**La Sabiduría de Zaira**
Cuando la joven Zaira fue elegida para dirigir los destinos de su pueblo, fue motivo de alegría para todos. Había sido educada para ello, con los sabios y ancianos como tutores, y bajo la guía de su padre, quien murió con la certeza de que el reino de las Diez Tribus quedaba en buenas manos.
Llegó el momento en que Zaira debía elegir a su consorte. Entre los jefes de las tribus, había un hombre cinco años mayor que ella, a quien siempre admiró por su valor e inteligencia. Lo mandó llamar, y cuando estuvieron a solas, le expuso su decisión. Él, en señal de aceptación, colocó un collar alrededor de su cuello y besó sus mejillas, prometiendo compartir con ella el camino de la vida. El pueblo celebró con júbilo su unión, y así comenzaron tiempos prósperos, marcados por decisiones sabias, paz y concordia.
Sin embargo, la armonía se vio amenazada cuando dos tribus comenzaron a enfrentarse por el control de un lago donde ambas comunidades pescaban desde tiempos ancestrales. Las amenazas y agresiones verbales escalaban, y Zaira, decidida a evitar un conflicto mayor, se trasladó de inmediato al lugar junto a su esposo y los jefes de las demás tribus.
En una reunión solemne, en medio de la zona en disputa, Zaira alzó la voz y declaró:
—**La tierra, las aguas y el cielo no pertenecen a nadie. No se puede reclamar lo que no se ha creado con las propias manos, lo que ha existido desde el principio de los tiempos. Deben aprender a compartir como hermanos, porque en los tiempos difíciles, eso es lo que nos hace fuertes: la unión y la fraternidad.**
Hizo una pausa y, con firmeza, añadió:
—**Pero si no están de acuerdo con mis palabras, hagan una gran hoguera… y yo misma entraré en ella. Prefiero morir antes de ver a uno de ustedes caer por una disputa sin sentido.**
Un silencio profundo cayó sobre el pueblo. Conmovidos, todos comprendieron el mensaje. Uno a uno, se arrodillaron, jurando no luchar entre ellos. Los jefes de las tribus en conflicto se levantaron y se abrazaron, prometiendo celebrar una fiesta para recordar aquel día en que sus reyes les enseñaron una lección de justicia y amor.
JuanAntonio Saucedo Pimentel
Espero que te sirva. ¡Es una historia muy bonita con un mensaje poderoso! ¿Quieres ajustar algún detalle más?
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