(Estrofa 1)
Salió con su capa el hombre indigente,
la lluvia caía sobre tanta gente,
destapa coladeras con toda paciencia,
Diciendo bajito: “¡qué dura inconsciencia!”.
El agua bajaba, su canto sagrado,
lavando pecados de un pueblo apurado,
y él en su tarea, sin dar alarde,
luchaba contra la inundación esa tarde.
(Coro)
¡Ay qué tormenta bendita será!
Que no solo moja, también hace pensar,
lava las calles, pero hay que pedir!
Que Limpie el camino al porvenir
¡Ay qué tormenta que truena verdad!
Que saca la mugre de la sociedad,
mas si no entendemos la lección final,
vuelve el lodazal… vuelve el lodazal.
(Estrofa 2)
Doña Gracia le sirve un caldo encendido,
“¡Coma bien, mi amigo, que lo he bendecido!”
Y mientras el viento su capa sacude,
él ve en ese gesto la fe que no huye.
“Nos hace falta –piensa sin rencor–
una sacudida al alma y al honor.
No bastan riquezas, ni tanto caudal,
si no hay quien defienda lo natural”.
(Coro)
¡Ay qué tormenta que grita al andar!
“¡Ya basta de daño, despierten ya!”
Se inundan los sueños si no hay claridad,
y el alma se seca si no hay humanidad.
(Estrofa 3)
Ya bañado en lluvia regresa el trabajador,
su cueva lo espera, su luz, su calor ,
y en cada gotita que el cielo dejó,
vio un mensaje sabio que el mundo ignoró.
“El hombre decide –susurra al dormir–
si quiere crear… o quiere destruir.
La lluvia no elige, pero enseña,
Puedes dar felicidad o labrar tu condena …”
(Final - coro lento y emotivo)
¡Ay qué tormenta que vino a limpiar…
la tierra, los cielos y la humanidad!
Y si no aprendemos a ser mejor,
se ahoga la vida, se escucha su clamor…
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