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miércoles, 12 de abril de 2023

Aclarando amanece

 Ese refrán me gusta porque en pocas palabras expresa cuán sencillo es comprender las cosas cuando se tiene la suficiente claridad, la luz del conocimiento, del razonamiento lógico bien aplicado para llegar a conclusiones acertadas, parece sencillo, pero en la práctica nos enredamos en una serie de argumentos que nos dificultan percibir lo que debiera ser obvio, sobre todo cuando se pretende dirigir las opiniones a un determinado fin, sin tomar en consideración las evidencias o manipulando las opiniones con afán de mantener un control, un estatus de mando, de alta jerarquía , algo que ha ocasionado serios problemas, conflictos de siglos con trágicos eventos en muchos sitios del planeta. 

Uno ejemplo es la forma como se intentado imponer, por diferentes medios, la idea de Dios en cada una de las religiones que argumentan , cada una a su manera, contener la verdad, sobre cómo es  Dios y cuáles sus preceptos que se han de seguir para alcanzar sus bendiciones, de no hacerlo, los castigos eternos.

Me gusto mucho que en la película de La Misión, un nativo originario le pregunta al obispo si el tiene una comunicación directa con Dios, ya que los representantes religiosos afirman que es la voluntad del creador cuanto ellos expresan. 

Cualquiera que lo piense un poco haría la misma pregunta que ese nativo, pero no sucede porque desde temprana edad se bloquea ese capacidad de análisis imponiendo el temor al castigo por dudar de lo que se considera sagrado, irrefutable, la única verdad.

En la inquisición o las guerras que se han librado para imponer esas creencias se manifiesta el grado de bloqueo mental al que se puede llegar, el fanatismo que nos arrastra por un sendero oscuro sin posibilidad de preguntarnos qué tan verdadero es nuestro razonamiento al respecto, si estamos defendiendo una verdad o una creencia basada en intereses de control, de manipulación de algo que debiera ser la base para la buena convivencia, la fraternidad, el respeto, el amor.

Cada religión defiende su postura, se mantiene inflexible, sosteniendo que son sus conceptos los verdaderos y cualquier otro es falso si no se apega a lo que se predica en sus libros sagrados, por sus jerarcas.

Quien tiene la razón? Probablemente ninguno o todos, eso es tema de discusión, pero si lo hacemos apegándonos a la lógica comprenderemos que no se puede predicar el amor y al mismo tiempo impulsar guerras fratricidas, lo que ha ocurrido a lo largo de la historia , en muchas regiones y por distintos credos.

El intentar bloquear el razonamiento ha dado buen resultado en gran medida, pero siempre han surgido quienes cuestionan y argumentan sobre aquello que pierde su significado profundo frente a sus acciones, las contradicciones e ilógicos conceptos, lo cual, normalmente se apaga con las mismas disposiciones históricas, el quedar al margen de lo divino, la exclusión, marginación, segregación no solo de la religión, sino de la sociedad, que normalmente está intrínsecamente relacionada y afirmada en la fe en los conceptos trasmitidos por generaciones y tomados como sagrados. 

Cada vez hay mas cuestionamientos al respecto, es ahora que los jóvenes buscan a Dios mediante la ciencia, con las herramientas de la información, el análisis lógico, la filosofía fincada en la observación, la experimentación, la comprobación o en su defecto, en la razón que permite comprender la incapacidad humana para conocer los grandes misterios del universo, su origen, finalidad, magnitud, complejidad, de la cual el hombre es solo una pequeña partícula.

Quien haya creado semejante obra no puede tener características humanas, esto es, no está limitado por capacidades que definen a los seres de este mundo, ni siquiera lo podemos imaginar, bien tenían razón los Aztecas al decir que era innombrable e irreconocible, el que estaba cerca y lejos, es decir en todo lugar, en cada momento del cosmos, aún cuando hacían sacrificios a dioses menores y les caracterizaban con apariencia de seres que disfrazaban por no ser posible percibir su verdadera naturaleza, por ello tenían unas formas tan poco reales y difíciles de comprender para nuestro concepto de los dioses que nos han mostrado en otras culturas.

En muchos pueblos originarios se llegó al concepto de Dios a través de la observación de la naturaleza, de sus fenómenos, de su belleza, complejidad, de los millones de seres y cosas que la conformaba siendo parte de un conjunto que mantenía la vida, su transformación constante, donde la muerte es solo uno de los procesos.

Se puede uno imaginar que entre las 4200 religiones vivas que existen el mundo alguna debe tener una visión clara de un Dios que no debe ser encasillado, convertido en objeto de culto forzoso, colocado en sitios de veneración donde se especula con la fe, se venden los milagrosos productos que se pregonan como benditos, etc., seguramente, pero no es la que practicamos la mayor parte de la población del planeta, que constantemente tiene diferencias y conflictos por sus distintas interpretaciones de lo que es o no es Dios Y meterse en esos terrenos es jugar con fuego debido al fanatismo de muchos que creen tener en su poder la verdad absoluta, por lo cual muchos prefieren callar, mantener sus dudas y escepticismo en secreto, calladitos nos vemos más bonitos, pero eso  o conduce a esclarecer uno de los elementos más importantes en nuestra existencia y nos mantiene en el temor, hundidos en la ignorancia.

 Profundizar en este tema implica tocar fibras sensibles, confrontar los grandes poderes, pisar los terrenos donde un paso en falso puede significar perderse para siempre en el infierno de la ignominia, el deshonor, por ende se tiene que tratar el tema con mucha precaución , intentando no herir susceptibilidades, exponiendo sólo aquello que resulta menos agresivo para los que se erigen como defensores de la fe en cualquiera de las religiones importantes que tienen el mayor número de creyentes en el mundo, lo cual es casi imposible, cualquier insinuación en contra de sus preceptos se toma como blasfemia, ni modo,  es característico de los hombres el defender sus opiniones como si no existieran otras formas de percibir e interpretar.

Por consiguiente, lo aconsejable es dejar el tema, darle la vuelta, torear los insultos, maldiciones y demás cosas que vengan por añadidura, pedir disculpas, afirmando que solo era un comentario para ver cuan defensores de sus creencias son, que tan profunda es su fe, pero ,como siempre, hay obstinados que seguimos porfiando porque se vean los errores, las contradicciones, una de ellas la de no saber perdonar, o la de tratar a tu hermano como un enemigo al que puedes aniquilar por no estar de acuerdo en una idea, en un concepto que se puede debatir para llegar a un conocimiento más profundo donde se acepte por convicciones y no por inducción el profesar una religión u otra, sin que ello sea causa de conflictos mayores, porque el libre culto debe ser respetado, como lo debe ser la libertad de expresión.

A lo largo de la historia del hombre hemos comprobado lo fácil que es cometer errores y consignar algo falso como una verdad, poco a poco hemos abierto las puertas a un conocimiento que se basa en comprobaciones, en métodos que nos dan mayor certeza, pero en el caso de Dios es distinto, no podemos establecer su identidad por medio de nuestros rudimentarios métodos, de nuestra limitada capacidad para abarcar su identidad, la cual engloba todo lo que existe y lo que  no existe desde nuestra perspectiva, pero que es aún más compleja de lo imaginable por la mente humana.

Hablar de ello es imposible sin un compromiso profundo de aceptar esas limitaciones, de no querer imponer criterios, de analizar los puntos que nos han llevado a situaciones peligrosas en las que el fanatismo se convierte en violencia, destructiva, en muerte.

Cada hombre y mujer tiene que enfrentarse con su fe, con los conceptos en los que se basa, buscar la reconciliación, los puntos en común con otras creencias, que en su principio es tener respeto por lo creado, amor al prójimo, la convicción de qué hay un rector del universo que es responsable de todo lo que es importante para la constante evolución, cuya identidad nos es incomprensible, así como la totalidad de su obra en origen y fin., la forma como le rindamos culto es personal, pero debiera estar basada en ese respeto a lo que podemos percibir, al significado que tiene en nuestra vida.

Agredir, ignorar, descalificar a quienes tiene una forma distinta de rendir culto a Dios nos descalifica de inmediato como respetuosos de la la diversidad que ha sido creada por ese rector del universo, nos pone en la posición de intransigencia que ha causado tantas tragedias, lo cual es una vergüenza, un insulto a nuestra capacidad de razonamiento, a la de distinguir entre el bien y el mal, que es una de las principales cualidades de quienes se nos dotó de consciencia.

Hay quienes no creen que exista Dios, pero no por ello son personas que tengan un mal comportamiento, por el contrario muchos son firmes aportadores de bienestar en sus comunidades, científicos, negocios,  gente que se dedica a las artes, la literatura, etc., en cambio hay quienes se dicen creyentes y tiene una conducta reprobable.

J

Detengamos esa barbarie, demostremos que somos inteligentes dándonos la oportunidad de librarnos de las cadenas del fanatismo y el odio al que nos hemos sometido durante tantos siglos, es tiempo de encontrar la reconciliación, aceptar las diferencias, tolerar los distintos tipos de culto, vivir como verdaderos seres humanos, racionales, inteligentes, reconociendo también nuestras limitaciones cuando se trata de algo tan complejo como lo es la interpretación de lo que es Dios.

JuanAntonio Saucedo Pimentel 





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