Soy un hombre de la tierra,
supuestamente humano, depende de cómo se interprete la palabra, en el sentido
extricto no cumplo los requisitos, no puedo hablar por otros, tal vez existan
algunos que si entren perfectamente en la definición, pero soy escéptico al
respecto porque el comportamiento de mis congéneres es distorsionado por una
serie de particularidades exclusivas de nuestra especie.
Se puede notar que somos extremadamente
destructivos y agresivos, demostrando a lo largo de la Historia, que no hay
forma de frenar nuestra estupidez, siendo los principales protagonistas en
interminables conflictos, iniciados con los mas diversos pretextos, la ambición
siempre presente, la discriminación, pero sin duda el deseo de autodestruirse
en el fondo de las acciones.
Opiniones diversas hay al respecto, los científicos en varias ramas, los sociologos, psicologos, psiquiatras, se han
devanado los sesos intentando encontrar respuestas que conduzcan a resolver el
dilema y terminar para siempre con esa enferma conducta que afecta al planeta
entero. No ha sido posible, el poder
destructivo aumenta conforme se avanza en otros campos, cualquier conocimiento
puede ser utilizado como arma, un elemento defensivo o de ataque, sin ninguna
consideración cuando se trata de obtener poder, riqueza , prestigio .
El lenguaje cae también dentro de este ámbito, cualquier
interpretación equivocada o distorsionada desencadena una serie de
acontecimientos desastrosos, ya sea en lo judicial, político, social , laboral
o incluso familiar, el caso es tener algo porque discutir y pelear hasta las últimas consecuencias, muchas veces trágicas.
No es posible evadir los continuos ataques,
los hombres nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo de locos donde la
agresividad es alabada y los psicópatas controlan grupos de seguidores que ven
la oportunidad de dar rienda suelta a sus propios instintos destructivos, de
tal manera que no conocemos la paz en el mundo.
Siempre hablamos de esa paz,
ansiamos conocerla, experimentarla, creyendo que de esa forma encontraremos la
verdadera felicidad, pero estamos lejos de saberlo, porque nuestra existencia
transcurre en constante lucha con vecinos, compañeros de estudio o trabajo, con
delincuentes, corruptos funcionarios , por si fuera poco , con miembros de la familia que no
aceptan nuestra forma de ser.
Quien no aprende a defenderse o desea
permanecer tranquilo ante los acontecimientos que suceden en su entorno ya se
puede dar por aniquilado, de una u otra forma será relegado a los más bajos
niveles de la sociedad, se le impondrán duros castigos, los insultos, la discriminación, la soledad y pobreza están en su camino.
Nuestra educación se basa en
la competencia, los más aptos, o mejor dicho, los que mejor se adaptan a este
sistema en el que se puede humillar a quienes consideramos adversarios y que
son todos aquellos con los que competimos por una calificación, un premio u
cualquier cosa, no importa cómo, tenemos que ganar, porque es la manera de ir
escalando a los niveles altos donde se encuentran los que han sabido aprovechar las
condiciones, los que no se interesan por lo que suceda a los perdedores, porque
el éxito le ha de proporcionar riqueza y poder, el prestigio , el
reconocimiento que alimenta su ego y les hace sentir eufóricos, capaces de
conquistar el mundo.
Bajo este sisteme donde los
paradigmas están sujetos a distorcionados conceptos de lo que es el éxito,
dando pie a que se abran brechas entre los ganadores y perdedores que no pueden
cerrarse por la sencilla razón de que no se comprende la gravedad del problema,
no hay muchas oportunidades para encontrar nuevas formas de educar a las
futuras generaciones, veo con desilusión que cualquier intento por lograrlo ha
de chocar con la infranqueable barrera de la condición genética que tiene
grabada la agresividad como uno de sus principales componentes.
Ya se ha intentado en algunas
ocasiones realizar experimentos para educar a grupos seleccionado de una forma
distinta, cayendo en el error de querer apartar a determinados sujetos y
convertirlos en prototipos ejemplares, en personas que con cualidades que los
distingan de otros, proporcionándoles un ambiente cultural y una educación
moral esmerada. Puede adivinar el
resultado sin mucho esfuerzo, los individuos
que se educan de esa manera son unos inadaptados, no tienen lugar dentro
de sociedades donde se respeta a los agresivos, a quienes demuestran tener la
fuerza y el poder para elevarse por sobre los demás, no se quiere líderes que
sepan demasiado y que se comporten muy bien, sino a los que pueden luchar con
las mismas armas que los enemigos.
De poco sirve comprenderlo, se darán cuenta
que no hay una solución fácil, tal vez en el futuro encuentren algo que cambien
nuestro comportamiento, no me ha tocado verlo.
Me he conformado con lo que soy, aprendí a ser un
hombre como los demás, no hay problema, salí adelante y estoy al final del
camino, pero lamento de verdad haber tenido que ganar a costa de otros, de ser
un animal que sus instintos prevalecieron por encima de la razón en muchas
ocasiones y que siendo un vencedor no pudiere dar mas a quienes conmigo compartieron la vida , no importa, la competencia termina con la muerte , seremos compañeros en la eternidad.
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