El abuelo miraba la tormenta desde la ventana de su recámara y al entrar me dijo como si hablara para sí mismo recordando su niñez:
La lluvia caía como un telón de plata, y las calles del barrio se convertían en ríos que corrían con un rumor alegre.
Para el mundo adulto, era un día gris; para nosotros, era la llamada de la aventura.
Lanzábamos barcos de papel que, como héroes diminutos, se enfrentaban a corrientes caprichosas. Algunos naufragaban sin gloria; otros llegaban, orgullosos, a puertos que solo existían en nuestra imaginación.
A veces, subíamos a botes improvisados, sujetos con lazos como si fueran anclas de esperanza. Cruzábamos de lado a lado con la destreza de equilibristas, sabiendo que, en cualquier momento, el agua podía reclamar su triunfo.
Y cuando uno de nosotros caía… la risa estallaba, más fuerte que la lluvia misma.
En esos días entendimos que la felicidad no siempre necesita sol: basta un cielo que llore, un charco que invite… y la certeza de que, si lo vivimos con el corazón, cualquier calle puede ser un mar.
Entonces no sabíamos lo que no deparaba el futuro y no nos preocupaban las noticias, todo era juego y risas, de pronto las cosas empezaron a cambiar ,nos fuimos contagiando de la angustia de nuestros padres, al enterarse de que otra guerra en alguna parte se podía extender por el mundo ,había mucha destrucción y muerte eso ya no era ficción, era la muestra de un mundo convulsionado por la ambición y la locura , difícil de comprender para quien aún no está preparado para ver con claridad que la vida se puede convertir en pesadilla . Eso no es justo ni humano, sin embargo se sigue repitiendo a pesar de las amargas experiencias . Es incomprensible que en estos tiempos en que tanto a progresado la tecnología y la ciencia, que existen los mejores medios de comunicación donde la barrera de los idiomas ya no existe y se tienen foros internacionales para discutir los grandes problemas, no se pueda lograr que La Paz y la armonía reinen en el mundo, tal vez es solo recordar esos tiempos de cuando eran niños y dejar de lado el egoísmo, la ambición y compartir con la sola intención de hacer del mundo una grandiosa experiencia compartida.
JuanAntonio Saucedo Pimentel
No hay comentarios:
Publicar un comentario