El peor peligro

El consejo del abuelo

Una tarde le pregunté al abuelo qué era lo más difícil de afrontar en la vida.

Me miró en silencio por un momento, con esa mirada suya tan profunda que parece buscar en el pasado las respuestas que el presente no sabe dar. Luego habló, con voz serena pero firme:

—Pueden ser muchas o pocas las cosas que resultan difíciles… todo depende de cómo te prepares para enfrentarlas. Sabemos que en el camino siempre habrá escollos. No faltará quien, por envidia o por temor, intente hacernos daño. Y digo temor, porque el miedo lleva a las personas a actuar de formas que ni ellas imaginaban. Cuando alguien percibe una amenaza, algo que cree que puede afectarlo —en su posición, en sus intereses, o en la oportunidad de sobresalir—, puede convertirse en un enemigo silencioso. Y los enemigos silenciosos son los más peligrosos.

Hizo una pausa, y continuó:

—La calumnia es uno de los peores males. Es como un puñal que se clava por la espalda. Y aunque más tarde logres demostrar que era una mentira, el daño ya se ha esparcido, como una infección. A veces alcanza incluso a quienes amas, y eso… eso duele para toda la vida.

Lo miré en silencio, con el corazón encogido, pero él añadió con más fuerza:

—Sin embargo, el peligro más grande no está afuera… está dentro de uno mismo. Cuando no sabes soportar esos golpes, cuando caes y no encuentras las fuerzas para levantarte, cuando te sientes derrotado y sin esperanza… ahí es donde más cuidado debes tener. Ese abatimiento puede llevarte por caminos muy oscuros.

Entonces me tomó la mano y me dijo con ternura:

—Por eso, hijo, prepárate siempre para lo peor. Si no llega, ¡mejor! Pero si llega, debes tener listo tu escudo: la fe, el amor, la confianza en ti mismo. Recuerda que no estás solo. Siempre habrá alguien que crea en ti, que te apoye incluso en los peores momentos.

»No temas si sabes que la verdad está de tu lado. Si has actuado con rectitud, las calumnias caerán como columnas vencidas por un terremoto. Porque la verdad… la verdad es una fuerza que mantiene el equilibrio del mundo.

»Verás que aunque haya quienes logran encumbrarse mintiendo, tarde o temprano caen. Y lo peor que les pasa no es el castigo de la ley, sino el olvido, el repudio de aquellos que alguna vez creyeron en ellos.

Finalmente me miró con serenidad, como quien ya ha vivido y superado muchas batallas, y dijo:

—Camina confiado… pero prepárate para resistir cualquier tormenta.

JuanAntonio Saucedo Pimentel