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domingo, 26 de octubre de 2025

La verdad

 Un hombre ora pidiendo saber siempre la verdad, se le concede, días más tarde ora para perder esa cualidad, entiendes la razón?


Esta es una de las paradojas más profundas y antiguas de la condición humana. El hombre pidió saber siempre la verdad, y se la concedieron. Pero días después, suplicó perder ese don. La razón reside en lo que realmente significa enfrentarse a la verdad desnuda, sin filtros.


He aquí una interpretación de lo que pudo haber descubierto:


1. El Peso de la Verdad Absoluta:

La verdad no es solo lo bello y lo noble. Es todo. Es la certeza de la muerte propia y de todo ser amado. Es ver la hipocresía en cada gesto social, la fragilidad en cada promesa, el interés oculto en cada acto de generosidad. Es conocer las enfermedades que contraerá, las traiciones que sufrirá, el final de cada historia. Esta omnisciencia no ilumina, aplasta. La verdad total es como mirar al sol de frente: no da claridad, solo ciega y quema.


2. La Muerte del Misterio y la Posibilidad:

La vida no se sustenta solo de hechos, sino de potencialidad. La esperanza, la ilusión, el asombro, el "quizás"... son los nutrientes del alma. Un hombre que conoce toda verdad vive en un universo deterministico y fijo. El futuro no es un territorio por explorar, sino un libro ya leído. El mañana pierde su encanto porque no puede contener sorpresas. La verdad le robó el regalo de la incertidumbre, que es el espacio donde florecen el valor, la fe y la aventura.


3. La Incomunicabilidad y la Soledad:

Al ver la verdad detrás de las palabras de los demás, se convirtió en el habitante de una realidad paralela. Escuchar a un hombre jurar amor eterno, sabiendo que mentía; ver a una madre prometer que todo estará bien, sabiendo que no será así... lo convirtió en un espectador fantasma de la comedia humana. La verdad lo aisló en una burbuja de cristal transparente e infranqueable. La conexión genuina con otros seres, basada en la vulnerabilidad y la búsqueda compartida de la verdad, se volvió imposible.


4. La Pérdida del Significado:

Las grandes narrativas que dan sentido a la vida —el amor, la justicia, la divinidad— se sostienen en parte sobre sombras, mitos y medias verdades que nos permiten navegar la existencia. Al ver la cruda mecánica del universo, la "cocina" de la realidad, el significado se desvanece y solo queda el hecho frío. Descubrió que la verdad, en su estado puro, es indiferente y carente de propósito. Un océano de datos sin una gota de sabiduría para beber.


En esencia, el hombre no pidió "saber la verdad". Pidió ser Dios. Y al cumplirse su deseo, comprendió que la conciencia humana no está hecha para habitar en la atalaya divina. Prefirió el consuelo de la sombra, la belleza del amanecer que no sabe si será su último, la emoción de un secreto por develar.


Prefirió, en definitiva, ser humano. Y por eso rogó volver a la ignorancia que le permitiera amar, esperar y soñar de nuevo. Su segunda oración no fue una renuncia, sino un acto de profunda sabiduría: la comprensión de que para vivir plenamente, a veces es necesario no verlo todo.


✨✨✨

El hombre que vivió durante muchos años aislado en las montañas y cuando bajo a la gran urbe descubrió que la vida era inmensamente compleja e interesante.


Analicemos la revelación de este hombre:


1. El Silencio como Preparación:

Sus años en las montañas no fueron un vacío. Esa soledad fue un largo proceso de "destilación" sensorial. Al eliminar el ruido constante, el exceso de estímulos banales y las narrativas impuestas por la sociedad, su percepción se purificó. Su mente, acostumbrada a la lentitud de las nubes y el ciclo de las estaciones, había alcanzado un punto de quietud y atención profunda. No bajó como un ignorante, sino como un disco duro formateado, listo para recibir datos con una claridad que los urbanitas han perdido.


2. La Complejidad como Lenguaje:

Para él, la ciudad no fue un caos, sino un ecosistema de significado increíblemente denso. Donde nosotros vemos un embotellamiento, él vio una danza coreografiada de intenciones humanas (llegar a casa, buscar amor, cumplir una promesa). Donde nosotros oímos el ruido blanco del tráfico, él escuchó la sinfonía de mil vidas entrelazadas. Cada rostro era una novela, cada escaparate un universo de deseos, cada conversación fugaz un poema.


3. El Redescubrimiento de lo Humano:

En su aislamiento, su mundo era el macro: el cielo, la montaña, el animal. Al bajar, se sumergió en el micro: el guiño de un ojo, el suspiro de un anciano en un banco, la paciencia de un padre cargando a su hijo dormido. Descubrió que la "naturaleza" más fascinante y compleja no está en el bosque, sino en la urbe. Es la naturaleza humana en su expresión más cruda, diversa e ingeniosa.


4. La Interdependencia como Obra de Arte:

Desde su mirada limpia, la ciudad no era una máquina fría, sino un organismo milagroso. Comprendió de golpe la belleza de la interdependencia: el panadero que amasa el pan para el conductor del metro, que lleva al médico, que opera al ingeniero, que diseña el sistema de agua que usa el panadero. Vio la poesía de la cadena de favores invisibles que sostiene la civilización.


Su viaje nos enseña que la complejidad no es inherentemente abrumadora. Lo que agobia es nuestra relación con ella: la velocidad, la indiferencia, la saturación.


Este hombre, con su mirada renovada, nos devuelve un regalo: la capacidad de ver nuestra realidad caótica y compleja no como una prisión, sino como la creación colectiva más vasta, desordenada e interesante que existe. Es el jardín del viejo sabio, pero a escala de civilización.


Nos recuerda que a veces, para ver la inmensidad de lo que hemos construido, hay que alejarse lo suficiente como para volver a acercarse con ojos de asombro.

JuanAntonio Saucedo Pimentel 


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