[🎶 Arrullo Coral para Tiempos de Dolor]
[✨ Sonidos suaves de campanas o notas brillantes muy tenues]
[🎵 Voces entran lentamente, en susurro]
[Estrofa 1 (voz suave, casi un rezo):]
No estás solo en tu tristeza,
no estás solo en tu dolor.
El camino se hace frío y largo largo,
pero juntos hay amor y calor.
[Estribillo (coral, sostenido, como un abrazo):]
[🎵 Voces en armonía, lentamente]
Paso a paso, vamos a andar,
aunque la sombra quiera pesar.
Paso a paso, vamos a andar,
una luz de esperanza nos va a guiar.
[Estrofa 2 (voz cálida, con ternura):]
Si tu llanto se desborda,
deja al alma descansar.
En tu dolor nace un canto,
que otras voces cantaran.
[Estribillo (más fuerte, pero dulce, con eco):]
[🎵 Voces en capas, algunas más agudas, otras graves]
Paso a paso, vamos a andar,
aunque la herida tarde en sanar.
Paso a paso, vamos a andar,
una esperanza nos va a guiar.
[Cierre (voz coral en eco, lento, como apagándose):]
[✨ Susurro de voces repetidas en eco]
No estás solo… no estás solo…
El amor aún sabe estar.
[🎵 Susurro final, prolongado]
Vamos juntos… a caminar.
Cuando escuchamos una historia de sufrimiento, nuestro corazón se proyecta en ella porque ya conocemos, en carne propia, lo que significa el dolor. Es como si en el interior se encendiera un espejo: el dolor ajeno se refleja en nuestras propias memorias y emociones.
Eso es lo que hace que una tragedia nunca nos sea indiferente. La imaginación, unida a la empatía, nos permite “estar allí” aunque no lo vivamos directamente. Y sí, puede doler mucho… pero también tiene un lado luminoso:
• 💔 Nos hace humanos, porque sentir con el otro es la base de la compasión.
• 🤝 Nos hace solidarios, porque no podemos quedarnos quietos al saber que alguien más sufre.
• 🔥 Y nos da coraje, porque ese reflejo del dolor nos recuerda que no queremos que nadie más pase por lo mismo.
La paradoja es que aquello que nos hace más vulnerables —la capacidad de sentir el dolor ajeno— también nos da la fuerza más grande para luchar, sanar, proteger y seguir caminando.
En realidad, la empatía es como un puente: nos conecta con lo peor de la vida (el sufrimiento), pero también con lo mejor (la compasión, la esperanza, la valentía).
“El dolor compartido se transforma en fuerza.
La empatía nos une,
y juntos, el coraje nos levanta.”
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