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sábado, 22 de abril de 2023

Anatomía de la inteligencia humana


El concepto de inteligencia se ha definido como la capacidad mental que permite razonar, planificar, resolver problemas, pensar de modo abstracto, comprender ideas complejas, aprender y utilizar la experiencia,  comprender a profundidad el entorno para sacar el mejor provecho, darse cuenta de las cosas, imaginar lo que se puede hacer, proyectando a futuro, inventando aquello que puede facilitar una tarea.  

 Los hombres nos auto calificamos como racionales, inteligentes, es tiempo que analicemos minuciosamente tales juicios, hacer un escrutinio a fondo para demostrar con evidencias irrefutables si eso es verdad o solo es uno más de las afirmaciones que nos hacemos para ocultar la realidad.

Al hacer una lista de las mentes más brillantes que ha tenido la humanidad, podemos notar que han sido muy pocas en relación con la cantidad de individuos que han poblado la tierra desde que consideramos que existen los hombres con un cerebro bien desarrollado para considerarlo dentro del rango de racional, capas de comprender lo que le es favorable y lo que puede representarle un peligro, un daño.

Es en este punto donde nos tenemos que detener para considerar hará donde alcanza esta capacidad para determinar racionalmente lo conveniente o lo inconveniente para la propia subsistencia, para conservar aquellos elementos que favorecen la vida, la hacen agradable, alejándose de lo que puede causar violencia, enfermedad, hambre, o cualquier situación que ponga en riesgo la estabilidad de un individuo, de su comunidad o su entorno.

Sin tener que realizar grandes investigaciones nos percatamos que desde los principios de nuestra historia, nuestra presumida inteligencia se ha ocupado para satisfacer necesidades inmediatas sin tomar en consideración las repercusiones posteriores, las consecuencias de acciones que más por instinto que por pensamientos racionales, se llevaron a ejecución.

La lucha por la supervivencia ha sido prioridad, las formas para lograrlo se adoptan según los medios con los que se cuenta, las circunstancias, pero jamás se considera cual puede ser la repercusión a corto, mediano o largo plazo, eso significa que no racionalizamos, dejándonos llevar por impulsos primarios.

En la actualidad no ha cambiado ese comportamiento, se puede calificar de más sofisticado, se dice incluso que se trata de comportamiento práctico basado en el conocimiento de los factores psicológicos que definen la competencia entre los hombres.

Notamos de inmediato la condicionante que determinan las acciones, el miedo, el temor, a perder dentro de las distintas competencias en las que se desarrolla un individuo durante su existencia, siendo la economía lo que ahora determina en mayor grado quien es ganador o perdedor. Esta condicionante impulsa a intentar ganar de cualquier forma con sus nefastas consecuencias, dando origen a sociedades enfermas donde la injusticia, corrupción, violencia, adicciones y trastornos de la personalidad son cosa común.

Incluso mentes brillantes caen dentro de este torbellino de competencias desleales, se prostituyen para obtener mejores puestos, remuneraciones altas, o posiciones que se consideran muy buenas dentro del contexto en que se desarrollan, una verdadera locura por ser elementos que son utilizados para proyectos o fines que buscan en su mayor parte, beneficios mezquinos, egoístas, que poco se preocupan del daño que se pueda causar ni su magnitud.

Ciertamente  os maravillamos de los grandes avances en la ciencia y la tecnología que ha permitido que los hombres podamos viajar grandes distancias a velocidades increíbles, volar, alcanzar objetivos en e espacio exterior, la fabricación, distribución, de aparatos que hacen más cómoda la vida , el contar con mejores centros de atención médica, educación, transporte, etc., sin atender cual es el costo, sus consecuencias, es esto lo que  os ha conducido a un mundo contaminado donde los recursos naturales se están agotando, la existencia es cada vez más difícil por los costos que implica el tener acceso a lo básico para la subsistencia y que impulsa a una lucha frenética, a un salvaje comportamiento en donde vemos comportamientos demenciales en las comunidades que debieran ser modelo de modernidad, comodidad, tranquilidad.

Podemos concluir que lo que presumimos como inteligencia es solo una capacidad para resolver problemas inmediatos o para proyectos con los que se pretende solucionar un obstáculo en nuestro incansable deseo de conocer, controlar, ordenar, conquistar,  modificar.

Muchos dolores de cabeza esto nos ha causado y continuará causándolos, no estamos capacitados para dominar nuestros impulsos primarios, para controlar nuestros temores, encontrar las fórmulas para garantizar la conservación del planeta, para vivir en paz, felices, que es en esto donde debiéramos aplicar el poder de razonar que poseemos, la inteligencia que decimos tener.

Por dignidad debemos actuar de acuerdo con esa capacidad de racionalizar, con la inteligencia que nos conduzca a esas conformaciones sociales donde exista un compromiso para educar con una orientación de cooperación con intenciones de cuidar el planeta, de mejorar las condiciones de vida en la sociedad, con proyectos a largo plazo donde se garantice una justa distribución de los recursos, dando a las comunidades un ambiente de seguridad , tranquilidad, con lo que se ha de conseguir individuos más sanos.

Lo lamentable es que el poder no está en manos de los más inteligentes, sino en los más egoístas, que no ven las conveniencias de los cambios necesarios y prefieren la aniquilación o exterminación de la vida en el planeta antes que perder el control, he ahí donde se destruye la posibilidad de mostrar otras alternativas.

Los grandes genios de la humanidad, en su mayoría han preferido alejarse de las relaciones con quienes llevan una vida sin más proyección que la de su satisfacción, donde la vanidad es un modelo a seguir y el egoísmo un patrón que determina sus caminos. Se han abstraído en sus investigaciones, incluso contradiciendo a los grandes poderes políticos y religiosos, manteniendo en alto la bandera del razonamiento, buscando respuestas a enigmas que nos permiten saber más sobre nuestra propia naturaleza y del universo.

Pensemos por un momento en lo extraordinario que debió ser el encontrar la forma de comunicarse con símbolos, el descubrir cómo realizar una tarea utilizando palancas, poleas o cualquier otra herramienta, el construir un puente, un refugio seguro, encontrar la forma de comunicarse a distancia, el hacer con sonidos y silencios eso que nos dio la oportunidad de gozar bailando, cantando. Podemos ir haciendo un recuento de los miles o millones de inventos y descubrimientos, muchos de ellos por accidente, pero que nos ha permitido llegar a donde estamos, un tiempo en donde todos esos conocimientos nos debieran llevar a la constitución de sociedades humanas, realmente humanas, equilibrando el consumo, la producción y explotación de recursos racionalmente, sobre todo, garantizando un medio de vida acorde con la naturaleza, con el sano desarrollo de los individuos dentro de su entorno.

Por supuesto que si lo podemos lograr poniendo al servicio de esa causa todos los elementos disponibles, será un verdadero éxito el lograrlo y con ello demostrar que si somos inteligentes, de otra forma ya no quedará rastro alguno de los que alguna vez se considerarán centro del universo, cúspide de la evolución.

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