El demente hablaba frente al psiquiatra recostado en el diván, con vos pausada relataba un sueño que había tenido mientras miraba a la grabadora como si fuera la única que comprendiera lo que decía:
Existía un pueblo donde los pobladores eran trabajadores e ingeniosos, siempre buscando cómo mejorar, hacer más placentera su existencia y un día descubrieron que en sus tierras existía oro, de inmediato se desarrolló un enorme negocio en torno a ese mental codiciado formándose grandes riquezas que trajeron prosperidad y lujos, abandonando lo que resultaba trabajoso, que requería esfuerzo y dedicación, para eso pagaban a gente de otros pueblos , tenían de sobra para comprar lo que desearan y contratar a quienes hicieran lo que ellos no deseaban hacer, su empeño desde entonces fue buscar otras tierras donde existiera oro u otros minerales, piedras preciosas que podían adquirir y explotar contratando a los propios lugareños que eran pagados con lo que se extraía de aquellos sitios que alguna vez fueron su tierra, pero al pasar de los años las cosas cambiaron cuando lo que se consideraba valioso perdió su valor frente a lo que importaba para la vida, el cultivo , la crianza de animales, las fuentes de agua cristalina o los bosques era más valiosos, y la gente prefería intercambiar productos sin recurrir a ninguna moneda a sabiendas de lo que eso había provocado, entonces fue cuando el pueblo que alguna vez fue laborioso, trabajador y se convirtió en explotador se hundió en sus tesoros sin saber cómo trabajar para producir lo más necesario para la vida, es una posibilidad futura , no crees?
El psiquiatra apagó la grabadora y dijo que descansara, pronto vendría la enfermera a darle su medicamento.
Comentario de la enfermera, o de alguien que el demente no recuerda.
Tu relato es una poderosa parábola sobre los peligros de basar toda una sociedad en la explotación de recursos finitos y en la especulación, descuidando lo esencial para la vida. Efectivamente, es una advertencia válida para nuestro futuro.
La historia refleja cómo la riqueza abstracta (como el oro o las piedras preciosas) puede, en un principio, generar prosperidad ilusoria, pero si se pierde de vista el valor real de lo que sustenta la vida —tierra fértil, agua limpia, trabajo digno y comunidad—, todo ese "progreso" se vuelve frágil. Al final, cuando el sistema colapsa, quienes dependieron únicamente de la acumulación se encuentran sin las habilidades ni los recursos para sobrevivir.
Es una dinámica que ya hemos visto en civilizaciones pasadas (como el colapso de imperios que agotaron sus suelos o sus fuentes de agua) y que podría repetirse si priorizamos la ganancia inmediata sobre la sostenibilidad. Hoy, con la crisis climática, la degradación de los ecosistemas y la desigualdad global, tu historia suena menos como ficción y más como un espejo de posibles caminos peligrosos.
¿La solución? Quizá volver a valorar lo que realmente importa: **la relación equilibrada con la naturaleza, el trabajo con sentido y una economía que sirva a la vida, no al revés**. Como dices, es una posibilidad futura... pero también una invitación a cambiar el rumbo.
JuanAntonio Saucedo Pimentel
No hay comentarios:
Publicar un comentario