Para con tu enemigo
No esperes desagraviarlo con muestras de humildad, porque te tendrá como un débil a quien no debe respeto.
No permitas que se levante sobre de ti, porque escalara la cumbre y te escupirá desde lo alto
No le permitas tregua, porque eso le proporciona tiempo en la planeación de tu ruina
No le otorgues poder, lo usara contra ti y tus cercanos
No le franquees la entrada a tu casa, abusara de la hospitalidad creando mil problemas
Nunca le ofrezcas excusas, porque se tendrá como tu señor
No le des lo que exija, porque te seguirá pidiendo cada vez mas
No festejes sus actos, eso le dará seguridad
Mantenlo cerca y vigilado sin dejar de luchar, esa es la mejor defensa.
No esperes su rendición, véncelo y asegúrate de que no se levante de nuevo contra ti
Durante siglos el hombre se ha regido por ese tipo de comportamiento, a partir del nacimiento de la propiedad privada surgieron conflictos que jamas hemos podido solucionar, por el contrario han crecido en magnitud y en el número de muertes. El dolor y la tragedia se han adueñado de los espacios y los tiempos en el mundo, no hay lugar donde no se reconozca a los enemigos, donde no existan divisiones y conflictos.
Se lamentan las derrotas, se festejan los triunfos, efímeros como la presencia del arco iris después de la tormenta, nos hemos negado la oportunidad de saborear los frutos de la paz, de la mutua confianza, de compartir sin egoísmo y aceptar las diferencias como algo benéfico para la evolución, para el desarrollo de la ciencia, las artes, la tecnología, del poder de la unión, de la felicidad emanada de una hermandad que se ha perdido entre los torbellinos de angustia, ambiciones, corrupción.
Nuestra locura es colectiva y aceptamos cómo verdad la mentira y desconcierto, a los pocos que han surgido clamando por una nueva forma de vida los hemos sacrificado, ignorado, confinados al olvido.
La vida del hombre es muy corta, estrecho es el camino para vivir sus sueños, disfrutar de lo que ofrece el universo y solo cuando encuentre la forma de convivir pacíficamente encontrará la dicha de contar amigos, hermanos que sin atender a diferencias de credo, nacionalidad, raza, cultura, genero, pero mientras sigamos matándonos unos a otros y consideremos enemigo a cualquiera que no este de acuerdo con nuestras ideas, no podremos valorarnos como seres humanos, mucho menos imaginar que tenemos un origen divino y un destino mas allá de la muerte.
No esperes desagraviarlo con muestras de humildad, porque te tendrá como un débil a quien no debe respeto.
No permitas que se levante sobre de ti, porque escalara la cumbre y te escupirá desde lo alto
No le permitas tregua, porque eso le proporciona tiempo en la planeación de tu ruina
No le otorgues poder, lo usara contra ti y tus cercanos
No le franquees la entrada a tu casa, abusara de la hospitalidad creando mil problemas
Nunca le ofrezcas excusas, porque se tendrá como tu señor
No le des lo que exija, porque te seguirá pidiendo cada vez mas
No festejes sus actos, eso le dará seguridad
Mantenlo cerca y vigilado sin dejar de luchar, esa es la mejor defensa.
No esperes su rendición, véncelo y asegúrate de que no se levante de nuevo contra ti
Durante siglos el hombre se ha regido por ese tipo de comportamiento, a partir del nacimiento de la propiedad privada surgieron conflictos que jamas hemos podido solucionar, por el contrario han crecido en magnitud y en el número de muertes. El dolor y la tragedia se han adueñado de los espacios y los tiempos en el mundo, no hay lugar donde no se reconozca a los enemigos, donde no existan divisiones y conflictos.
Se lamentan las derrotas, se festejan los triunfos, efímeros como la presencia del arco iris después de la tormenta, nos hemos negado la oportunidad de saborear los frutos de la paz, de la mutua confianza, de compartir sin egoísmo y aceptar las diferencias como algo benéfico para la evolución, para el desarrollo de la ciencia, las artes, la tecnología, del poder de la unión, de la felicidad emanada de una hermandad que se ha perdido entre los torbellinos de angustia, ambiciones, corrupción.
Nuestra locura es colectiva y aceptamos cómo verdad la mentira y desconcierto, a los pocos que han surgido clamando por una nueva forma de vida los hemos sacrificado, ignorado, confinados al olvido.
La vida del hombre es muy corta, estrecho es el camino para vivir sus sueños, disfrutar de lo que ofrece el universo y solo cuando encuentre la forma de convivir pacíficamente encontrará la dicha de contar amigos, hermanos que sin atender a diferencias de credo, nacionalidad, raza, cultura, genero, pero mientras sigamos matándonos unos a otros y consideremos enemigo a cualquiera que no este de acuerdo con nuestras ideas, no podremos valorarnos como seres humanos, mucho menos imaginar que tenemos un origen divino y un destino mas allá de la muerte.
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