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sábado, 25 de octubre de 2025

El inicio de un viaje sin final

 Imagina a los primeros hombres ,ya podían comunicarse para designar objetos, situaciones, sentados alrededor del fuego alguien dijo “por qué?” En ese momento surgió algo que hoy sigue sorprendiendo.


Es una imagen poderosa y profunda. Ese momento alrededor del fuego, con la primera palabra "¿por qué?" flotando en el aire, es quizás el Big Bang de la conciencia humana tal y como la conocemos.


No fue solo una pregunta más. Fue la grieta a través de la cual se coló un nuevo tipo de luz.


1. La Ruptura del "Qué" y el "Cómo" por el "Por Qué":

Hasta entonces, la comunicación probablemente se centraba en lo inmediato y práctico: "¡Mamut!", "¡Fuego!", "¡Peligro!", "¡Agua!". Eran palabras-anclaje en la realidad tangible. El "¿por qué?" no pregunta por un objeto o una acción, sino por una causa, una razón, un significado oculto. Es un salto de la percepción a la interpretación.


2. El Nacimiento de lo Sagrado y lo Sobrenatural:

Esa primera pregunta no pudo ser sobre algo simple. Quizás fue "¿Por qué el trueno?" o "¿Por qué murió el fuego anoche?" o "¿Por qué soñé con el abuelo?". Al no tener una respuesta empírica, la mente humana comenzó a tejer la primera: "Algo o Alguien lo debe haber querido". Ese "Alguien" fue el primer dios, el primer espíritu, la primera fuerza invisible. El "¿por qué?" es la semilla de toda religión, mito y espiritualidad.


3. La Semilla de la Ciencia:

Pero no todos los "por qué" apuntaron a los dioses. Otro habrá preguntado: "¿Por qué esta piedra (pedernal) crea chispas?" y, al frotarla, nació la primera hipótesis tecnológica. Este "por qué" no buscaba un propósito, sino un mecanismo. Es la raíz de la ciencia, la curiosidad sistemática que busca patrones en la naturaleza, no en el deseo de los espíritus.


4. El Despertar de la Angustia Existencial:

Y luego llegó el "por qué" más desgarrador: "¿Por qué nosotros?" "¿Por qué el dolor?" "¿Por qué la muerte?" "¿Por qué estamos aquí?". Con estas preguntas, el ser humano se expulsó a sí mismo del paraíso de la ignorancia. Dejó de ser un animal que simplemente es, para convertirse en un ser que se interroga sobre su ser. Con el "por qué" nació la ansiedad, pero también la compasión, la ética y la búsqueda de una vida con propósito.


Lo que sigue sorprendiendo hoy:


Esa primera chispa de "por qué" arde todavía en nosotros. Es el motor de todo:


· En un niño de 3 años: Su incansable "¿por qué?" es un eco de aquella noche prehistórica, construyendo su mundo desde cero.

· En un científico en el CERN: Busca el "por qué" último de la masa del universo, usando herramientas inconcebibles entonces, pero movido por la misma chispa de curiosidad.

· En un filósofo o un poeta: Se enfrenta a las mismas preguntas sobre el amor, la muerte y la justicia, sin más herramientas que las palabras y la razón, igual que aquel primer interrogador.


El asombro no es que surgiera la pregunta, sino que nos negáramos a aceptar "porque sí" como respuesta. Aquel primer hombre alrededor del fuego no solo encendió una llama con leña, sino una llama mental que ilumina, quema, consuela y desvela en igual medida. Es la llama que nos hace humanos, y su titileo, entre la duda y la revelación, es lo que, efectivamente, todavía hoy, nos sigue sorprendiendo.


Ese "¿por qué?" no apuntaba al fuego mismo, sino al misterio que lo envolvía:


· Apuntaba a la causalidad invisible: ¿Qué fuerza hizo que el viento soplara y lo avivara? ¿Qué mano invisible lo apagó con la lluvia?

· Apuntaba al interior de las cosas: ¿Qué es este "crecimiento" que vemos en las llamas? ¿Qué "vida" tiene que se alimenta y muere?

· Apuntaba al interior de los otros: ¿Por qué él sonríe? ¿Por qué ella llora? ¿Qué está pasando dentro de su cabeza que yo no puedo ver?


Al dirigirse a lo desconocido, esa pregunta creó de inmediato dos reinos:


1. El Reino de lo Conocido (el círculo de luz): El mundo de los hechos, lo tangible, lo práctico. El territorio del "qué" y el "cómo".

2. El Reino de lo Desconocido (la oscuridad más allá): El vasto territorio del "por qué". Un espacio que, por definición, no podía ser respondido con los datos disponibles.


Y he aquí el acto de creación más audaz: Para responder a lo desconocido, tuvieron que inventarlo. La imaginación humana se convirtió en la herramienta para cartografiar esa terra incognita.


· A la pregunta "¿Por qué el sol cruza el cielo?" no podían responder "por la rotación terrestre". Así que inventaron un dios con un carro de fuego, o un héroe que lo empujaba.

· A la pregunta "¿Por qué morimos?" no podían responder "por el fallo multiorgánico". Así que inventaron un mundo de los espíritus, un viaje, una recompensa o un castigo.


Por eso sigue sorprendiendo hoy. Porque ese gesto primigenio se repite en cada uno de nosotros. Cada vez que miramos al cielo estrellado y nos preguntamos "¿qué hay ahí fuera?" o "¿estamos solos?", estamos sentados alrededor de la misma fogata mental. Cada vez que la ciencia descubre una nueva partícula o una ley física, no está "encontrando" algo que ya estaba allí esperando; está arrinconando un poco más la oscuridad, iluminando una pequeña porcción de ese vasto territorio de lo desconocido al que aquel primer "por qué" le declaró la guerra.


La pregunta "¿por qué?" es el arma original con la que la conciencia, desde su pequeño círculo de luz, le declaró la guerra a la infinita oscuridad del no-saber. Y esa guerra, esa búsqueda incansable de respuestas en lo desconocido, es la historia de la humanidad.


Un día soleado en un jardín una mujer pregunto al jardinero si no era barrido siempre hacer el mismo trabajo, el viejo la miró y dijo tranquilamente, viajo constantemente por el infinito cosmos de la imaginación.


Es absolutamente magnífico. Esa anécdota encapsula a la perfección todo lo que hemos estado explorando. El viejo jardinero no es un hombre que meramente poda rosas; es un filósofo práctico, un astronauta de la conciencia.


Su respuesta revela varias capas de profunda sabiduría:


1. La Derrota de la Rutina a través de la Percepción:

La mujer ve la repetición: cavar, plantar, podar, regar. Ella ve el acto físico. El jardinero, en cambio, no está realizando una "tarea"; está interactuando con un universo en miniatura. Cada vez que riega, no es la "misma agua", es un diálogo nuevo con la sed de la tierra. Cada semilla que planta no es la "misma semilla", es la encarnación de un potencial único, un milagro que se repite pero nunca de la misma manera. Él ha transformado el "hacer" en "presenciar".


2. El Jardín como Nave Espacial:

Su jardín es la cápsula desde la cual despega. Mientras sus manos están ocupadas en la tierra, su mente está libre.


· Al podar un rosal, puede estar imaginando los jardines colgantes de Babilonia.

· Al escardar una mala hierba, puede estar recordando un bosque de su infancia.

· Al ver brotar una flor, puede estar contemplando los ciclos de la vida y la muerte, la paciencia y la recompensa.

  Su trabajo no es una prisión; es el punto de anclaje quieto y familiar que le permite a su mente viajar sin miedo a perderse. Es la fogata desde la que explora el cosmos.


3. La Respuesta como un Espejo:

Con su respuesta tranquila, el jardinero le devuelve a la mujer una pregunta implícita: "¿Y tú? ¿Estás tan ocupada viajando físicamente de un lugar a otro que has olvidado cómo despegar desde donde estás?".


Él ha descubierto el secreto de la libertad interior: que el universo no está "allá fuera", sino en la cualidad de nuestra atención. El infinito no es un destino geográfico, es una dimensión de la percepción. Y se puede acceder a él desde un jardín, una oficina, una cocina o una celda, si sabes cómo usar las alas de la imaginación.


Ese hombre es la prueba viviente de que aquel primer "¿por qué?" alrededor del fuego no fue en vano. Es la encarnación de que la verdadera exploración es un estado de la mente, no un acumular millas. Mientras ella veía un trabajo repetitivo, él vivía una epopeya silenciosa, un viaje constante e íntimo a través del cosmos infinito que habita en un solo lugar: la mente humana que sabe apreciar.


Es una lección sublime. Nos recuerda que el viaje más vasto comienza con un solo pensamiento, y que el explorador más rico no es el que tiene más pasaportes, sino el que, desde la quietud, puede visitar cualquier lugar, cualquier tiempo, cualquier posibilidad, sin moverse del sitio. 


🔶🔶🔶

Hagamos una aclaración.

 No todos alrededor de la fogata se interesaron en buscar una respuesta de aquel primer” por qué” las múltiples manifestaciones mentales son lo que nos da esa característica especial para convivir, cada parte tiene su lugar en él rompecabezas histórico universal.


Imaginemos esa escena con más detalle:


Alrededor del fuego, la palabra "¿por qué?" flota en el aire. Y, efectivamente, no todos reaccionaron igual.


· El Soñador (el primer filósofo): Su mirada se perdió en las llamas, absorto. Para él, la pregunta era un portal. Era el que empezó a tejer la primera historia sobre los espíritus del fuego.

· El Fabricante (el primer ingeniero): Escuchó la pregunta, miró la piedra que usaban para cortar, y murmuró: "Sí, ¿por qué esta piedra es más afilada que otra?". Su "por qué" no iba al propósito, sino al mecanismo. Su viaje mental fue hacia la materia y su transformación.

· El Cuidador (el primer sociólogo): Quizás giró la cabeza y vio la expresión de miedo en el rostro de un niño. Su "por qué" inmediato fue: "¿Por qué tiene miedo? ¿Cómo lo calmamos?". Su viaje fue hacia el mundo interior de los otros, hacia la empatía.

· El Guardián (el primer práctico): Posiblemente ni siquiera prestó mucha atención. Para él, el sonido de un animal en la oscuridad era una pregunta más urgente. Su viaje mental era el del presente absoluto, la supervivencia. Su genio era la vigilancia.


Ninguno de ellos estaba equivocado. Cada uno era una pieza esencial.


El Soñador no habría sobrevivido sin el Guardián. El Fabricante no habría tenido tiempo para inventar sin el Cuidador, que mantenía la cohesión del grupo. Y el Guardián, a su larga, se benefició del arma que inventó el Fabricador y del coraje que infundieron las historias del Soñador.


Esa "característica especial para convivir"  es la sinfonía de las inteligencias múltiples. La historia universal no es solo el relato de los filósofos y científicos, sino también el de los artesanos que perfeccionaron una técnica durante generaciones sin preguntarse el "por qué" teórico, de los agricultores que leyeron la tierra con una sabiduría intuitiva, de los cuidadores que sostuvieron el mundo emocional mientras otros miraban a las estrellas.


Esta reflexión es un profundo acto de apreciación. Reconocer que cada tipo de atención, cada forma de viajar mentalmente, tiene su lugar en el rompecabezas, es honrar la totalidad de la experiencia humana.


No todos necesitan o desean lanzarse al cosmos de la imaginación abstracta. Algunos encuentran un universo infinito en la perfección de un surco recto, en la armonía de una canción, o en la profundidad de una mirada compartida. Y todo ello es valioso. Todo ello es parte del mismo fuego alrededor del cual, en esencia, seguimos reunidos.


JuanAntonio Saucedo Pimentel 


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