre todo, que sean felices, desde mi perspectiva y experiencia, eso se logra con la sencillez, absteniéndose de lo superfluo, de lo engañoso, del impulso a la competencia mas que a la agradable convivencia, a compartir mas que a dividir. En fin, ellos tienen el futuro en sus manos.


Continuando con mi objetivo, deduje que encontraría la palabra en los textos sagrados, en algún antiguo escrito de las culturas milenarias o en textos sobre magia, pero no fue así, solo había el repetido relato de batallas, muertes, conquistas, sufrimientos, ambiciones, tormentos, locuras, imperios que se levantan para luego sucumbir ante otros que van creciendo sin que se note mayor aprendizaje de las experiencias. 


Se preguntaran si al fin encontré lo que buscaba, si, lo encontré afortunadamente, desde entonces estoy muy contento, disfruto de las cosas que me regala la vida y me congratulo de haber sido invitado a esta fiesta de la vida sin merecimiento alguno, cada minuto es un regalo que me llena de satisfacción, cada acontecimiento es un conjunto de detalles que llena de emociones mi espíritu, pero he decidido no decir cual fue la palabra y como la encontré, eso se los dejo de tarea, cada uno debe buscar su palabra mágica, el hechizo que los haga sentirse felices, no dejen de buscarle, les aseguro que vale la pena. 

JuanAntonio Saucedo Pimentel. 

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